Algunos ejemplos de las falsas proyecciones para 2015, que repiten las de años anteriores, son: se prevé una inflación del 14,5% cuando la real está en torno al 40%; se estima un crecimiento de la economía del 2,8% cuando terminaremos el año cayendo más del 2%; y se calcula un dólar promedio de 9,45 pesos mientras que el actual es de 8,50 pesos y el ritmo de devaluación de nuestra moneda lo colocaría en niveles marcadamente superiores. Asimismo, se proyecta un “rebote” de las exportaciones del 3,7% cuando vienen perdiendo 10% y el precio de la soja, el principal producto exportable, cayó un 30% y no espera una variación positiva de significación.
Las hipótesis utilizadas hacen del cálculo de ingresos un verdadero “dibujo” que, para aparentar un equilibrio razonable, llevaría al Gobierno a un ajuste inimaginable en el gasto corriente, que pasaría a crecer sólo el 18% en 2015 cuando para el actual lo viene haciendo a un ritmo del 40 por ciento. Contradiciendo su discurso progresista y federal, el oficialismo achicaría entonces de manera desmedida los subsidios sociales y económicos, y las transferencias a universidades y provincias, que pasarían de crecer del 50 por ciento actual a sólo un 9 por ciento el año próximo.
Finalmente, cabe destacar –independientemente de la irrealidad de las proyecciones– que este gobierno, que ha hecho del deterioro de las instituciones uno de sus rasgos característicos, ha incluido en la ley que fija las pautas para confeccionar el Presupuesto, un artículo que le otorga “superpoderes” al Ejecutivo para modificarlo a discreción y casi sin límites, luego de votado. También ha reglamentado el uso los Decretos de Necesidad y Urgencia para poder agregar ingresos y gastos no previstos sin pasar por el Congreso Nacional. En fin, así convirtió desde hace ya varios años a nuestra “Ley de Leyes” en una falacia …