Mientras tanto, los fines de semana se juegan partidos oficiales sólo con público local con la excusa de combatir la violencia, medida que es repudiada en gran número por el hincha genuino de fútbol que lentamente se ve forzado a quedar afuera del espectáculo, porque ve que las barras bravas continúan realizando sus negocios, con la sospecha latente que lo hacen en complicidad con dirigentes y funcionarios.
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