Luego de la histórica derrota en la provincia de Buenos Aires y en el pago chico, el ex candidato a vicegobernador, Martín Sabbatella, reunió a la militancia de su fuerza en Morón y dijo sentirse “orgulloso” de lo hecho durante la campaña previa al batacazo de María Eugenia Vidal.
“Si alguien creía que una derrota electoral iba a poner en crisis nuestra fuerza e iba a evitar que nos abracemos, lo único que tiene que hacer es confirmar que eso no pasa”, fue el enfático discurso del líder del Nuevo Encuentro, quien agregó: “Acá estamos, orgullosos de lo hicimos y de nuestra historia”.
La insólita arenga de Sabbatella, un día después de la derrota más dura para el peronismo bonaerense en los últimos 28 años, fue un nuevo acto que acrecienta la desconfianza y el descrédito desde gran parte del Frente para la Victoria y, sobre todo, desde el sector más duro del PJ.
A eso se le suma el traspié de su hermano en Morón, Hernán Sabbatella, quien perdió la ciudad y se convirtió en un salvavidas de plomo para el propio Daniel Scioli, derrotado en Morón. Asimismo, las declaraciones de su esposa, la senadora provincial Mónica Macha quien, lejos de hacer un mea culpa, atribuyó las causas del inesperado comportamiento del Frente para la Victoria en las elecciones a “una falla en el voto popular”.
Los intendentes ya lo habían mirado con desconfianza a Sabbatella cuando se cortó solo y decidió plantarles candidatos en sus distritos, que generaron una sensación de incomodidad por obligarlos a focalizarse en una interna que no habían imaginado.
Su gestión al frente de la AFSCA también es otro punto flaco. Designado para hacer cumplir la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, no logró su cometido por completo, sólo hubo proclamas discursivas contra el Grupo Clarín y sus días al frente del organismo parecieran estar contados.