Quienes planificaron y perpetraron el asalto a la residencia oficial del ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, golpearon con certeza: a seis meses de la asunción de la gobernadora María Eugenia Vidal, en la Provincia a nadie escapa que Salvai es Vidal.
El funcionario es el colaborador de mayor confianza de la gobernadora. Más: es su único operador político legitimado. Conoce cada movimiento de la mandataria y maneja su agenda. Lo saben bien los intendentes y los legisladores. Lo saben todos: cuando habla Salvai, habla Vidal. Hablar con él es como hablar con ella.
Es abogado y periodista. Y fue uno de los ambiciosos jóvenes que se sumaron al PRO en los primeros tiempos de la agrupación que lidera el ahora presidente Mauricio Macri. Junto a su mujer, Carolina Stanley -hoy en la primera línea del Gobierno nacional-, se incorporó al equipo de Vidal cuando la gobernadora conducía el Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires. Designado jefe de gabinete de esa cartera en 2008, Salvai se convirtió en un "imprescindible" para la entonces ministra.
Fue quien la acompañó en su ascenso meteórico en el universo macrista, siempre en la línea del actual jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Fue, además, el primero y por un buen tiempo el único nombre que se mencionó como integrante del gabinete de Vidal en caso de que su jefa ganara la gobernación. Por ese entonces, ya ocupaba una banca en la Legislatura porteña.
Cuando Vidal ganó la Provincia, Salvai se erigió en el vocero con mayor autoridad para hablar de la transición que comenzaban a caminar. La primera vez que la electa gobernadora pisó la Casa de Gobierno, en La Plata, lo hizo con él.
Antes de esto, Salvai había sido el coordinador de los dos encuentros "de transición" que se realizaron entre sciolistas y vidalistas. Como buen hombre de confianza, el ministro de Gobierno se encargó de varias de las negociaciones más importantes. Y fue la voz de Vidal en la pulseada política que se llevó a cabo en la Legislatura, donde sellaron un acuerdo con el Frente Renovador, en detrimento del FpV. Sigue siendo el operador de los proyectos más importantes que cruzan la Plaza San Martín desde la Gobernación hacia el Parlamento provincial.
En el amanecer de la gestión, Salvai participó de los encuentros seccionales con los 135 jefes comunales de la provincia, que viajaron a La Plata para buscar el auxilio del Gobierno para hacer frente a los pagos de salarios y medio aguinaldo, como empiezan a hacerlo otra vez ahora, cuando se acerca el pago del primer medio complemento salarial de este año. Y también fue el asesor de la gobernadora en la confección del organigrama de varias de las principales dependencias. En algunas de ellas, colocó a personas de su confianza, como sucedió en la neurálgica Agencia de Recaudación Buenos Aires (ARBA).
Ya con la administración Cambiemos en marcha, Salvai se sumergió también en la construcción del liderazgo político de Vidal. Fue el primero –y el más convencido- en plantear que la gobernadora, además de manejar las riendas institucionales de la Provincia, debía ser la jefa partidaria del PRO bonaerense.
Por eso, no es un dato menor el golpe perpetrado en la madrugada de este miércoles: acertó en el corazón mismo del poder vidalista.