Hoy, el massismo está enfermo de bipolaridad. Mientras sus líderes operan en tándem con el kirchnerismo para esmerilar el potencial electoral del candidato a presidente de Cambiemos, Mauricio Macri, los escalones más bajos del armado del Frente Renovador (FR) en la provincia de Buenos Aires conviven en una estructura de virtual acefalía y desconducción y, con el único objetivo de asegurar su propia supervivencia en sus municipios, buscan crear puentes hacia el PRO para trazar acuerdos locales y evitar derrotas en manos del Frente para la Victoria (FPV).
Tanto desde la alianza Una Nueva Alternativa (UNA, el frente que reúne al massismo y al delasotismo) como desde el Frente para la Victoria tienen sus municiones concentradas en Macri. Más allá de la explosión del caso de los contratos directos a la consultora de Fernando Niembro –que terminó en la renuncia del primer candidato a diputado nacional de Cambiemos en la provincia-, hace tiempo que entre el massismo y el kirchnerismo no se dedican ataques exclusivos. A los dos, desde algún lugar, les cierra la estrategia: al candidato a presidente de UNA, Sergio Massa, le sirve que el FPV le apunte al candidato amarillo en su afán de trepar al –todavía lejano- segundo lugar; mientras el candidato presidencial del oficialismo, Daniel Scioli, necesita que Massa no se caiga para estirar la brecha con Macri y soñar con una victoria en primera vuelta.
-Este martes, el periodista Víctor Hugo Morales, de indisimulada filiación K, les dio media hora de su programa de Radio Continental a Massa y a Solá, en una entrevista llamativamente edulcorada. El relator uruguayo los presentó destacando “la alta calidad de los invitados de hoy”.
-Ese mismo día, por la noche, Massa se despachó a sus anchas en el programa de Gustavo Sylvestre en C5N. Allí relativizó el conflicto tucumano y se mostró a favor de respetar el resultado que arrojó el escrutinio definitivo.
-Este jueves, Massa se sumó al coro de condenas a la clausura de instalaciones de ese canal de noticias dispuesta por el Gobierno de la Ciudad. Lo hizo al aire, en una entrevista telefónica con un encendidísimo Roberto Navarro, el periodista más jugado contra Macri del grupo de medios del empresario Cristóbal López.
-Un rato después, por la noche, Solá entró agitado al set del programa Intratables, en América. Había estado de gira por el interior bonaerense pero no quería perderse ese espacio para castigar al macrismo. Dijo que las clausuras fueron “una gran torpeza” de la administración porteña y, enérgico, negó cualquier posibilidad de que la medida contra C5N pudiera haber sido "una casualidad”. Opinó que, en rigor, fue consecuencia directa de la emisión de un programa furiosamente anti PRO que había emitido el canal la noche anterior.
Mientras tanto, muchos de los massistas que caminan con los pies pegados a la llanura bonaerense, atendiendo la dinámica doméstica de sus territorios, hacen otras cosas.
Los intendentes renovadores bonaerenses que buscan quedarse con otro mandato en sus municipios padecen en forma directa dos problemas complejos del armado massista post primarias. Uno es la ausencia total de Massa, más centrado en recorrer el país con su batería de propuestas bajo el brazo que en fortalecer la presencia de su espacio en la provincia que agrupa casi el 40% de los votos de todo el país. El otro es la anarquía que reina en el FR: esa mesa chica que ordenaba el camino que debía transitar el espacio que emergió con fuerza tras su victoria en las legislativas 2013 hoy perdió jugadores en manos del kirchnerismo, mientras otros abandonaron el plan de máxima para concentrarse en la batalla de sus propios distritos.
