Política

Juicio Once: El libreto del maquinista

Reiterativo, tedioso y confuso, Marcos Córdoba fue el primer acusado en prestar declaración en el juicio. Sus omisiones y las diferencias con su relato frente a Bonadio.

Con un discurso reiterativo sobre su accionar el día de la tragedia, el maquinista Marcos  Córdoba declaró hoy frente al Tribunal Oral Federal 2, y luego de contar una y otra  vez los mismos procedimientos que realizó al llegar a cada estación del tren Sarmiento, se dirigió a los familiares de las víctimas, en un tono con el que se notó que buscó conmover: “Yo frené, hice todo lo posible para frenar el tren. Hice todo lo que me  enseñaron para frenar. Quiero que, por favor, me crean”.

 

De campera gris con capucha y unos jeans gastados, Córdoba fue el primero de los  imputados en sentarse frente al tribunal para prestar declaratoria. Y lo hizo con un relato  repetitivo y confuso, con algunas omisiones y contradicciones respecto de la declaración

 

que hizo previamente ante el juez de instrucción Claudio Bonadio, que hicieron que gran parte de su declaración, una de las más esperadas del juicio que hoy cumplió su cuarta audiencia, sea un tanto tediosa.

 

Por lo bajo, los abogados defensores de los demás imputados se frotaban las manos al entender que el relato de Córdoba careció de espontaneidad. Dicen que ese modo de hablar apresurado que tuvo todo el tiempo y la repetición sistemática que hizo de la acciones que realizó en cada estación, dejan al descubierto que declaró como si hubiera estado siguiendo un libreto aprendido.

 

En cambio, el querellante Gregorio Dalbón, el más mediático de los abogados de este juicio, fue mucho más duro y tajante: para él, la declaración de Córdoba no fue más que una “autoincriminación”, según dijo ante la prensa.

 

Reiteraciones y omisiones

 

Córdoba comenzó a hablar a las 11.15, minutos después de que el tribunal rechazara los planteos de nulidades impulsados la semana pasada por los los defensores. Luego de aclarar que no respondería preguntas, Córdoba comenzó a relatar lo que hizo al mando del tren desde la estación Castelar, donde arrancó su jornada laboral luego de su franco. Y al respecto, casi al finalizar su testimonio, aclaró: “No estaba ni borracho ni drogado,

 

no había ido a ningún corso el día anterior, estaba bien descansado”. Primero, contó que tomó servicio a doscientos metros de la estación Castelar, donde su “compañero”, tal como lo nombró, se le entregó el coche sin “darle indicaciones sobre el tren”. Ese compañero, al que no se refirió por su nombre, no era ni más ni menos que Leonardo Andrada, el maquinista que le entregó a Córdoba el tren siniestrado, que fue testigo de la investigación por la tragedia y que hace poco más de un año apareció muerto de 4 disparos por la espalda, sin que le robaran nada más que su celular, a pesar de que llevaba dinero encima.

 

Luego, Córdoba relató cómo fue su trayecto conduciendo el tren hasta Once, describiendo una y otra vez los mismos procedimientos que realizó cada vez: acelerar, frenar, esperar a que el guarda abra y cierre las puertas en cada estación, y tocar bocina ante cada paso de nivel.

 

Córdoba no explicó por qué, tal como lo muestran los videos de ese día, frenó después de tiempo en la estación Floresta, provocando que el coche sobrepasara el andén. Sólo indicó que al llegar se dio cuenta que “una de las puertas quedó tapada por la reja de la estación”, por lo cual decidió retroceder para que esa salida quedara despejada y así“el pasaje pudiera entrar y salir cómodamente”. Ante el juez Bonadio, Córdoba había reconocido que se pasó del andén porque frenó después de donde debía.

