El debate sobre el 18A y la Argentina del futuro

La multitudinaria movilización opositora del 18 de abril ha despertado reacciones dispares. Mientras sectores del oficialismo minimizan su impacto en los rieles del poder real, algunos analistas que se mueven en torno a su periferia advierten los riesgos que implica tal estrategia. En un artículo exquisito publicado días atrás, el antropólogo Alejandro Grimson (1) señala con acierto que, en los últimos meses, “la base social de la oposición crece sin menguar su participación”.

Se trata de una lectura compartida por muchos observadores, aunque con lecturas diferentes. Por ejemplo, Julio Burdman (2) ha indicado que “el éxito del 18A sigue siendo una debilidad antes que una oportunidad. Porque deja todo como está. Al PRO, el FAP, la UCR y el peronismo disidente no les falta de potencial electoral. El problema es que son cuatro o cinco, que no pueden aliarse entre sí ni podrán hacerlo, y que están todos más o menos al mismo nivel.”

 

La solución, entonces, según el analista, será la competencia, no el consenso. Sin embargo, cabe recordar que la foto no hace, sino en parte, al recorrido de la película: los procesos políticos son siempre dinámicos, y cualquiera de los especialistas citados reconocería –en algún caso, de manera expresa y como parte de un argumento- que las mayorías oficialistas, especialmente aquellas de hace año y medio atrás, nunca están aseguradas. Las mediciones más generosas hoy ubican a la presidenta, Cristina Fernández, por debajo del 40%, y sus candidatos en distritos centrales obtendrían incluso un caudal menor. La imposibilidad de reelección y el panorama claroscuro del desempeño económico, más oscuro que claro si observamos las mejores proyecciones para el año que viene, suman datos no muy positivos al análisis.

 

Por su parte, la politóloga María Esperanza Casullo (3) ha señalado una aparente paradoja en los debates opositores sobre el mejor modo de canalizar el espíritu de protesta manifiesto en las calles del país. Para la editora del reconocido blog Artepolítica, se trata de debates que ya tuvieron lugar, pero en el seno de la nueva izquierda y los movimientos sociales, a finales de los años noventa e inicios del siglo XXI. La pregunta esencial reside en el modo en que se combinan la autonomía de la sociedad civil movilizada y el pluralismo político, por una parte, y las construcciones más o menos verticales que habitualmente usufructúan ese capital en el terreno del poder, por el otro.

 

En verdad, como muestran esos mismos debates, el tiempo ha probado que la cuestión del poder no admite demasiadas novedades: allí donde una fuerza social externa al Estado pudo alcanzar el control del gobierno implicaron, en todos los casos, la utilización de herramientas tradicionales de construcción electoral. Véase, si no, el ejemplo del MAS boliviano, citado por Casullo.

 

¿Qué necesita la oposición para dar un batacazo en octubre de este año? En principio, es cierto, se trata de una apuesta complicada, en tanto los peores desempeños del kirchnerismo se darán en distritos donde gobiernan opciones competitivas entre sí, como bien señala Burdman. Pero el peso simbólico de la apuesta recae en un puñado de parroquias, y concretamente, en lo que pase en la provincia de Buenos Aires, donde las últimas encuestas colocan a Francisco de Narváez como un claro competidor del eventual delfín oficial. La situación bonaerense contiene otros elementos disonantes para el oficialismo, como la extrema debilidad de su oferta, la creciente sensación de fractura dentro de sus fuerzas, y la compleja situación de Daniel Scioli, entre otras.

 

En el medio de la tormenta, se encuentra Sergio Massa. Con cuarenta años, rostro sereno, y un largo expediente de gestiones exitosas que culmina en el “modelo Tigre”, Massa ha construido, desde su total marginación de las listas dos años atrás, una fuerza política que cuenta con casi veinte intendentes, diputados y senadores provinciales. Sobre la cúspide de ese interesante plural político, colocó su propia popularidad, la más alta del distrito. Sin embargo, todavía no se ha definido, y algunos creen que ya no lo hará, algo que desespera a propios y tranquiliza a extraños. Un conocido dirigente me decía “si yo midiera cuarenta puntos, no lo pensaría cinco minutos.” Esta semana, en declaraciones reproducidas por Letra P, el diputado nacional Facundo Moyano (4) ha dicho, con una cuota de resignación, que si Massa “no se decide a jugar, estaría dejando pasar una gran oportunidad como político.” Probablemente sea cierto, aunque nada es definitivo todavía.

 

De cara a 2015, el peso del sujeto social antikirchnerista impone a la política existente una prueba de liderazgo que ésta no ha sabido resolver en años previos. Sugiere la necesidad de que alguien se anime, efectivamente, a enfrentar al gobierno, ofreciendo al mismo tiempo garantías reales de continuidad en materia de políticas públicas de inclusión que han representado, con sus bemoles, cambios reales y concretos para amplios sectores de la población. Y que se anime, también, a decir lo que falta. Esto es, a verbalizar en una propuesta, no la enésima radicalización ideológica y discursiva de un proyecto a estas alturas ya eminentemente conservador, sino los modos en que puede recuperarse el crecimiento y la inversión en la economía, los mecanismos a través de los cuales es posible frenar la inflación sin sufrir ajustes demasiado ortodoxos, y las medidas que se requieren para combinar expansión con equidad. Mientras tanto, por primera vez en diez años, un candidato sin portación de apellido tendrá que convencer a la sociedad de que, desde el kirchnerismo, se está trabajando en este mismo sentido.

 

Notas

 

(1)   Grimson, Alejandro: “¿Gobernar sin construir hegemonía?”, en Página 12, 23/04/2013.

 

(2)   Burdman, Julio: “Entre el cacerolazo antipolítica y la marcha opositora”, en Infobae, 22/04/2013.

 

(3)   Casullo, María Esperanza: “Movilización y representación, ¿temas de la centroderecha?”, en Infobae, 19/04/2013.

 

Véase http://www.letrap.com.ar/blog/2013/04/22/facundo-moyano-sobre-massa-si-no-juega-dejaria-pasar-una-gran-oportunidad/

 

Donald Trump y Elon Musk.
Cuestionamientos al gobierno de Javier Milei por su discurso en Davos

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