Como ocurre con todo cambio de signo político en el Gobierno, el sector empresario inicia períodos de adaptación al nuevo hábitat. En ocasiones, como con el kirchnerismo, el ejercicio del poder sobre las entidades tiene modos más directos y bruscos; en otras, como en el ciclo Cambiemos, las intenciones se manifiestan de maneras menos ampulosas pero igual de concretas. Es esto lo que ocurrió hace unos días cuando se definió la nueva conducción de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), que aglutina a los “fierreros” del distrito productivo más importante del país. En principio, la puja entre el sector encabezado por el ex presidente Osvaldo Rial y la denominada Mesa de Industriales Bonaerenses, con Techint al frente, la definió la política, que eligió a dedo a Mario Gualtieri, un hombre de Avellaneda con vínculos estrechos con las huestes de Paolo Rocca y con el macrismo.
Había varios nombres en pugna, como el de Carlos Troilo, perteneciente a los “rialistas”, pero primó el alineamiento con el Gobierno de turno, de la misma forma que ocurrió con la conformación de la lista directiva en el mandato de Daniel Scioli.
El segundo factor determinante es un rumor fuerte de números inconsistentes y movimientos presuntamente dudosos de parte de la gestión anterior. En paralelo, se lee en la UIPBA el mismo movimiento que en plena campaña presidencial nacional ocurrió en la UIA, entidad madre a nivel federal: un triple juego de apuesta macrista sazonada por la mano de Techint y Arcor. Ese juego puso en 2015 a Adrián Kauffman Brea (Arcor) al frente de UIA y a Luis Betnaza, el delfín del Rocca, como titiritero tras bambalinas. Y en 2016 a Gualtieri en la UIPBA, rodeado de un grupo de segundas líneas afines al gobierno de María Eugenia Vidal. De hecho, el que terció fuerte en la interna de la entidad industrial bonaerense fue el ministro de Gobierno, Federico Salvai, que, desde su pedestal de hombre más influyente del gabinete provincial, casi instruyó el armado a su modo.
MI AMIGO EL COLO. ¿Quién es y cómo llega Gualtieri? Tiene una amistad de años con el actual vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli. Fueron vecinos cuando el funcionario aún compartía morada con la periodista Nancy Pazos en un barrio cerrado de la zona Norte. Él sugirió el nombre, pero no fue el único factor. Gualtieri es dueño de la empresa Envases Hacer, que integra la cadena de valor de Techint. Le compra a los Rocca las chapas para los envases y el holding los tiene en un trato casi diario. Tan bien conceptuado estaba el hombre que lo nombraron -ni bien asumido Mauricio Macri- como director del Estado en la empresa Siderar. Para llegar a esa posición, hubo movidas desde varios cuadros de Techint: los principales fueron David Uriburu, dirigente de UIA, y Alejandro Gentile, presidente de UIA Joven y cuadro de Techint.
El mandato formal de Gualtieri empezará el 18 de agosto, fecha en la que dejará la conducción el “rialista” Pablo Reale. Para muchos, y sólo en consultas off the record, es descabellado que Gualtieri presida la UIPBA, pero entienden que la política históricamente tiene injerencia en los negocios. A la mayoría le llamó la atención la exclusión de Troilo y la particular ausencia de Federico Cuomo, otro de los pesos pesado de Avellaneda que desde hace tiempo milita en política empresaria.
A la línea de Rial se le cuestionaba la posición de dividir a las pymes de las grandes empresas, punto que terminó corriendo a la UIPBA de la UIA. Y esta reformulación de la conducción de la UIPBA es, precisamente, el regreso de los grandes jugadores, como el caso de Oscar Iglesias, de la automotriz Peugeot.
La duda que flota en el espacio bonaerense es si la UIPBA hará “vidalismo” explícito o no. Los menos entusiastas aseguran que sí, sobre todo basados en algunos mandos medios con intereses filo PRO, como el caso de Martín Rapallini, del polo industrial de Ezeiza, hermano de los intendentes de Maipú, y de Daniel Rosatto, con muchos intereses creados en la integridad del Parque Industrial de Berazategui. Los que van por el “no vidalismo” lo sustentan en que la recesión y el derrumbe productivo no permiten evitar la crítica. Y auguran una pelea larga con Vidal y el gobierno federal.
El broche de oro de la nueva conducción fue la renuncia del propio Rial, un histórico de la entidad. En parte por problemas de salud y el resto por ciclo cumplido. La mayoría lo quería afuera, sobre todo Techint, que en charlas con las nuevas figuras se prometió borrar de la entidad a todos los que quedaron como herencia.
@leandrorenou