 

El tono de su declaración cambió repentinamente al llegar a las instancias decisivas del choque. Sin hacer pausas ni explicar demasiado, Córdoba se precipitó a explicar que, en el trayecto entre Caballito y Once, vio una señal que le indicaba “precaución”, y que por ese motivo disminuyó la velocidad, tal como se ve en los videos. Contó entonces que tocó bocina porque había “compañeros” trabajando en la vía, y que luego aceleró nuevamente al ver una señal que indicaba que el tramo estaba “libre”. Finalmente, dijo que al entrar a la estación vio la señal que le indicaba dirigirse al andén número 2.

 

Su relato, entonces, se aceleró aún más. Dijo que dejó el freno “en neutro”, porque iba a hacerlo “manualmente”. Y rápidamente agregó: “Quiero aclarar que yo frené el tren, iba a frenar el tren, no estaba borracho, no estaba drogado, no había estado en ningún corso, descansé bien”. Así, eludió referirse al sistema de freno de emergencia conocido como“hombre muerto” que él mismo había “desactivado” por “uso y costumbre” y “para descansar la mano”, tal como sí lo reconoció ante el juez Bonadio.

 

 Inmediatamente después, se refirió al momento del choque en un discurso que se precipitó en velocidad y desorden: “Aplico freno, pero no siento el sonido de la válvula, me desespero. Activo la señal de emergencia, me agarro del freno, pero ya lo único que espero es el impacto. Me golpeo la cara, agarro la radio y llamo a control de emergencia”. Luego, dice que no sabe por qué no salió ese mensaje, porque según él se dio cuenta que la radio andaba porque escuchó que la central comunicaba el accidente y pedía cortar el servicio eléctrico en el andén 2.

 

Su caótico relato continúa: “Había gente, veo a los bomberos. Un bombero se queda conmigo, le pido que me saque porque no sentía las piernas, y me llevaron a la clínicadonde estuve internado con incomunicación. Hasta que me llevan a declarar. Reciénahí tomo dimensión del accidente, recién ahí me entero de la cantidad de muertos y de heridos”. Y rápidamente agregó: “Quiero expresar mi solidaridad con los familiares delos fallecidos. Les pido que, por favor, me crean. Yo hice todo lo que podía hacer, todolo que me enseñaron para frenar”.

 

A diferencia de lo que dijo en sus anteriores declaraciones, esta vez Córdoba contó quatinó a levantarse cuando el tren estaba por chocar, y que por ello sus piernas quedaron agarradas tras el impacto. Una de las críticas que había recibido en por sus dichos ante  Bonadio fue, precisamente, lo sospechoso que resultaba que ante la inminencia del choque se haya quedado en el lugar, sin reaccionar, aun frente al reflejo instintivo de supervivencia que tiene cualquier persona, una quietud sólo compatible con una  disminución de la conciencia o estado de somnolencia.

 

Sin lugar a preguntas, el maquinista se levantó y volvió a sentarse a la par de su abogada Valeria Corbacho, quien mantuvo por estos días un par de cruces con Dalbón, quien acusa directamente a su defendido como único responsable por la tragedia  ocurrida el 22 de febrero de 2012.

 

Córdoba fue el primer acusado en prestar declaración indagatoria en el juicio. Le  siguieron ex directivos de TBA. Todos negaron haber sido partícipes del accidente, y todos aseguraron no tener injerencia en el uso del material rodante y de los fondos  públicos que el Estado destinaba a la concesionaria del servicio. Las indagatorias  continuarán el lunes y martes de la semana que viene.

 

La teoría de la autoincriminación “Marcos Córdoba se autoincriminó”. Esa fue la opinión que el abogado querellante Gregorio Dalbón dio hoy ante diferentes medios de prensa, luego de la esperada declaración indagatoria que dio el maquinista, imputado por descarrilamiento culposo.

 

“Se le escapó la lengua”, aseguró el letrado, quien entendió que, ante las textuales palabras de Córdoba, cuando dijo “iba a frenar”, dejó en claro que “no frenó”. En efecto, el maquinista señaló en una parte de su declaración que “iba a frenar” cuando supuestamente no le funcionan los frenos. Pero en otra parte dice que sí frenó y que “hizo todo” lo que le “enseñaron” para frenar.

