Hijo de José Osvaldo Scioli, dueño de una cadena de electrodomésticos, y de Esther Méndez, Daniel Scioli nació en Villa Crespo el 13 de enero de 1957. Es el segundo de tres hijos. José “Pepe” y Nicolás son sus hermanos. Se crió en una familia de clase media alta de origen radical, en Ramos Mejía, partido de La Matanza.
Cursó sus estudios primarios en el Colegio Ward, en Villa Sarmiento, y la secundaria en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini. A mediados de la década del ´80 inicio su carrera en la motonáutica. Para la misma época, conoce a quien sería su esposa, Karina Rabolini, una modelo tapa de revistas que por entonces tenía 18 años.
El 4 de diciembre de 1989 la vida de Scioli cambió para siempre. Mientras manejaba su lancha a más de 160 kilómetros por hora en la carrera de los Mil Kilómetros del Delta Argentino, una ola generada por un buque pesquero hizo que perdiera el control. La nave volcó, Scioli salió despedido y la hélice le amputó el brazo derecho.
Después del trágico accidente, se propuso volver a competir. Mandó a construir una lancha con volante octogonal y dirección hidráulica potenciada, especialmente diseñada para que pudiese manejar con un solo brazo. En 1991 ganó el Campeonato Mundial de Super Boat, en Estados Unidos, y desde entonces consiguió ocho títulos continentales e internacionales. Se retiró en enero de 1998. En paralelo, se dedicó a la vida empresarial, primero en la cadena de electrodomésticos familiar, Casa Scioli, y después como director de la empresa sueca Electrolux.
Un año antes de su retiro como deportista, Scioli desembarcó en la política de la mano del por entonces presidente, Carlos Menem. Fue diputado por el PJ, presidente de la Comisión de Deportes y, en plena crisis de 2001, asumió como secretario de Turismo y Deporte, nombrado por Adolfo Rodríguez Saá. Eduardo Duhalde lo confirmó en su cargo durante su presidencia provisional.
Durante sus años en el Congreso, Scioli conoció a Cristina Fernández de Kirchner, por entonces diputada y esposa del gobernador de Santa Cruz. Fue la Presidenta quien le presentó a Néstor Kirchner durante una visita del bonaerense a El Calafate.
Un año después, Scioli desistió se pelear por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cuando Kirchner le propuse acompañarlo en su fórmula presidencial. Duhalde le había sugerido al santacruceño que buscara un compañero de fórmula bonaerense.
En 2003, Scioli asume como vicepresidente y comienza una relación con el kirchnerismo marcada por las tensiones y los desencuentros. En 2007, es electo gobernador de la provincia de Buenos Aires, por primera vez. En 2011 resulta reelecto con el 55,07% de los votos, el mayor caudal obtenido desde el retorno de la democracia. Saca una diferencia de más de 40 puntos a su competidor, Francisco De Narváez.
Desde entonces, se especuló con que Scioli rompería con el kirchnerismo para lanzar su propio proyecto presidencial. Según Sergio Massa, las negociaciones para que eso sucediera avanzaron hasta el límite del cierre de listas en 2013. Sin embargo, el gobernador bonaerense decidió seguir dentro del Frente para la Victoria.
En 2015, sin que el kirchnerismo hubiera podido construir un candidato propio con mayor fuerza electoral, Scioli se consagró como el único aspirante del oficialismo a la presidencia. En julio anunció que su compañero de fórmula sería uno de los hombres más fuertes del kirchnerismo duro, Carlos Zannini.
En las primarias del mes de agosto, Scioli obtuvo 8.720.146 VOTOS (38.67%). El 25 de octubre, cosechó 9.338.449, un 37,08 por ciento. Sin embargo, el resultado quedó muy por debajo de las expectativas.
Scioli es una rareza. Su imagen de outsider de la polìtica, identificado màs con el jet set que con las unidades básicas, y su lucha personal contra la adversidad, construyeron un personaje atractivo para cierto electorado poco ideologizado, casi apolìtico. Eso ya pasó. Convertido en polìtico profesional, aunque nunca fue un cacique de territorio y se manejò mejor en los medios que en los barrios, no es un hombre simpàtico. Mediocre orador, parco en el trato personal y dueño de una expresividad corta -habla de fe, esperanza y optimismo, pero su gestualidad no acompaña el discurso-, el candidato oficialista no parecerìa ser un lìder carismàtico, pero pertenece al exclusivo club de los polìticos que atraen votos. Con esas limitaciones, habitalmente esquivando definiciones y cosechando mas críticas que elogios a su gestión provincial, Scioli desafiò la maldiciòn de los gobernadores bonaerenses y, surfeando el bravísimo mar del kirchnerismo, llegó hasta el umbral mismo de la Casa Rosada. Le falta sólo un paso para entrar. Pero es un paso inmenso.