Los que se puede afirmar es que fondos para las PYMES no faltan. Hay un consenso generalizado en todas partes del mundo sobre el enfoque de fondos para este tipo de empresas. La necesidad de financiamiento direccionada a PYMES se basa principalmente por fallas en el mercado: asimetría de información entre las partes, altos costos de intermediación en los créditos y/o poder de negociación desproporcionado de los oferentes de crédito.
A pesar de los problemas microeconómicos, ampliamente estudiados en la literatura, nos encontramos con los problemas macroeconómicos. Podemos discutir hasta el hartazgo quien fue primero, si el huevo o la gallina, pero creo que los desequilibrios macroeconómicos determinan el comportamiento microeconómico que repercuten en la política económica del día a día.
El problema histórico de Argentina y de gran parte de los países emergentes, es su estrangulamiento del sector externa que limita el crecimiento económico, ya estudiado por el prestigioso Dr. Raúl Prebisch. La falta de dólares ha condicionado las últimas décadas y ha puesto en jaque a más de un presidente y la actual gestión no es la excepción a la regla.
El ingreso de dólares, se vuelve una pata fundamental del sostenimiento del “modelo”. Una ventanilla que tenemos aún cerrado, es el financiamiento externo. Todavía persisten las heridas por no presentar un plan coherente y creíble de re pago de parte de la deuda al Club de Paris. Existe una gran incertidumbre con respecto a su resolución, pero será un éxito muy importante poder volver al ruedo internacional para que el país se nutra del tan ansiado billete verde.
Si comparamos a nuestro país con otros de la región, como Brasil, Colombia, Chile o Perú tuvieron que imponer ciertas restricciones para impedir la entrada de dólares evitando así la apreciación cambiaria y la posterior pérdida de competitividad de sus exportaciones. En cambio, por nuestras pampas como en Venezuela, se ponen limitaciones para que los dólares no salgan. Una clara señal del descreimiento de quienes manejan los hilos de la economía nacional.
Quienes manejan los hilos de la política económica, marcan las pautas de incentivos para destinar gran parte del crédito del sistema financiero a consumo y no a inversión. La premisa básica del modelo es consumo, acompañado por una importante cantidad de subsidios dirigidos a servicios públicos. Este patrón de consumo ha permitido que un café con medialunas represente la mitad de una factura de electricidad. Estas distorsiones en los precios condicionan muchas de las decisiones de los empresarios con respecto a sus decisiones de inversión y de ahorro.
Los bancos comerciales se encuentran sobre un colchón de pesos, pero nadie quiere tomar su dinero. Es verdad que no mucha gente volvió a confiar en el sistema financiero, después de lo sucedido por Diciembre de 2001 con el “corralito”. Sumado a esto, ningún individuo quiere arriesgar capital prestado por temor a no poder devolverlo dada la incertidumbre presente sobre un futuro no tan lejano de la economía argentina. Esto condiciona el crecimiento económico, porque no se generan los incentivos suficientes para que la gente canalice sus ahorros en el sistema financiero y estos se vuelquen en actividades productivas. Volvemos a una situación similar a la que planteo el célebre economista Keynes sobre “la trampa de la liquidez”. La moraleja de su conclusión nos lleva a enunciar que aunque regalen pesos, por tasas de interés bajas o subsidiadas, nadie va a querer tomar esos pesos, o créditos en este caso. Así, el problema se traslada a la falta de confianza de los pesos que recibimos por la falta de pericia de las autoridades del Banco Central.
Además, se volvió a anunciar otro acuerdo de precios por 194 productos bajo el slogan de “Precios cuidados”. Sumado al fracaso del acuerdo de precios anterior, se debería renombrar como “Cuidado con los precios” ya que Argentina tiene una larga historia de experimentos y fracasos en este tipo de acuerdos. Según la teoría economía al momento de establecer un precio máximo, menor al precio de mercado, se genera que los oferentes reduzcan su oferta y sus demandantes incrementan su demanda. La implementación de precios máximos, acota el margen de rentabilidad de las empresas repercutiendo directamente en su funcionamiento y posteriores decisiones de inversión.
La foto del verano, por ahora, consistió en reunir a los sindicatos opositores al gobierno nacional mostrando un mensaje fuerte y claro: reclamar por un piso del 35% del incremento salarial. Más un de empresario presto atención a este gesto, porque va a ser un obstáculo adicional a los que viene enfrentando a diario.
Desde algún tiempo las restricciones a las importaciones vienen dando que hablar. Por un lado en algunas industrias, donde los insumos utilizados son extremadamente específicos y con una imposibilidad muy alta de ser sustituidos por producción nacional, se ven resentido sus niveles de producción con bajas significativas y adelantamiento de vacaciones del personal. Por el otro lado, tanto países vecinos como de otros continentes, imponen trabas hasta absurdas en algunos casos como reprimenda por la imposibilidad de ingresar sus productos a nuestro país por decisión de los responsables de la política económica nacional.
La última decisión del gobierno fue levantar parcialmente el cepo al dólar y permitir obtener ¨dólar ahorro¨. Por un lado deberíamos esperar que las medidas burocráticas no impidan acceder a este bien tan escaso por estos tiempos. Por otro lado, si funciona como se anunció, va a permitir bajar el precio del dólar “blue” permitiendo bajar expectativas inflacionarias, reclamos salariales e incrementos de precios por parte de algunos oportunistas.
Creo que existe una marcada incertidumbre con respecto a la inconsistencia intertemporal de las políticas económicas. Aún no han habido anuncios referidos al principal problema económico que nos afecta todos los argentinos: la inflación