 

Dalbón volvió así a inculpar a Córdoba, en quien deposita toda la responsabilidad de la  tragedia, razón por la cual tuvo varios cruces con la defensora del maquinista, Valeria  Corbacho. “Él tiene la culpa de las 51 muertes y los heridos. Fue todo producto de la negligencia e imprudencia de Marcos Córdoba”, insistió hoy Dalbón en la puerta de los tribunales de Comodoro Py.

 

Para Dalbón, el choque se produjo porque el maquinista se distrajo y por eso no frenó. Y opinó que su declaración sobre que “no estaba ni drogado ni borracho” sólo agrava su  situación. “Esto hace aún peor su situación. Es decir que estaba en sus sentidos cuando  puso la máquina en neutro y debió haber frenado. Dice “iba a frenar” y se desesperó. Es un chofer profesional no puede perder el control. Hay jurisprudencia al respecto”. Luego, señaló: “Con su pedido de disculpas a los familiares de las víctimas ha quedado en evidencia su exclusiva responsabilidad, porque nadie pide disculpas por algo que no  hizo”.

 

Rotunda negación

 

Además de Marcos Córdoba, en la cuarta audiencia de juicio fueron llamados a declarar  Pedro Rainieri, ex jefe del depósito de Castelar; Luis Ninoná, ex jefe de Material  Rodante de TBA; Roque Cirigliano, ex Gerente de material rodante y nuevos servicios de TBA; y Daniel Lodola, ex gerente de la línea Sarmiento.

 

Rainieri dijo que iba a declarar una vez que lo hicieran los peritos y para responder cuestiones técnicas que deban ser aclaradas. El Tribunal leyó su declaración en la instrucción de la causa, en la que explicó cuál era su tarea en el control de seguridad de los equipos y de los pasajeros, y señaló que tenía bajo su cargo empleados bajo convenio de la Unión Ferroviaria, que por conflictos gremiales evitaba el registro de algunos empleados. Con ello quiso dejar constancia de que TBA nunca había dejado de tener registros por su propia voluntad, tal como se había mal entendido tras el allanamiento que se realizó en el depósito de Castelar.

 

En esa declaración negó “haber usado mal la disposición de materiales” y de “haber participado en el accidente”. Sobre supuesto mal uso de fondos del Estado nacional, señaló que “no tenía acceso a ellos” porque “no estaba entre sus competencias”. Y apuntó contra el maquinista como único responsable de la tragedia, al entender que “no frenó” a pesar de que los cinco sistemas de frenado con que contaba el coche funcionaban correctamente.

 

Ninoná, por su parte, negó “haber hecho uso indebido del material rodante ni de infraestructura”, porque, según explicó, su tarea era administrativa y ligada a recursos  humanos, por lo tanto “estaban alejadas de las causas de la tragedia”. Y destacó que era usuario del tren Sarmiento al momento de la tragedia, servicio que “tomaba todos los días”, y por lo tanto no puede haber actuado con “dolo”, es decir con intención, porque él podría haber sido una de las víctimas.

 

Roque Cirigliano, señaló: “Niego enfáticamente haber hecho mal uso del material rodante y de la infraestructura ferroviaria”. Y explicó que esa área no dependía de su ámbito. También negó “terminantemente haber tenido o participado en uso indebido de los aportes del estado a TBA”, porque también era un área que estaba fuera de su competencia. “No me he enriquecido personalmente, no soy dueño de TBA, no formo parte del grupo de accionistas, no soy parte del directorio, simplemente soy empleado jerarquizado de la empresa mucho antes de la concesión”. Por último, Daniel Lodola, recalcó “Mi ingreso a TBA fue el 19 de diciembre de 2011.

 

El accidente ocurrió dos meses después. En dos meses era muy poco lo que podía hacer, por eso no puedo entender las imputaciones que me hacen. Había muchas cosas técnicas que no conocía, sólo hacía recorridas con mi antecesor para conocer al personal, tomando conocimiento del funcionamiento del área”.

 

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