El que más preocupa es el de San Miguel. El intendente Joaquín de la Torre es el único de esa “guardia de hierro” que mantuvo la campaña de Massa que no dio el salto al kirchnerismo. Los otros dos eran Gabriel Katopodis (San Martín) y José Eseverri (Olavarría), que firmaron su pase en la Casa Rosada días antes de las PASO. De la Torre sacó en las PASO del 9 de agosto el 31,3% de los votos, mientras el FPV, con cuatro aspirantes a la intendencia, trepó al 41,2%. Por eso tiene su mente y su esfuerzo concentrado en San Miguel y se lo ve poco y nada por Tigre, donde se había instalado desde las legislativas 2013 en rol de virtual jefe de campaña de Massa.
De la Torre busca un acuerdo, blanqueado o tácito, para que PRO baje de la candidatura a Octavio Frigerio, el candidato a intendente de Cambiemos en San Miguel, que apenas superó el 17% de los votos. Si no es una renuncia, que al menos haya una orden de “desinflar” su campaña y que lo que quede del armado macrista reparta la boleta cortada Macri-De la Torre. Desde el massismo ya dieron señales en este sentido: el lunes, Massa bajó a Dámaso Larraburu de su candidatura a intendente de Bahía Blanca para allanarle el camino al periodista y candidato macrista Héctor Gay, y dejarlo en una pelea mano a mano contra Marcelo Feliú, del FPV.
Este es el cuadro que buscan generar en acuerdos locales entre el massismo y el macrismo: evitar la competencia entre ellos para fortalecerse en algunos municipios y evitar, con eso, triunfos en manos del kirchnerismo. En Tres de Febrero también se dio algo de eso: si bien el aspirante a la intendencia de Massa, Martín Jofré, no se bajó de la pelea, tres concejales massistas ya dieron el salto y trabajan en la campaña de Diego Valenzuela, el periodista y hombre de Emilio Monzó que en las primarias quedó a apenas un punto del histórico Hugo Curto.
Hay otros dos casos que levantan la temperatura massista: el de Luis Acuña en Hurlingham y el de Jesús Cariglino en Malvinas Argentinas. “Estamos tan mal que vamos a perder con la mano derecha del tipo más desprestigiado de la Argentina”, esbozó un hombre ligado a Acuña sin nombrar a Juan Horacio Zabaleta, el candidato del FPV y mano derecha del vicepresidente, Amado Boudou. “Juanchi” sacó el 39,9% de los votos, dejando muy lejos a Acuña, con el 25,3%. El tercero en la pelea es Lucas Delfino, el candidato de PRO que se impuso en la interna de Cambiemos. El conglomerado opositor de centro derecha que armaron entre PRO, la UCR y la Coalición Cívica hizo una buena elección, con el 23,8%, menos de dos puntos por debajo del intendente que gobierna desde 2001.
En Malvinas Argentinas, el FPV ganó con el 40,2% de los votos, mientras Cariglino entró segundo, con el 39,3% y Cambiemos tercero y muy rezagado, con el 11,4%. En este municipio algún gesto macrista podría aportarlo a Cariglino –que coqueteó con su pase a PRO hasta último momento- podría aportarle al viejo barón del conurbano los votos suficientes para torcer la elección. En Hurlingham, en cambio, todo parece cosa juzgada.
A esta lista podría sumarse Marcela Passo, intendenta de General Lavalle, que encara tal vez la pelea más complicada de toda la provincia con un escenario de virtual triple empate con Cambiemos y el FPV, con una diferencia de dos dígitos entre las tres fuerzas.
Muchas voces massistas coinciden en que la mejor estrategia para afrontar el futuro de Massa es bajarle la presión a la campaña presidencial y rearmar el FR en la provincia de Buenos Aires. Hablan de “volver a las fuentes” para, desde allí, instalarse como fuerza política no sólo con potencial legislativo sino con poder territorial. Ya no con ese mapa pintado de amarillo y rojo, como el que consiguió dos años atrás, pero al menos con una carta de presentación de intendentes que sirva como referencia a la hora de sentarse a negociar en cualquier mesa política. Hoy, los únicos que respiran medianamente tranquilos son Julio Zamora (Tigre) y Luis Andreotti. De la Liga de Intendentes, ese bastión central en el armado massista, no quedan ni migas.