La Legislatura porteña será un lugar clave durante el primer mandato de Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Por el edificio de Perú 160 pasarán los ambiciosos proyectos que el alcalde presentó como parte de su plan de gobierno, pero la relación del hombre que eligió para interactuar con los diputados, al menos por ahora, está quebrada.
Por el momento, el jefe de Gobierno delegó en Felipe Miguel el diálogo con los legisladores porteños. Es algo lógico y hasta de manual, aunque para el mundo PRO es más como una tradición. En el gobierno de Mauricio Macri, Larreta se comportaba como un jefe de Gabinete presente en todas las acciones del partido y con una relación fluida con el bloque de diputados, incluso con los ediles opositores.
La decisión no cayó para nada bien en la Legislatura. Los diputados con mayor recorrido político menosprecian el “perfil técnico” de Miguel y se agarran la cabeza cuando el coordinador ministerial los llama para pedirles “locuras”, como volver atrás con iniciativas aprobadas hace un año.
“Nos dice lo que tenemos que hacer y no tiene idea de lo que habla. Se piensa que juntar 40 votos es fácil”, fustigó un diputado oficialista.
Parte del enojo del bloque PRO corresponde a la no concreción de acuerdos preexistentes entre los distintos espacios del partido. No obstante, en los últimos días la bronca escaló porque Felipe se “inmiscuye” en “temas nuestros”; es decir, en la práctica cotidiana del Parlamento.
Días atrás, las autoridades del bloque recibieron correos electrónicos por parte de la Jefatura de Gabinete en el que se reclamaba por leyes impulsadas por la oposición y aprobadas por unanimidad que generaron conflictos en una de las comunas porteñas. Básicamente, el Ejecutivo increpaba al Poder Legislativo por algunos temas y le pedía deshacer la normativa.
El reclamo produjo un terremoto en la Legislatura y la discusión se trasladó a las periódicas reuniones de seguimiento que se realizan en la Jefatura de Parque Patricios. Los diputados tuvieron que explicarle a Miguel que uno de los expedientes en cuestión era un pedido particular de la oposición que el PRO insertó en el acuerdo de fin de año con el kirchnerismo para aprobar la batería de expedientes que el propio Larreta “exigió” para comenzar su mandato.
De todas formas, la herida no sanó. Esta semana, durante la reunión de seguimiento en la que se habló de temas de Seguridad, el Ejecutivo cursó invitación a algunos diputados oficialistas. Se hablaron varios temas, pero en un momento funcionarios de la Jefatura de Gabinete les pidieron que se vayan.
Un joven del equipo de Felipe Miguel les dijo que "hubo un error" y que debían retirarse. Llegaron puntuales, se ubicaron en sus asientos pero les dijeron que no podían participar. Los legisladores tuvieron que salir de la reunión y se refugiaron, indignados, en el salón contiguo bebiendo café y comiendo medialunas. La noticia viajó a la velocidad de la luz hacia los despachos de las autoridades del bloque oficialista.
Por esa tensa situación hay diputados que decidieron no participar más de las reuniones de seguimiento que encabeza el Ejecutivo pero invita a legisladores y otros miembros del gabinete. El presidente de la bancada PRO, Francisco Quintana, y la vicepresidenta primera de la Legislatura, Carmen Polledo, son quienes más hablan con Miguel, aunque tienen línea directa con Rodríguez Larreta. Ambos tienen un rol componedor y buscan calmar los ánimos y bajar el enojo de los diputados para con el jefe de Gabinete.
El jefe de Gobierno sabe que el vínculo con los diputados es primordial. Así lo pensaba como coordinador de ministros y lo cree actualmente. También, entiende que Miguel ejercerá ese rol desde otro ángulo y eso ocasiona un reproche constante, incluso de otros miembros del gabinete.
Por eso, Larreta mantiene aún su anterior función. “Horacio es jefe de Gobierno pero también es jefe de Gabinete. No se puede desprender de lo que es”, confiesa uno de sus colaboradores.
No es casual que en el medio de esta especie de crisis entre la Jefatura de Gabinete y la Legislatura, el alcalde citó a todo el bloque PRO a desayunar a “La Panadería de Pablo”. El lunes 21 de marzo se encontrarán en el coqueto restó del chef Pablo Massey, ubicado sobre la calle Defensa. Toda una ironía.
En ese encuentro se abordarán temas del día a día de la Legislatura y se supone que Larreta pedirá avanzar con los proyectos que quedaron pendientes del 2015 y aplacar ánimos para descongelar la era de hielo entre los miembros de su gobierno.
El vínculo que consiguió Larreta con los diputados se remonta a sus tiempos de jefe de Gabinete. Esa cercanía respondía a una propia decisión del entonces alcalde. Macri siempre creyó que los diputados eran “vagos” y no les daba mayor importancia hasta que lo auxiliaron durante el escándalo de las escuchas ilegales y evitaron su juicio político, a pesar de la presión de la oposición.
La cintura política de Larreta y la concentración total de poder que tenía por su asiento en la Jefatura de Gabinete lo volvieron un actor indispensable del partido con el que todos debían hablar o al menos interactuar. Esto se tradujo en lealtad cuando el PRO atravesó su primera interna: la mayoría de los legisladores se volcaron por el ex interventor del PAMI antes que por Gabriela Michetti.
Como prueba del doble rol de Larreta, el jefe de Gobierno invitó a todo su equipo a una especie de “retiro” en el Hotel Sofitel La Reserca Cardales. Ahí se habló de gestión, de la relación con el gobierno nacional, de las metas de gobierno aunque el objetivo principal era fortalecer al grupo y dialogar en un clima más relajado.
Participaron todos los ministros y algunos secretarios. También se invitó a Polledo y a Quintana, quienes llegaron más tarde el miércoles porque, como cada semana, tienen que presenciar la reunión de labor parlamentaria en la que se deciden los temas a tratar en la sesión del día siguiente. El jueves debieron volverse antes porque en la Legislatura hubo sesión ordinaria. Desayunaron solos y partieron hacia el microcentro porteño.
La reacción de Miguel
El trabajo y los modos del jefe de Gabinete de Larreta generaron enojos y cortocircuitos con los diputados, pero también con los otros ministros del Gobierno porteño.
A sabiendas de esa incómoda situación, Miguel reunió a todo el gabinete el viernes 11 de marzo en un restaurant de la Capital Federal. Todos fueron invitados para “conmemorar” y “festejar” los primeros tres meses de la gestión, pero a nadie se le escapó que la intención era mostrarse fuerte antes los cuestionamientos.
El jefe de Gabinete no quiere que se desdibuje su figura y sabe que tiene a un compañero de equipo comiéndole los talones. El vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, no para de recibir llamadas y atender reclamos de funcionarios porteños.
Fue Santilli quién resolvió el conflicto entre Larreta y Cristian Ritondo por la deuda de lugares en organismos públicos que, según el hombre de Mataderos, Miguel se “encargó de incumplir”. Bastó una reunión entre Roberto Quattromano y "el Colo" para olvidar los disgustos y dejar atrás los chispazos. Entre peronistas, también dentro del PRO, se entienden rápido.