El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ingresó a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires pasada las 8.15 de la mañana. Minutos antes, había llegado su vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, quien lo aguardaba en las oficinas contiguas al Salón Eva Perón.
Ambos se encontraron con la vicepresidenta de la Legislatura, Carmen Polledo, quien los condujo hasta una reunión con los embajadores que se acercaron a escuchar el discurso de apertura de sesiones del flamante alcalde porteño. De ese breve encuentro, participaron los representantes de Irlanda, España, Reino Unido, Túnez, Malasia, Panamá y Chile, entre otros.
Luego de esa reunión, Larreta ingresó al recinto porteño a las 8.38, junto a Santilli. Con camisa blanca y sin corbata, el jefe de Gobierno se ubicó en su asiento, se acomodó los anteojos y comenzó a hojear el discurso impreso que en segundos comenzaría a leer.
En paralelo, todo su gabinete y los miembros de los organismos autónomos de la Ciudad se sentaban en la primera fila del recinto, mientras que un grupo de diputados del Frente para la Victoria bajaba las escalinatas para llegar a sus bancas.
Hubo quienes llegaron más tarde y se quedaron sin lugar en las gradas, a pesar de que se habilitó la tribuna superior, que únicamente se abre ante pedidos de las autoridades del Deliberativo. Fue el caso del titular de Sbase, Juan Pablo Piccardo, quien desde una de las puertas del recinto se paraba en puntas de pie para poder observar al jefe de Gobierno.
En la platea en la que suelen ubicarse voceros y asesores de los diputados opositores se pararon tres dirigentes muy cercanos a Rodríguez Larreta: Karina Fernández, Facundo Carrillo y Fernando “Bana” Benegas dialogaban entre sí, mientras auditaban el mensaje de su líder político.
El titular del Ejecutivo leyó todo su discurso y levantó la vista en pocas oportunidades durante los 26 minutos en los que habló. Una de esas fue para saludar con un liviano gesto a una mujer que lo alentó desde la tribuna superior.
En la previa al inicio de la sesión, los legisladores oficialistas mostraban preocupación porque no sabían si luego del discurso se realizará el tradicional agasajo en el Salón Eva Perón, donde funcionarios y ediles se mezclan para dialogar y compartir algunas bebidas y un modesto servicio de catering.
Como cada año, luego del mensaje de Larreta hubo una concentración en el salón contiguo al recinto y hubo lugar para todos, aunque parte de la oposición política decidió no participar del convite.
Entre los presentes se destacó el ex futbolista campeón con Racing Club José “Pepe” Chatruc, quien se acercó “como vecino” pero tiene cercanía con el subsecretario de Deportes porteño, Luis Lobo, a quien le confesó que quiere “colaborar” aunque “desde afuera”.
En el Eva Perón abundaron las masitas y los sándwich de miga, pero las masitas eran “rellenas” y desbordaban de dulce de leche, una situación que incomodó al diputado de la Coalición Cívica Maximiliano Ferraro, quien dejó estampado el dulce en su fino saco. La situación fue adelantada por la macrista Victoria Roldán Méndez, quien lo alertó rápido y evitó que el enchastre sea mayúsculo.
Curiosamente, mientras muchos funcionarios y legisladores dialogaban en ese salón, un grupo reducido se congregaba, a pedido de Larreta, en el despacho de Presidencia de la Legislatura, que ahora es ocupado por Santilli. Además de ellos dos, estaban el diputado Agustín Forchieri y los ministros Andy Freire (Modernización), Franco Moccia (Desarrollo Urbano y Transporte) Eduardo Macchiavelli (Ambiente y Espacio Público) y Bruno Screnci Silva (Gobierno).
En ese encuentro VIP también hubo catering, pero fue para pocos. Quienes orbitaban el despacho marcaron que se trató de una “mini reunión de gabinete”, debido a que estaba la cabeza del Ejecutivo junto a algunos de sus ministros. Durante ese breve lapso Larreta “aprovechó” para hablar sobre la gestión junto a sus funcionarios y luego partió raudamente hacia el Congreso para escuchar a Mauricio Macri.