La causa de la efedrina, la connivencia entre la política y el narcotráfico nos deben hacer pensar que hacerse el distraído y no pronunciarse sobre tamaño problema no puede ser una postura para quien quiere ser presidente de los argentinos.
Daniel Scioli no dice nada mientras los pre-candidatos a gobernadores de su partido se tiran con acusaciones cruzadas. Aníbal Fernández es el principal sospechoso de encubrir el crecimiento exponencial de la droga en el país. La 'morsa', apodo que la justicia, ocho años después del triple crimen, todavía no investigó a quien se refiere, tiene en su haber ser el responsable de no controlar (siendo su competencia de gestión) el aumento sideral que tuvo la producción de efedrina para ser usada como precursor químico en las cocinas de droga.
Fernández no puede explicar las veinticinco comunicaciones que tuvo con Alejandro Giancristóforo, asesor suyo que a su vez se comunicó 668 veces con Martín Lanatta, condenado e involucrado en el triple crimen.
Nada hizo tampoco Fernández cuando se opuso a la política de radarización de cielos que dependió de él. Dato curioso cuando se calcula que hay más de 900 pistas clandestinas en el país que sirven de logística para el tráfico de drogas.
Por su parte, Julián Domínguez es señalado por Fernández como comprador de droga a los transas y como responsable de la opereta en su contra.
¿Puede Scioli navegar en la mediocridad constante aún cuando está en juego quien lo sucederá en la provincia que gobernó, en la cual la miseria, los punteros que arrían pobres y la droga crece vergonzosamente? El asunto es que Scioli se llama a silencio. Silencio mordaz luego de haber impulsado las policías municipales sin la correspondiente coordinación con la bonaerense, y haber permitido la existencia de intendentes incompetentes o que dejan hacer, cuando de droga y tráfico se trata. Ahora sus candidatos a gobernar Buenos Aires son el Jefe de Gabinete de Cristina y el Presidente de la Cámara de Diputados Nacionales, ambos se disputan el control territorial y el descontrol de la provincia.
Indudablemente el candidato a presidente del FPV nos propone continuidad. Nada va a cambiar. En silencio, sin jugar, sin condenar a nadie, fiel a su estilo, Scioli no dice nada, no hace nada. Cuando el poder se comporta así termina siendo testaferro de las mafias.