En primer lugar, está equivocado: la vida y la historia, la personal y la social, no se constituyen de “miradas” para atrás y para adelante. Se constituyen de mucho más que eso, son experiencias y procesos entrelazados que nos van conformando, uno a otro, dejando huellas, dejando marcas, formando estructuras económicas, sociales, políticas y (¿por qué no?) dejando heridas, dejando deudas, dejando cosas pendientes a resolver, que justamente son las que nos hacen tener un futuro.
Me pregunto hasta dónde le gustaría llegar con esto de no mirar el pasado ¿Tiene pensado proponer que dejemos de enseñar historia, filosofía, antropología, ciencias en las escuelas, que cerremos las universidades y anulemos todo conocimiento que necesariamente se nutre siempre de conocimientos previos, construidos en el pasado?
Esto no sería tan extraño considerando que algo similar intentó hacer su compañero, Mauricio Macri, al promover un diseño curricular que anulara de los 5tos y 6tos años del secundario la historia argentina y latinoamericana, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero tal vez su proyecto no sea tan ambicioso, tal vez sólo le interesa “no mirar el pasado”, para garantizar la impunidad a aquellas personas, funcionarios, jueces y grupos económicos que fueron cómplices y partícipes necesarios de la última dictadura militar, que aún no han sido juzgados pero que están en camino de serlo. Me gustaría que me aclare cuál es su proyecto al respecto.
En segundo lugar, también está equivocado porque ha dicho que aquellos que pudimos votar desde que cumplimos los 18 años, somos hijos de la democracia y como tales, con nuestra fuerza los ponemos a ustedes (los que aparentemente no se sienten hijos de la democracia) en la obligación de mirar para adelante, lo que usted traduce como mirar el futuro dejando el pasado atrás… Qué gran error! le explico por qué y seguramente sabrá entenderme rápidamente: yo nací en el año 77; cuando tenía 5 días y mi hermana 1 año y medio, secuestraron a mis padres, mi papá aún se encuentra desaparecido.
Sí, es verdad, cuando tenía 18 años voté pero, por lo que acabo de contarle, se imagina que ese hecho no me hace “hija de la democracia”. Para graficar esto, le propongo que se imagine por un momento mi escritorio de trabajo, y haga una pequeña comparación: allí donde usted puede tener un álbum familiar yo también tengo el mío, sólo que entre todas mis fotos está la de mi padre desaparecido.
Entonces (le aseguro) yo miro para adelante, pero al mirar veo a mi padre e imagino los miles y miles de escritorios, livings, dormitorios llenos de los rostros de aquellas miles de personas, víctimas de ese genocidio que tanto admira su candidato, Joaquín de la Torre. Veo también los rostros de los obreros, de la gente de los barrios humildes que también llevan las marcas y los recuerdos del genocidio, sus compañeros muertos, sus relaciones sociales destruidas por años y años de represión e impunidad ¿a todos ellos también les va a pedir que no miren al pasado? ¿Desde qué lugar se siente autorizado a pedir esto?. Entonces, Sr. Massa, le digo que si hoy me siento hija de la democracia es justamente porque puedo mirar al pasado, puedo luchar contra la impunidad y así sí, puedo mirar al futuro.
Como comentario al margen, le doy mi opinión respecto de su candidato Joaquín de la Torre. En una coyuntura política electiva, de poco le vale decir que a los 25 años firmó una solicitada solidarizándose y reconociendo a las fuerzas armadas en la “guerra desatada por la agresión subversiva”, justificándose infantilmente en que fue su padre quien lo impulsó a hacerlo. Lamento decirle que si usted o cualquiera de sus candidatos, a los 25 años no fueron capaces de tomar decisiones en base a sus propias convicciones y con hechos tan sensibles como un genocidio en su propio país, obedeciendo las indicaciones de algún padre sabelotodo, no será capaz de tomarlas ni a los 30, ni a los 40, ni a los 50… pocas expectativas generaría un candidato así. Yo, más bien, en su lugar aceptaría que en realidad es el candidato de los apologistas del delito y del terrorismo de estado.
Es verdad, como dicen los periodistas de este portal, que Joaquín de la Torre fue candidato del FPV hasta hace pocos años. Y eso duele sin duda. Sin embargo, creo que hay una diferencia muy importante que debemos incorporar en el análisis, sin que eso nos lleve a dejar de ser críticos y sin que eso nos impida afirmar que personas y candidatos como estos no deberían formar parte de un proyecto como el que impulsa el kirchnerismo. La gran diferencia que encuentro es que la presidenta y el gobierno que elegimos por mayoría, tienen una visión de la realidad y de la historia muy diferente, mucho menos simplista y poco reflexiva que la que -por lo que veo- tiene usted: Este gobierno ha reconocido hasta el cansancio que si no “miramos” -como le gusta decir a usted- para atrás, y esto significa si no hacemos justicia, si no restituimos la memoria de nuestro pueblo y de sus luchas, tampoco podremos tener una democracia con bases fuertes, con bases sólidas, ya que una democracia sólida no puede estar basada sobre la impunidad de un genocidio.
La semana pasada participé de la presentación de una publicación, en la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, elaborada por el equipo de Matías Moreno. Allí escuché varias reflexiones interesantes por parte de los panelistas (Aníbal Viguera, Gonzalo Chaves y Victoria Basualdo). Retomaré dos:
Una de esas reflexiones era que 30 años, para una sociedad, no son suficientes para salir de un genocidio, que vamos bien en este doloroso trabajo colectivo, pero que también nos falta mucho por avanzar (como Ud. Verá, esta es una mirada de largo plazo de la historia muy diferente de la suya, que cree que aquellos que somos parte de una generación dañada, pero que votamos a los 18, los estamos impulsando a ustedes a hacer borrón y cuenta nueva ¡cuánta ignorancia muestran sus palabras!. Aunque reconozco que sus palabras tal vez no hablen desde el desconocimiento, sino desde una intención bien clara de frenar todo este proceso de dignificación histórica que estamos viviendo, de todas maneras las considero ignorantes, por no reconocer la fuerza del proceso histórico de los pueblos).
La otra reflexión que rescato de ese panel que presencié, es que no todos los que dicen o decimos estar en contra de la dictadura, y no todos los que dicen o decimos estar a favor de la memoria, la verdad y la justicia, estamos diciendo lo mismo; nos separan ideologías, proyectos políticos, intereses de clase, y es por ello que debemos empezar a diferenciar entre estas distintas miradas para poder identificarnos y afirmar la propia. Claramente, usted y yo no decimos lo mismo. Claramente, no quiero legislador ni presidente ni proyecto político cuyo principal referente me impulse cínicamente “a no mirar para atrás”, cual sujeto al que intentan despojar cruelmente, una vez más, de su propia historia.
Para terminar sólo me queda decirle dos cosas muy relacionadas entre sí. A su pesar, la historia se puede leer en los libros, pero en la realidad no se puede dar vuelta la página tan simplemente como usted cree. Lamentablemente para usted, vive en un país con un pueblo que si bien ha sido muy dañado, es un pueblo dispuesto a luchar y a resistir, y que seguramente va a salir fortalecido después de estos diez años de avances sociales y culturales tan importantes. Y la otra cosa, usted bien lo sabe, es que el día que la política y la democracia no sean confrontación, será el día en que estemos muertos, por lo cual, le aconsejo, no subestime a la gente en sus discursos, porque seguramente será con esa misma gente con la que usted deberá confrontar.