–Todos los que estamos en política, y los que hemos adquirido experiencia a través de los años, podemos pensar que tal o cual dirigente puede llegar a presidente. Digo esto por una razón simple: porque el éxito de un político es ganar una elección como De la Rúa, o (Carlos) Chacho Álvarez para vicepresidente ¿Por qué no puedo pensar que la podía ganar Macri? El éxito empieza durante la campaña y termina el día que es electo. A partir de ahora, le amplío su pregunta: ¿Será un buen presidente? Hasta ahora fue exitoso pero tiene que demostrar.
–Con lo que explica y más allá de la coyuntura de aquel tiempo, ¿qué lo sedujo de Macri para idear una alianza?
–Fue Macri el que me vino a buscar. Yo tenía una imagen positiva del 60 por ciento en Neuquén y una muy buena a nivel nacional en aquel tiempo, mientras que él tenía imagen negativa. Me encontró a mí y la verdad que me pareció una alternativa porque también charlé con (Francisco) De Narváez, con (Ramón) Puerta y muchos dirigentes peronistas que buscaban un espacio. Después, en un momento determinado, cuando tengo el problema de (el asesinato del docente Carlos) Fuentealba, hace unas declaraciones totalmente fuera de lugar y me alejé.
–¿Qué le molestó específicamente?
–Más o menos dijo que “Sobisch se equivocó al elegir la Policía, tendría que mirar bien”. Y éste era un cabo de policía (N de R: Sobisch se refiere al oficial neuquino Darío Poblete, encontrado culpable por la muerte de Fuentealba), yo no tenía forma de saber, estaba desde antes de ser gobernador. Pero a él después le tocó seleccionar al primer jefe de la Policía Metropolitana y elige al Fino Palacios, que todavía está cuestionado. A veces, hay que tener cuidado con las opiniones que se vierten.
–¿Es cierto que Carlos Grosso, hoy muy cercano a Macri, era quien llevaba adelante su campaña nacional?
–Fue uno de los tantos que se acercó a trabajar conmigo. Venía del peronismo y de los grupos de trabajo de Franco Macri. Cuando Macri padre tiene el gran crecimiento en el país, en tiempos en que Mauricio no estaba tan metido en la empresa, los principales Ceos con mucho futuro eran él y (José Octavio) Bordón. Todo al punto tal que Carlos Grosso fue nombrado como potencial candidato a presidente cuando gana la Capital Federal en la interna peronista.
–Usted conoce muy bien al Presidente. ¿Cómo analiza estos meses de gestión?
–Definió algunas cosas que son de manual, como salir del dólar atado, sacar los subsidios o abrirse al mundo. Había unanimidad para todo. Después venía un cambio en la política energética y Macri creía que alcanzaba con poner un funcionario como (el ministro de Energía, Juan José) Aranguren pensando que un gran conocedor, desde el ámbito privado, podía resolver la crisis del mal manejo kirchnerista. Lo que no tuvo en cuenta es que la cabeza de Aranguren siguió funcionando como cuando estaba en Shell.
Cuando uno está en una empresa privada tiene un patrón. En ese caso debía responder a la Corona de Holanda, a los grandes accionistas del mundo y si hay que hacer una reducción, o aumentar el precio, lo hace. Lo que no se dio cuenta es que su patrón pasó a ser el pueblo argentino. Tomó decisiones sin entender el escenario político que tenía que resolver. Insisto: nadie discute que había un retraso en el valor de los subproductos del petróleo, o gas, pero no es lo mismo aumentarles el gas a los habitantes de la Avenida Libertador, que calefaccionan sus piletas, a aumentarles la energía a aquellos que consumen garrafas. Hoy se pagan las consecuencias de un inexperto político.
–¿Cree que Aranguren no está capacitado para el cargo?
