DETRÁS DE ESCENA. LA BATALLA MACRI-MOYANO

Se dobla pero no se rompe (del todo)

El camionero es, a esta altura, un león hervíboro. Pero el Gobierno no logra cazarlo para que milite la reforma laboral. La cumbre con Triaca. El triángulo Pablo-Cristina-Francisco. El factor OCA.

El Gobierno amenaza. Dice que esta vez va a fondo contra Hugo Moyano, el sindicalista más poderoso del último cuarto de siglo que -con Mauricio Macri en la Casa Rosada- parece un león herbívoro.

 

Después de haberse unido en el espanto a la posibilidad de que Cristina Kirchner permaneciera de alguna forma en el poder, el Presidente y el ex jefe de la CGT encontraron una convivencia sorprendente en los dos primeros años de mandato de Cambiemos. El resultado de las elecciones, el intento oficialista de emular una flexibilización a la brasileña y la situación terminal de la empresa postal OCA hacen tambalear como nunca ese pacto de no agresión.

 

El cruzado de Macri: Jorge Triaca dice que se juega la vida en la pelea con Moyano.

 

 

A través de los puentes que todavía los unen, Macri le reclama a Moyano bastante más que controlar a su hijo Pablo, implacable con el macrismo y activo en la conformación de un polo opositor que se adjudica la venia del papa Francisco. El Presidente quiere que el jefe camionero le dé un aval público a la reforma laboral de Cambiemos, algo que parece directamente imposible por una infinidad de razones. Para Moyano, sería pulverizar por completo toda una historia de insumisión ante los gobiernos de turno que sólo se alteró en vida del peronista Néstor Kirchner. Y abriría la puerta para que se lo comieran con una flexibilización laboral que también lo tiene como uno de los bocados que tientan a la Casa Rosada. “Se acabó el pacto de no agresión. Hace falta un apoyo explícito”, dicen al lado de Jorge Triaca hijo, con la confianza que dan los votos y el mesianismo que el poder imprime a los que se creen lo nuevo.

 

 

 

Todo remite al jefe camionero. En el manual amarillo, la clave de una Argentina sustentable está en la creación de empleo y el aumento de la productividad que, entres sus variables principales, tiene a la logística. Triaca no lo dice en público pero sí en privado: “Moyano es un yunque para la productividad”.

 

El lunes último, el ministro de Trabajo fue a hacer el último intento por encarrilar a los Moyano en la senda del reformismo permanente que promociona la Casa Rosada. Como publicó Clarín, en la Federación de Camioneros, sobre la avenida Caseros y a metros de la avenida 9 de julio, lo escuchaban Hugo padre, Pablo y Hugo hijo, el abogado laboralista de la familia que, con perfil bajo, crece en protagonismo y es considerado valioso entre funcionarios importantes del Gobierno. Triaca fue a pedir que la familia del presidente de Independiente unifique una posición en torno a la reforma laboral y que esa posición sea además favorable. Para la plana mayor de Cambiemos, Hugo hijo expresa en las reuniones privadas la contracara de lo que Pablo agita en las calles. El gobierno se queja de que Huguito prestó conformidad en varios puntos de la reforma y objetó otros, que fueron descartados en la reunión en la que participaron también Federico West Ocampo, Marta Pujadas por Gerardo Martínez y Horacio Ferro por Gastronomicos.

 

 

 

 

En el encuentro del lunes pasado, según afirma Triaca, Pablo Moyano admitió que tuvo una reunión privada con Cristina Kirchner para acordar una posición común contra la ofensiva pro-empresaria.

 

Aún enredado en el nepotismo de la política, el hijo del ex liquidador de SOMISA está dispuesto a ser el instrumento del Presidente en la batalla contra los gremios. Siente que los conoce tanto como Macri conoce a los empresarios y que por eso es capaz de doblegarlos. Como si fuera parte de un comando suicida, Triaca se lo dice a su entorno: sabe que enfrentar a Moyano le puede “costar la vida”.

 

 

 

EL OCASO DIALOGUISTA. Desde el Gobierno, afirman que no se habló del tema OCA, el más urgente por las deudas que el correo privado tiene con la AFIP de Alberto Abad y por los 7.000 empleados que están pendientes de la resolución del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), un organismo fantasma que conduce el ex sushi Miguel De Godoy.  El ente que Macri creó para sepultar al AFSCA del kirchnerismo tiene hoy entre sus tareas centrales la de convalidar la megafusión entre Cablevisión y Telecom. Cuando lo haga, el Grupo Clarín pondrá la cabeza de Macri al lado de la de presidentes como Kirchner y Menem, que le entregaron negocios fabulosos a cambio de una paz que nunca llegó. Amable con el holding de Héctor Magnetto, resulta difícil que Godoy, el ex vocero de Fernando De la Rúa, tenga un buen recuerdo de Moyano a la hora de decidir sobre OCA.

 

Uno de los miembros de la familia del camionero que estuvo en la reunión le dijo a Letra P que el Gobierno también juega a varias puntas y no es claro con su mensaje. “Es todo muy difuso, no hay claridad sobre el tema OCA”. De lo mismo se queja Macri cuando se refiere a Hugo padre.

