Cuando prepara un acto en Mar del Plata, en el que estarán presentes varios referentes del kirchnerismo bonaerense más duro, Julián Domínguez habló de cuestiones claves, que marcan un estilo en todo el oficialismo.
Al igual que los gobernadores Daniel Scioli y Sergio Urribarri, quienes expusieron pretensiones de suceder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el diputado organizó una doble jornada para lanzar la corriente nacional que lo respalde en las internas del 2015, aunque repita que “no es candidato a nada”.
En el Hotel 13 de julio, del Sindicato de Luz y Fuerza, reunirá a sus adeptos en el afianzado Grupo San Martín, que tiene a cuestas varios encuentros que aglutinó a todo el armado K de la Cuarta, además de otros referentes con peso especifico en las filas que responden a Balcarce 50. Con las mismas normas, buscarán “nacionalizar” la figura del legislador.
Con esa convocatoria a la vista, y en declaraciones a radio Del Plata, el representante de Chacabuco demostró que quiere ser una alternativa diferente a lo que promulgan desde la Gobernación bonaerense, y aunque no lo pronuncie, reeditó una pelea.
“Yo soy un militante político. Estoy convencido en discutir qué proyecto de país queremos. Es un momento que requiere decisiones importantes, cuando el país tendrá soberanía energética y va a producir 60 millones más de toneladas de cereales”, expuso.
Es que el arma preferida del ex Ministro de Agricultura de la Nación, para derrotar a sus rivales en las PASO –si es que se presenta–, es la lealtad. Y en cada declaración lo demuestra. “Mi preocupación es cómo el Estado pueda canalizar la potencialidad. Falta mucho para agosto del 2015, para nosotros la Presidenta es quien conduce, y el tiempo que viene es de valores e ideas”, dijo, antes de opinar sobre el siempre cuestionado Scioli.
“A mí no me representa esa manera de construir la política. No quiero ponerle una calificación, pero las construcciones políticas expresan una determinación”, insistió Domínguez, casi en una reedición de la famosa frase “a los tibios los vomita Dios”.
Es que ese cruce dialéctico, que le valió el rechazo de Alberto Pérez y los fundadores de La Juan Domingo, marcaron el termómetro en el peor momento de la gestión provincial, cuando no sabía si el Estado se haría cargo de abonar los aguinaldos –algo que hoy fue garantizado por la Ministra de Economía, Silvina Batakis–.
Mañana y el sábado se expondrá cómo será la campaña de Domínguez, quien observa de reojo lo que hace otros “fiel” como Urribarri. El tiempo dirá cuál será su futuro, mientras sus equipos trabajan sin descanso para instalarlo dentro del FPV nacional.