–No. La política del macrismo, en materia energética, es peor o igual a la del gobierno que pasó. Lo digo con total autoridad porque nadie puede decir que soy kirchnerista. El kirchnerismo privilegió sus intereses populistas, políticos y sus negocios dentro de un plan orquestado para obtener beneficios y, al mismo tiempo, manejar las economías de las provincias productoras de gas y petróleo. Para eso congeló, con resoluciones de la Secretaría de Energía, el valor del gas y el petróleo. Con la llegada del (actual) gobierno le carga sobre las provincias el aumento de gas. La política no sólo está errada. Cuando dije que Kirchner se equivocaba subsidiando para armar negocios, hoy digo que Macri está haciendo lo mismo con otro modelo pero perjudicando los intereses de las provincias.
–Dijo que habló con muchos referentes del peronismo. ¿Hubo diálogo con Roberto Lavagna y Daniel Scioli?
–Charlamos con Lavagna de política cuando era candidato a presidente, tuvimos una reunión de trabajo. Realmente ninguno iba a dejar de lado sus expectativas. Sólo fue una charla de trabajo de dos dirigentes porque yo lo conocí cuando era ministro de Economía. Siempre me decía que no nos veíamos seguido porque mi provincia andaba bien. Yo, en ese contexto nacional, era el único gobernador de un partido provincial tan importante como el Movimiento Popular Neuquino (MPN). Cuando íbamos con el resto de los gobernadores a discutir algo con algún presidente, siempre iba alguien del radicalismo, otro del peronismo y yo por el MPN.
–¿Y con Scioli hubo diálogo?
–Sí, con Scioli hubo más de una charla. Cuando yo estaba haciendo campaña él analizaba si podía ser candidato.
–¿Y qué pasó que no avanzó?
–Es que yo no me junté con Scioli para hacer una candidatura en conjunto. Hablamos porque tenía un lugar en la política argentina por ser presidente del MPN y gobernador. Por ser la provincia que es Neuquén, con el 50 por ciento de recursos energéticos (del país), uno pasa a ser alguien importante en el contexto nacional.
–Fue de los primeros que criticó al kirchnerismo por el estilo de gobernar ¿Qué puede decir de los 12 años de poder?
–Es muy simple, (Néstor) Kirchner tenía la característica del pusilánime.
–¿Y cuál es esa característica?
–La característica del pusilánime es `A los de arriba les chupo las medias y a los de abajo los mato'. Él los traicionó a todos pero cuando eran presidentes (por Carlos Menem o Eduardo Duhalde) era el primero que iba a chupar las medias. Como gobernadores hacíamos un acuerdo, Kirchner se sentaba en la mesa, pero salía por otra puerta y hacía uno para Santa Cruz. Cristina fue igual cuando era senadora y diputada nacional. En el inicio de la política populista yo tenía en claro que iba a traicionar a todos los que lo habían acompañado para llegar y comenzó a armar una mafia económica. Todo lo que pasa en la Argentina no es casualidad; cuando denunciaba al Grupo Plaza, yo era un paria. Perfeccionó el sistema de acumular poder político con el dinero y la corrupción en paralelo con los socios y, algunas veces, él siendo dueño. Lo termina de perfeccionar cuando Cristina va de presidente. Ella manejaba la parte oficial y él todos los negocios por izquierda pero todavía hay cosas que no se quieren hablar.
–¿Por ejemplo?
–YPF. ¿Alguien piensa que YPF es de la familia Eskenazi? A la familia Eskenazi le dijeron que podía comprar el 26 por ciento de las acciones de YPF ¿Quién le daba el crédito? Repsol-YPF ¿Cómo lo pagaban? Con las ganancias que generaba YPF. Se retiraba la plata para que los Esquenazi pudieran pagar la cuota (risas). ¿Entonces qué hizo la gente de Repsol YPF? ¡Ah! Como retiran los Esquenazis, yo también retiro la plata y me la llevo afuera. El principal culpable de que se le retirara la plata a YPF, y se vaciara, es el kirchnerismo, porque se armó el esquema para que los Eskenazi pudieran comprar las acciones y la pagaran con la ganancia de YPF. Ahora digo ¿Kirchner y Cristina Kirchner eran tan generosos que le dieron este gran negocio a los Eskenazi o estaban adentro? Es simple, pero nadie habla de este tema porque hay demasiados intereses.
