Como en la buena música, en la política los silencios pueden ser más significativos que los sonidos. En otros términos: lo que deja de anunciarse tras una esperada negociación entre opuestos puede resultar indiscutiblemente más resonante que lo que se anuncia formalmente.
La aseveración aplica para lo que sucedió este miércoles por la tarde tras la esperada cumbre entre el Gobierno y la CGT, cuando las partes anunciaron una lista de medidas consensuadas en la que faltaba nada menos que la solución a la demanda más importante, el punto crítico de la agenda de los trabajadores en el concierto inflacionario: la recomposición salarial.
En tandas separadas, el triunvirato conductor de la CGT y los funcionarios del Gobierno -el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana- anunciaron la lista en cuestión (ver aparte “Exención parcial…”), pero el bono de fin de año no estaba. La paritaria, menos todavía. Por toda respuesta, de un lado y del otro dijeron que la cuestión se va a discutir el miércoles próximo en una mesa de diálogo "por la producción y el empleo", a la que también se van a sentar los principales empresarios del país. Lo más importante, ausente. Un silencio que aturde.
Los sectores del movimiento obrero que están a favor del paro no tardaron en quejarse. Desde la Corriente Sindical Federal, a la que adhiere la Asociación Bancaria, el dirigente gráfico bonaerense Héctor Amichetti aseguró a Letra P que lo definido representa el triunfo del Gobierno. Según dijo, "gana la administración de Macri, que no modifica sus posturas centrales: los despidos, especialmente en la industria, y la paritaria", porque, agregó, "si la reemplazamos por un bono, le damos al Gobierno lo que necesita para enfriar la economía, mantener la recesión para bajar la inflación y el poder adquisitivo del salario para lograr la competitividad que reclaman las empresas".
Y LOS GANADORES SON. En los días previos a la cumbre, los empresarios desplegaron una intensa campaña contraria a la reapertura de las negociaciones salariales. En realidad, para ser justos, hay que decir que la CGT no insistió mucho. Pero es cierto que los hombres de negocios más enérgicos para parar la iniciativa que pujaba desde sectores periféricos del gremialismo como condición elemental para frenar un paro nacional fueron los industriales de la UIA. El dirigente salteño José Urtubey y el referente alimenticio Daniel Funes de Rioja marcaron la cancha sin titubeos: "No hay ninguna posibilidad de pagar un bono generalizado", lanzaron en términos idénticos a todos los medios que quisieron escuchar la posición empresaria.
Para el último fin de semana, la paritaria ya no era una chance en la consideración de nadie. Los sindicatos admitieron rápida e informalmente que no sucedería y se concentraron en el reclamo del bono. En pocas palabras, cedieron ante la primera negativa del Gobierno.
Pero este miércoles volvieron a ceder porque, al cabo de la reunión clave, tampoco hubo anuncio alguno sobre el bono. Más todavía: la definición del paro, que el triunvirato conductor, aún cuando está facultado para tomar decisiones, ya había pateado para la reunión del Consejo Directivo de la CGT prevista para este jueves, ahora recibió otro certero kick hasta dentro de una semana, cuando se sienten a escuchar lo que las empresas, con el mango de la sartén bien afirmado, están dispuestas a pagar como plus de fin de año en la "mesa por la producción y el empleo".
El Gobierno, que todo el tiempo movió sus fichas con precisión y sentido de la estrategia para que las cosas fueran de este modo, oficiará de anfitrión. La posibilidad de que los sindicatos terminen ese día acordando un bono son altas si es que las contradicciones internas de la CGT no fuerzan un cambio de planes antes del miércoles. Así y todo, circuló en las últimas horas en Mar del Plata, donde se realiza el tradicional Coloquio de IDEA, que entre los empresarios y el Gobierno crece la sensación de que, si el paro es inevitable, es preferible que suceda pronto para descomprimir la tensión acumulada antes de que los calores de fin de año empiecen a sofocar más de la cuenta.
LA GRIETA DE LA REUNIFICACIÓN. En la interna sindical, los alborotados siguen siendo los que eran. Antes de que terminara la reunión, el secretario Adjunto de Camioneros, Pablo Moyano, reiteró por enésima vez su demanda de una medida de fuerza. Después, con los "acuerdos" parciales sobre la mesa, salió a ratificar su posición. "no estoy de acuerdo con lo firmado", avisó. En la línea moyanista militan otros como el propio integrante del triunvirato Juan Carlos Schmid y el secretario general de la UDA, Sergio Romero, entre otros.
Amichetti cuestionó que a priori "los problemas centrales no estaban en la mesa de diálogo con el Gobierno". Insistió con que "la reapertura de la paritaria no estaba y es central para no generar más recesión y seguir poniendo en riesgo más puestos de trabajo". En ese sentido, lamentó que esta semana más empresas anunciaron suspensiones y despidos por lo que volvió a exigir a la conducción que llame a un paro "con plan de acción". El bono, moderó, "no es algo que vamos a desmerecer, como tampoco los apoyos a sectores vulnerables, pero son insuficientes”.
En la línea del triunvirato habló el titular de UPCN, Andrés Rodríguez, quien destacó a radio Del Plata las coincidencias con el Gobierno pero no descartó la posibilidad de un paro si el encuentro del miércoles arroja malos resultados. En diálogo con el mismo medio, el referente de la CTA, Pablo Micheli, ratificó tras el cónclave que su posición es favorable a un paro nacional: "Hace rato que están dadas las condiciones", resumió.