Pese a no tener mayoría para imponer proyectos propios, el presidente electo Mauricio Macri podría encontrar en el Senado una línea de diálogo directa con al menos una decena de gobernadores opositores al nuevo Gobierno nacional. Justo cuando el descalabro y la ausencia de una conducción clara que dejó en el peronismo la derrota de su candidato en el ballotage, Daniel Scioli, abre una ventana para que todos esos mandatarios provinciales tejan lazos, políticos e institucionales, con los nuevos dueños de la chequera del Estado.
Macri confió en Michetti para completar su fórmula presidencial no sólo como un tributo a sus años dentro de PRO y para limar las asperezas que dejó el manifiesto favoritismo que el jefe de Gobierno saliente marcó a favor de su sucesor, Horacio Rodríguez Larreta, en las primarias porteñas. Para el nuevo presidente, su ex vicejefa de Gobierno es la persona indicada para tender puentes diplomáticos y aceitados, desde el Senado, con varios gobernadores peronistas o alineados con el kirchnerismo que deberán convivir cuatro años con el Ejecutivo nacional en manos macristas.
La llave para abrir esos túneles de negociación subterránea será la obra pública. Sobre todo en las provincias de presupuesto más acotado, en las que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner bajó obras y fondos que les permitieron a esos mandatarios tener una gestión para mostrar a la hora de ser reelectos o para imponer a sus sucesores.
Casi todos estos gobernadores tienen interlocutores de su máxima confianza en la Cámara alta. Hay algunos que son más directos que otros. Por caso, el gobernador saliente José Alperovich asumirá su banca el 10 de diciembre y servirá de nexo en Buenos Aires con Juan Manzur, su delfín en la gobernación de Tucumán. Ni hablar de Gerardo Zamora, hasta hoy presidente provisional del Senado, quien cedió el mando en Santiago del Estero a su esposa, Claudia Ledesma.
A estos se suman los casos de dos hermanos. Rodolfo Urtubey, uno de los senadores que más peso ganó en el bloque del Frente para la Victoria (FPV) este año, es el representante directo de su hermano y gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, en el centro de poder porteño. Un caso similar al de Adolfo Rodríguez Saá (Peronismo Federal), a quien le restan dos años de mandato cuando su hermano Alberto vuelve al máximo sillón de San Luis.
Urtubey tendrá, además, otra cara amiga: su primo y vicegobernador de Catamarca, Dalmacio Mera, también tendrá una banca en el Senado por seis años. Mera, igualmente, no le servirá a Michetti y a Macri para acceder a la gobernadora de su provincia, Lucía Corpacci, con quien mantiene desde siempre una relación de desconfianza, que alcanzó su pico máximo de tensión cuando ambos se disputaron la candidatura a la Gobernación por el PJ catamarqueño.
Quien asumirá una banca en el Senado será Virginia García, cuñada de Máximo Kirchner, quien reemplazará a Pablo González, vicegobernador electo por Santa Cruz, que volverá a su provincia para jugar un rol clave en el gobierno de Alicia Kirchner.
Carlos Caserio, senador electo por Córdoba, es desde hace muchos años el hombre fuerte en el armado político de Unión por Córdoba, el sello que lidera el gobernador saliente, José Manuel de la Sota. Con él, el “Gallego” y su nuevamente sucesor, Juan Schiaretti, tendrán poder de negociación política en el Senado. Un caso clave para cuando Macri necesite votos, algo que está muy lejos de conseguir en la Cámara alta, donde el FPV mantendrá un poderío inquebrantable por al menos dos años más, cuando se ejecute un nuevo recambio parlamentario, siempre que el nuevo mapa político no dispare internas y quiebres hacia el interior del bloque aún oficialista. En la misma línea de peronismo no alineado con el kirchnerismo se inscribe Daniel Lovera, hombre de extrema confianza del gobernador electo de La Pampa, Carlos Verna y hasta hoy jefe de la bancada vernista en la Legislatura de esa provincia.
A estos se suman otros casos que, si bien no se trata de operadores políticos directos de gobernadores en el Senado, servirán como línea a algunos otros mandatarios. Algunos de ellos son José “Nato” Ojeda (FPV) –quien llegará para ocupar la banca de Rosana Bertone, quien asumirá la gobernación de Tierra del Fuego-, el entrerriano Pedro Guastavino (FPV), la misionera Sandra Giménez (FPV) o la formoseña Graciela De la Rosa (FPV).
El Senado, se sabe, será el último bastión de poder real del peronismo a nivel nacional. Tendrá una bancada de 42 senadores que podría incluso ampliarse si logra consolidar algunas alianzas, algo que resultó fácil hasta aquí cuando el FPV estaba al mando del Ejecutivo nacional, pero que ahora le será más dificultoso. Igualmente, en esas 42 bancas el peronismo –¿O el kirchnerismo?- guardará su mayor poder de fuego, su más grande poderío para condicionar al gobierno de Macri hasta 2017. Y ese poder de fuego podría extenderse, incluso, al menos dos años más, ya que los cálculos más pesimistas –por aventurados y especulativos que resulten-, teniendo en cuenta la tradición de votos de las ocho provincias que renovarán su representación en la Cámara alta ese año, no estiman la pérdida de más de cuatro o cinco bancas. Lo que le permitiría, si mantienen al PJ unido, seguir manejando con quórum propio el Senado hasta 2019.