Después de que Héctor Méndez elogiara la paritaria que Axel Kicillof firmó con los gremios por un 27%, algunos empresarios se dispersaron con destino a un encuentro en el Hotel Four Seasons en el cual uno de los temas centrales fue la determinación del Gobierno de liquidar uno de los proyectos más ambiciosos del magnate Eduardo Elsztain en materia de shoppings, o sea, el distrito Arcos en Palermo.
El Gobierno nacional le revocó el contrato de uso y explotación que había firmado con la Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado. La empresa había firmado un acuerdo por 25 años. La revocatoria es de diciembre de 2014, pero la empresa recién se notificó el lunes. En esta situación estarían todas las firmas que funcionan en los predios sobre Juan B. Justo.
Los empresarios cuentan que Elsztain enardeció, que incluso llegó a hablar con Julio De Vido y que así conoció que el oficialismo lo tiene en la mira nuevamente no solo por la promoción que hace de la candidatura presidencial de Mauricio Macri (el hermano de Horacio Rodríguez Larreta fue lobista de Irsa durante años) sino que también le estarían endilgando alguna relación con la avanzada judicial de casos que molestan al kirchnerismo, como Hotesur.
Por estas cuestiones es que el empresariado es el sector más desesperado porque llegue el 10 de diciembre. El clima de la campaña los devora y para colmo les frustra negocios. Algo así contaba el martes al mediodía Sebastián Eskenazi en un almuerzo en el restaurante Pizza Piola. El director del Grupo Petersen está recalculando su cercanía a Sergio Massa ahora que el Frente Renovador va a la cola de las encuestas.
Para colmo Eskenazi vive una situación compleja desde que un fondo buitre de Estados Unidos compró un juicio multimillonario contra el Estado argentino que fue iniciado por la empresa Petersen Energía luego de la estatización de YPF. Petersen Energía funciona en España y fue creada cuando el clan Eskenazi entró a la petrolera. Ese juicio ya avanzó en los tribunales del distrito Sur de Manhattan.
La politización extrema también lo dejó herido a Eduardo Eurnekián, aunque, comparado con los casos anteriores, es solo un detalle: el empresario deseaba ingresar al circuito financiero a través de la compra del banco Finansur, concretamente para adquirir la participación que dejaba el empresario Marcelo Figueras de laboratorios Richmond. Pero finalmente el banco quedó para Cristóbal López.