La trampa para los nuevos intendentes

Los nuevos intendentes bonaerenses  enfrentan, aun antes de asumir, una crisis, que puede consumir su crédito ante la opinión pública apenas comenzada su gestión.

 

Su capacidad de liderazgo será puesta a prueba de manera inmediata y ese examen establecerá en gran medida, el éxito o el fracaso de su gobierno. Y como bien explican los especialistas “una crisis es una redistribución del poder” y el objetivo de este presente griego, esta herencia recibida,  es recortar el poder obtenido de las urnas ni bien comienza la gestión.

 

Varios reciben gestiones prácticamente fundidas por la combinación de una descomunal presión fiscal, aunque relajado su cobro en los últimos meses producto de la derrota electoral y una espiral irresponsable de crecimiento del gasto público, especialmente por el festival de nombramientos de hijos y entenados, a los que se los había mantenido todo este tiempo en una absoluta precariedad para evitar su independencia política.

 

Las primeras desiciones y las primeras declaraciones de los nuevos intendentes, porque de estos elementos:diagnostico, decisión y comunicación se constituye esencialmente el liderazgo, establecerán el marco en el que se van a desenvolver sus gobiernos  y un error de presentación puede generar expectativas equivocadas y permanentes rectificaciones que solo debilitarán su imagen ante la opinión pública de su distrito.

 

No está demás decir que la mayoría de los intendentes cuenta con una legitimidad compartida, por un lado está el esfuerzo y el liderazgo para generar en su ciudad un movimiento capaz de promoverun nuevo tiempo para su ciudad, pero por otro está la virtud de haber sido parte de una ola de cambio sin la cual era imposible,en muchos casos, ganar la elección local a grandes estructuras  políticas con cadenas clientelares que anulan todacompetencia electoral en igualdad de condiciones.

 

La naturaleza de esta legitimidad, más la herencia recibida en un contexto de recesión, una economía que hace cuatro años que no crece, las arcas del estado provincial y nacional  peor de lo que las recibieronde Duhalde en 2003 a pesar de haber atravesado la mejor etapa histórica de la economía nacional,arman el cóctel explosivopara condicionara las nuevas gestiones,  estableciendo un escenario de conflictividad y desgobierno que reinstale la idea de que con “ellos” esto no pasaba.

 

Esto implica, además de muchaprudencia, responsabilidad y virtud, responsabilidad para hacer lo que corresponde  y virtud para hacerlo bien, forjando las bases de un nuevo acuerdo con los  vecinos.

 

Liderar o engañar, ese es el desafío

 

Liderar esta etapa no será grato en lo inmediato,  implica establecer un marco realista sobre el estado de las cosas, los  responsables y las consecuenciasde tales políticas, estableciendo la necesidad de recuperar el gobierno como herramienta de progreso para todos y no como espacio de salvación de unos pocos.

 

Los que opten por seguir el estilo de liderazgo que ha primado en nuestro país, paternalista, oscuro y engañoso, subestimando a la opinión pública en su capacidad para comprender las consecuencias de sus actos, porque los gobiernos anteriores fueron productos también de sus decisiones electorales, construirán si es que lo logran, consensos y mandatos débiles que terminaran erosionado su propia base de apoyo político y electoral.

 

En cambio quienes opten por un liderazgo más trasparente y democrático, que devuelva a su comunidad la responsabilidad de sus decisiones, los que promuevan una adaptación a la nueva realidad que establezca cuál va hacer el esfuerzo de cada uno, como se van a repartir las cargas y los beneficios del gasto público, seguramente no será el más aplaudido el primer día, pero generara un contrato más sólido con su comunidad en el mediano y largo plazo y no será repudiado cada vez que se haga pública alguna de las consecuencias de su engaño.

 

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Martín Menem.

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