–¿Quizá en el gobierno actual hay intereses?
–Le doy un ejemplo. A Cristóbal López, por veintipico de años, le dieron la explotación de Palermo. Eso está dentro de la Ciudad. ¿Quién le dio la autorización para que lo explotaran? El Gobierno de la Ciudad.
–¿Entonces Macri tiene negocios en común con la familia Kirchner y Cristóbal López?
–Estas cosas a mí me dicen que algo hay. Yo no tengo los papeles, pero si le dieron la autorización por los próximos 20 años… se la dio el kirchnerismo, es cierto, pero también las autoridades de la Ciudad. Si no se dieron cuenta (…) bueno, es grave. Pero nadie se mete con estos negocios porque hace mucho ruido. El problema no es Cristóbal López. Estas cosas son las que dije durante muchos años y le puedo asegurar que pagué las consecuencias. Las sigo diciendo porque no vivo de la política, vivo de mi empresa y peleo por hacer algún laburito (risas).
–Hay denuncias afirmando que la ex SIDE monitoreó sus movimientos. ¿Relaciona esa supuesta acción a Oscar Parrilli?
–Fui el único gobernador espiado por la ex SIDE y creo que tiene mucho que ver (Oscar) Parrilli. Nunca me perdonó que le ganara las elecciones del 91, cuando él era menemista porque fue el vocero de la privatización de YPF que criticó cuando fue kirchnerista. ¿Sabe quién le venía a hacer campaña a Neuquén en contra del MPN y de Jorge Sobisch? Domingo Cavallo, a quien se lo pasó denostando. Todavía tengo los discursos de Cavallo con Parrilli al lado. Ese tipo de cosas algunos no me las perdonan. Se las fui diciendo a Parrilli cuando era secretario general de la Presidencia, le dije que no podía cambiar nada en el país.
–¿Parrilli tiene una obsesión con usted?
–Él tiene una obsesión porque políticamente en Neuquén no existe. Llegó a ser quien es porque había estudiado con los Kirchner, se conocieron en la facultad. Aquí, en la provincia de Neuquén, si se presenta a elecciones no gana ni en un club. Así era la matriz de ellos: corrupción por un lado y presión y chantaje por otro. A más de uno le callaron la boca tirándole una carpeta. No tenían una carpeta para tirarme a mí. Si no. me la habrían tirado.
–Como ex presidenciable, ¿qué piensa de Sergio Massa o Florencio Randazzo?
–Primero hay que ver dónde Randazzo va a ser candidato a presidente. Eso no está definido y genera incertidumbre. Sin lugar a dudas, de la mayoría de los políticos argentinos, el que ha tenido un trabajo más sólido ha sido (Sergio) Massa. Se puso en la consideración del público como un político con sentido común en una etapa donde el Gobierno está a los tumbos. Hay una oposición con una cuota de seriedad y eso a la sociedad le parece interesante, pero hay que esperar a ver qué pasará con el peronismo, el kirchnerismo o el radicalismo. Creo que es el mejor posicionado. Las encuestas la ponen a (María Eugenia) Vidal primera y después a Massa.
–¿Con Vidal ingresa su planteo de político exitoso?
–Vidal de gestión no tiene nada, pero es un producto que el poder de difusión de la Argentina, manejado por empresarios y periodistas de nota, necesita tener dentro del macrismo como una figura para el futuro. Ellos decidieron que es Vidal a pesar de que no hizo nada. Si resuelve bien su principal problema, que es manejar la provincia de Buenos Aires, va a ser una gobernadora con posibilidad de ser presidenta y eso rompería todos los moldes.
