El mundo financiero sueña con la vieja patria financiera

En nuestro país, durante los últimos 11 años, entre todos los argentinos hemos desarrollado e institucionalizado diversas iniciativas transformadoras que derivaron en posteriores políticas de Estado, y que van a transcender a nuestra actual gestión de gobierno. Así identificamos al desendeudamiento como una de esas políticas, la cual permitió el crecimiento con inclusión social de nuestro país con la consecuente creación de millones de puestos de trabajo y reconstrucción de nuestro aparato productivo. De esta forma, cuando se pone en tensión la política de desendeudamiento, entendemos todos los argentinos que está en juego el futuro económico y político de toda nuestra nación.

Desendeudarse es reconocer y pagar lo adeudado. Nuestro gobierno así lo entiende, y con una permanente vocación de dialogo y responsabilidad política, llevo adelante una reestructuración histórica de una deuda, que no había contraído, y logró dos grandes conquistas: una importante quita por un lado, y por otro el tiempo necesario que permitiera iniciar un proceso de desarrollo productivo que hiciera posible cumplir con los pagos acordados. Fue producto de la audacia, inteligencia y convicción de nuestro ex presidente Néstor Kirchner que se logró esa primer reestructuración sin condicionalidades de organismos de crédito ni de los mercados de capitales internacionales.

 

Ahora bien, desplegar esa política de desendeudamiento implicó enfrentar a un sistema financiero global que no desea que un país pague y honre sus deudas, y sino lo contrario, desea que no pague, que quede condenado a perpetuidad con volúmenes de deuda que sobrepasen sus volúmenes productivos y de servicios, dando continuidad y permanencia a una concepción de negocio especulativa, distante sideralmente de la productiva y del trabajo.

 

Es la lógica imperial de dominación del siglo XXI, donde el imperio no es un Estado, sino un articulado de corporaciones financieras de carácter global que no responde a ética empresaria, ni nación, ni pueblo ni territorio, donde la maximización de la rentabilidad es único objetivo, como ya reiteradamente ha denunciado el Papa Francisco, que de inmediato fue suprimido de los medios hegemónicos.

 

Como ha manifestado Alicia Kirchner, “nuestro país honrará sus deudas como lo viene haciendo en la última década: con seriedad y previsibilidad, pero siempre desde un ejercicio de soberanía que tiene que ver con el desendeudamiento y la liberación de las cadenas que aún nos atan a decisiones del pasado; porque no fue durante los gobiernos de Néstor y Cristina que la deuda creció, sino todo lo contrario.

 

Gobernar exige asumir responsabilidades, y desde este proyecto de País que empezó a construirse en 2003 nunca le hemos sacado el cuerpo a las exigencias. Por eso, los verdaderos responsables de este descalabro que estamos intentando solucionar, deberían tener un poco de dignidad y por lo menos, hacer una autocrítica del festival de bonos y obligaciones que supieron construir. Lo primero es el bienestar de nuestro pueblo: no hay propuesta de pago coherente si el país no se desarrolla. El 93% de los bonistas lo entendió y entró al canje.”

 

El sistema financiero global, nunca nos perdonó tal conquista. No perdonó a un país emergente como el nuestro, el default en una primera instancia ni menos aun la exitosa reestructuración de nuestra deuda soberana. Somos el mal ejemplo para el mundo y van hacer lo posible para mostrar que este camino es inviable. La dictadura cívico militar, luego el neoliberalismo impuso su patria financiera, antesala del mundo financiero de hoy; los argentinos a partir del año 2003, de la mano de los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Kirchner comenzamos a construir la patria productiva y somos señal que un mundo productivo, solidario y con justicia e inclusión social es posible.

 

El neoliberalismo implicó la entrega de nuestro patrimonio nacional en todas sus dimensiones, materiales, culturales, identitarias, sociales, y en el marco todas esas entregas hasta subordinó la resolución de futuros litigios a fueros extra territoriales, en clara claudicación de nuestra soberanía. Fue el caso de bonos de deuda, adquiridos posteriormente por fondos especulativos, sobre los cuales se estableció a los tribunales de los EE.UU como jurisdicción administrativa política para la resolución final de posibles diferencias. Renuncia que tiene su origen en la cláusula “Martinez de Hoz”, nada es casual, herencia de la patria financiera. Fue esa entrega, la que en esta oportunidad, posibilitó al sistema financiero global operar para poner en riesgo toda la reestructuración de nuestra deuda soberana y la sustentabilidad de nuestro modelo político, económico y social.

 

El sistema financiero no quiere negociar, quiere imponer. Amparados en una supuesta legalidad e independencia judicial, otorgada por un fallo de un juez estadounidense, arremete para intentar ponernos de rodillas y volver a insertar a la Argentina dentro del modelo financiero, depredador y excluyente, por el cual transitó durante 30 años.

 

Aún hoy nos resuenan las palabras de Néstor Kirchner cuando nos decía en sus discursos…“En toda negociación algo hay que ceder”….como también nos decía…”Nuestra verdad es siempre relativa, es de desde la mirada colectiva y siempre democrática que construimos las verdades absolutas.

 

El anarcocapitalismo no negocia, impone su fuerza especuladora a cualquier costo. Impone su verdad que la entiende absoluta ya que desconoce al otro. Esta decidido a mirar la realidad desde una perspectiva unilateral. Por eso debemos encuadrar con claridad este conflicto con los fondos “buitres”; comprender que esta circunstancia es expresión de una disputa a nivel goblal entre dos modelos políticos filosóficos de convivencia social. Por un lado los Estados democráticos nacionales junto a los pueblos soberanos y del otro, un orden global de carácter financiero bajo forma corporativa, que coloca como su único objetivo la maximización de la rentabilidad del capital excluyendo al ser humano y al medio ambiente en el modelo de convivencia.

 

Nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kichner, en todos los foros internacionales, ha manifestado su preocupación sobre este nuevo orden global que intentan imponer las corporaciones financieras violentando la soberanía y derechos de los Estados Nacionales.

 

Hoy 20 de junio, en nuestro día de la bandera, inmersos en un profundo sentido de identidad nacional, todos los argentinos debemos estar unidos en defensa de nuestra patria. Todas las fuerzas políticas representativas de nuestra comunidad, intendentes, diputados, legisladores, gobernadores y todos los partidos políticos, debemos acompañar a nuestra presidenta en la defensa de una política de Estado que ha posibilitado la recuperación de la dignidad de nuestro pueblo. Los argentinos sabemos muy bien las consecuencias catastróficas de ser patria financiera, tenemos una responsabilidad ante el mundo, de hacer escuchar nuestra voz e impedir que ese modelo institucionalice su hegemonía a escala global.

 

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