 

Antes de que entrara en combustión como supuesto dueño de la empresa, Patricio Farcuh apuntaba al vicejefe de Gabinete Mario Quintana -ex gerente del Grupo Exxel, que controló OCA- como uno de los culpables de la intransigencia del macrismo con su correo postal. Lo mismo creen cerca de Moyano. Cambiemos quiere potenciar el Correo Argentino y flexibilizar desde ahí. Al jefe camionero le quedan pocos aliados en el Gobierno. El poder de Diego Santilli está restringido a la ciudad de Buenos Aires.

 

Fuentes del Gobierno confirmaron a Letra P que la definición del Enacom demorará por lo menos un mes más, para esperar definiciones de AFIP y del juzgado que entiende en la causa. Hasta entonces, habrá posibilidad de algún entendimiento.

 

 

Camioneros sigue en la CGT, pero Pablo no afloja. Encima, triangula con CFK.

 

 

CONTRA MOYANO. Con perfil bajo, recluido en Independiente e incluso sin hablar, Moyano sigue siendo un obstáculo para la Argentina que promociona Cambiemos. El Gobierno culpa al líder camionero de todos los conflictos. Maxiconsumo, Cresta Roja, Gate Gourmet, Cotar. Se propone incluso alterar el convenio colectivo de Camioneros, la base de su poder.

 

En el Ministerio de Trabajo, escanean el poder del gremio de sur a norte. Observan con lupa las dificultades en regionales como Santa Fe, donde la conducción provincial acaba de romper con Moyano con quejas sobre el manejo “poco federal” de la Federación.

 

Lo hacen en el marco de una movida más amplia para erradicar los sindicatos que no acrediten un peso real y decisivo a la hora de negociar. Cambiemos ya dio de baja 552 de los 3.200 gremios que existen en Argentina y se propone avanzar todavía más. Dice que sólo 700 firman paritarias y son los que deberían quedar en pie.

 

 

CFK es el otro hueso duro de roer, admiten en la Rosada.

 

 

Si lo obligan a confrontar y volver a los primeros planos, Argentina verá hacia 2019 una pelea entre Macri y Moyano de la que es dificil que salga un claro ganador. Como prueba, quedan las cenizas del fuego cruzado contra CFK. “No es tan fácil ir contra el Negro. Hay dos personas que tienen capacidad de resistencia en Argentina. Uno es Moyano, la otra es Cristina”, le dijo a Letra P un sindicalista que mantiene alta la estima por los dos.

 

Con Pablo Moyano a la cabeza y un presidente que encarna un proyecto que recuerda al de Carlos Menem, el sindicato de Camioneros ensaya una política de confrontación con la administración de los Ceos que trae resonancias de lo que fue el histórico Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA). Sin embargo, las diferencias existen. La primera es la distancia en historia, liderazgo y capacidad de persuasión entre Hugo y Pablo. La segunda es que el peso de los gremios de Transporte en la llamada CGT Luján no es comparable. La tercera es que -por ahora- el moyanismo no está afuera sino adentro de la CGT oficial. Lo representa un hombre de indudable acompañamiento a Moyano en las buenas y en las malas, Juan Carlos Schmid, el más incómodo de los tres miembros del triunvirato. Forma parte de un diálogo difícil con un gobierno que les juró hasta el cansancio que no quería una reforma integral y que, después del 22 de octubre, se despertó más ambicioso. Schmid tiene mandato por cuatro años pero todos los días evalúa. Sigue actuando en consulta permanente con Moyano padre: el día que pierda su respaldo, no seguirá sentado en su sillón del triunvirato.

 

 

 

El dirigente de Dragado y Balizamiento tuvo un encuentro similar al que incentivó Triaca con Hugo y sus dos hijos, el combativo y el abogado. Los visitó una semana antes de viajar al Vaticano con una comitiva que el Papa prefirió postergar para recibir en cambio a Pablo, que se les adelantó por la vía de Gustavo Vera. Ahí, los puso al tanto de lo que la CGT había consentido y rechazado en la negociación con el gobierno.

 

Schmid volvió a hablar con Hugo el domingo último y a recibir el mismo mensaje, de un dirigente aplacado, a punto de cumplir 74 años, que está lejos de su auge combativo. “Siempre hubo estas diferencias. Tranquilo”, le dijo. Schmid entiende algo similar a lo que ven algunos en el gobierno: Moyano padre acompaña en líneas generales los cambios. Hasta ahí. Que le pidan que milite la flexibilización a él es propio de un gobierno que mira al sindicalismo desde el otro lado del mostrador. Tampoco se lo pueden pedir a la CGT dialoguista, que no quiere acudir al llamado de Miguel Angel Pichetto. “Cagamos, no quieren venir al Senado”, le avisó el senador a Rogelio Frigerio.

 

La reforma laboral quedó para 2018 pero ahora el triunvirato cuestiona la llave maestra del ajuste: la reforma previsional para hachar la movilidad jubilatoria. Analizan incluso, según dijeron a Letra P, un paro parcial en defensa de las jubilaciones. El sindicalismo no quiere confrontar, pero el gobierno de Macri lo obliga. ¿Moyano padre puede reaccionar?

 

El PRO bonaerense, en Lobos.
Mauricio Macri y Patricia Bullrich. 

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