FUENTEALBA
–El asesinato de Carlos Fuentealba terminó con su sueño presidencial…
–Obviamente, un impacto de una desgracia de esa naturaleza, a cualquiera que está en una campaña presidencial directamente es un certificado de defunción, cosa que asumí inmediatamente. La pregunta es por qué seguí.
–¿Y por qué siguió?
–Porque salí al país a decir mi verdad. Yo medía 15 puntos y a partir del tema Fuentealba pasé a medir 1.5. Hice toda la campaña sabiendo que medía eso pero quería decir mi verdad. En mi recorrida por el país, la primera pregunta de los periodistas era esto. Tuve la oportunidad de decir mi verdad y por eso no me bajé; entendía que sería darle la razón a los que decían que tenía responsabilidad. El tiempo y la Justicia me dieron la razón primero en Fuentealba I, donde ni si quiera estuve imputado, y en Fuentealba II. Así y todo hubo una campaña para que apareciera el nombre de Sobisch. Yo creo que todo tenía que ver con el kirchnerismo.
–¿El kirchnerismo?
–Por supuesto. El kirchnerismo trabajó en la provincia de Neuquén ese día. Con los empresarios, el día de semana santa sacan solicitada que había que solucionar el tema de la ruta y cuando pasó lo de Fuentealba "Que se haga cargo Sobisch". Me pasearon durante todas las instancias judiciales que las fui ganando. La reivindicación judicial tardó, como la personal, pero hoy camino muy tranquilo por cualquier lugar de Neuquén salvo que me cruce con alguien de ATEN (el gremio docente de la provincia) que tienen intereses claros.
–¿Usted dice que había influencia del kirchnerismo en la protesta?
–No hay dudas. Mandaron periodistas la noche antes para darle trascendencia nacional al corte de ruta. Nunca esperaron que hubiera un muerto, obviamente. Hicieron una operación, creo que trabajaron de acuerdo con los sindicatos también. Nosotros trabajamos, toda esa semana, incluso con los gremios sentados, en las reuniones con vialidad (para saber) por dónde se podía pasar para no cortar la ruta y ellos estaban obstinados en cortar El Carancho para que no se pudiera pasar y para que estuviera el enfrentamiento. Fue premeditado todo ese trabajo.
–¿Y quién lo premeditó?
–Kirchner, en forma personal, y Parrilli. Kirchner nunca me perdonó que le dijera en la cara que era un chorro y un cobarde. Fue tapa de Clarín. Yo lo pensaba.
–¿Usted hace alguna autocrítica? ¿No tendría que haber hecho algo más aquella jornada?
–Es que yo hice absolutamente todo para que no hubiera enfrentamiento. El camino complementario, le pedí a la Policía que tuviera cuidado. Todo, absolutamente todo, pero pasó.
–¿Qué puede decir de Fernando Esteche? Estuvo detenido en su tiempo por una causa (un escrache) que lo involucraba a usted.
–Todo el mundo sabe que Esteche pertenece a los servicios de inteligencia. Hizo una declaración, que le grabaron, en la que se reía de la gente que mandaba como carne de cañón. Si usted me pregunta si yo tengo algo contra (...) no, porque es una basura. Siempre pensé que era una basura y después, cuando quedó en evidencia que pertenece a los servicios de Inteligencia y mandaba a la gente a cortar rutas porque él cobraba y vivía para eso, ¿qué puedo pensar? Es de los personajes que le hacen mucho daño a la democracia.
Me atreví a hacerle una denuncia y mandarlo preso. Entonces, obviamente, no me la perdonan. Cuanta gente me dijo "Qué bien, Sobisch". Pero me pregunto: ¿por qué no lo dijeron en la radio o algún lado? Me siento un tonto cuando me enfrento a estos personajes, los mando presos y me dicen qué bien.