El gobernador bonaerense Daniel Scioli reunió a todo su gabinete de ministros, y frente a funcionarios, secretarios, subsecretarios, directores y empleados brindó su último discurso en Casa de Gobierno, antes de dejarle la posta a María Eugenia Vidal, que asumirá el próximo jueves 10 de diciembre por la tarde, como informó este portal.
Visiblemente tranquilo, con toda la vorágine de la campaña y la elección ya superada, se dedicó a agradecer el trabajo militante de todos los que colaboraron en su aventura por intentar suceder a Cristina Fernández de Kirchner.
“Nos pasó de todo, pero salimos con un reconocimiento social”, evaluó sobre sus ocho años de gestión, y cerró el capítulo de su peculiar relación con Gabriel Mariotto en su mandato diciendo que “me queda un compañerazo, un amigo para siempre”.
“No solamente ha sido un gran vicegobernador. Como toda relación humana y política al principio puede tener su tiempo de dificultades, me pasó a mí también con Néstor, pasa en la vida y en la familia. Cuando hay calidad humana y hay buenas intenciones… Terminamos una gestión y me queda un compañerazo y un amigo para siempre”, lo piropeó. Antes de empezar a hablar, y sin darse cuenta que lo tomaba el micrófono, se preguntó “¿Dónde está Gabriel?”, preocupado por tenerlo a su lado.
“La militancia, la entrega y el compromiso de ustedes nos permitió en las tres elecciones ganar la categoría a presidente en la provincia de Buenos Aires. Esto muestra un reconocimiento de la familia de la provincia a los avances que hemos tenido estos años”, analizó Scioli. En ningún momento dijo que perdió con Mauricio Macri.
El gobernador saliente dijo que no se va a ir a su casa. Habló de “seguir buscando dar un servicio al país, no necesariamente uno tiene que estar en un cargo para contribuir a la Argentina”. Al final, luego de los aplausos, anticipó que todo su trabajo estará volcado en la Fundación DAR.
Capítulo aparte para su relato acerca de su accidente en el río, cuando perdió su brazo derecho en una carrera. “Se van a cumplir el 4 de diciembre 29 años de mi accidente en el río; me acuerdo en esa situación de confusión y dolor que había perdido el brazo y me querían llevar a mí y yo dije ‘¿dónde está mi copiloto Luca Nicolini?’. En ese momento Luca tenía un sentimiento de culpa muy grande porque llevaba el acelerador y yo manejaba y él tenía que haber desacelerado y entonces me miraba con cara de culpa y me decía ‘qué te hice’ y le dije, ‘no te preocupes, vamos a volver y vamos a ser campeones del mundo’”, detalló.
Eso le dio pie para cerrar la tarde con esa misma frase, dos veces: “Vamos a volver y vamos a ser campeones del mundo”. Tras los aplausos, todos comieron y algunos hasta bebieron champagne.