La UNASUR le dará legalidad a Maduro

Por Lisandro Sabanés (*).- El encuentro de mandatarios integrantes de UNASUR que se desarrollará a partir de hoy en Lima, Perú, terminará de darle legalidad – no necesariamente legitimidad – al electo Presidente venezolano Nicolas Maduro Moro.

Lo ajustado de su triunfo en el marco de una fuerte tensión en un país sumamente polarizado, explican aunque no justifican la explosión de violencia a la que se arribó como consecuencia de las protestas impulsadas – en rigor acompañadas – por la opositora MUD y su ahora ex candidato presidencial Henrique Capriles Radonzki.

 

Ambos contendientes, que se repartieron el 99,75% de los sufragios emitidos con una participación de más del 78,8% de los electores, terminaron con una diferencia de solo 1,6% a favor del chavista y quedaron peligrosamente atrapados por sus urgencias y sobre todo por las demandas de sus sectores más radicalizados.

 

El domingo por la noche Maduro pareció querer buscar un tibio acuerdo al reconocer públicamente que aceptaría un recuento total de los votos tal como lo exigía Capriles para aceptar el resultado.

 

Pero el lunes el escenario había cambiado, Maduro se convenció (¿lo convencieron?) de que en función de legitimarse tras su floja elección que estuvo a punto nada menos que de tirar por la borda 15 años de Revolución Bolivariana, debía trocar su actitud y mostrar confianza en que la elección había sido válida y definitiva.

 

Consecuentemente atacó duramente a Capriles por proponerle un pacto, no volvió a mencionar la posibilidad de la auditoría de los votos y aceptó que el CNE – supremo órgano electoral de Venezuela que hegemoniza el chavismo – lo proclamara el lunes mismo aun cuando Chávez mismo, con una diferencia de diez puntos, lo fue tres días después de la elección.

 

Capriles, que en octubre había reconocido rápidamente su derrota y el viernes antes de la elección había expresado su confianza en el sistema electoral, tuvo que ponerse al frente del enojo de sus votantes, muchos de ellos rabiosamente antichavistas y denunció irregularidades, convocó a protestas en las calles con caceroleo incluido y atacó al CNE y a Maduro.

 

En rigor, Capriles obtuvo el mejor resultado posible. Ganar (por poco, única opción real) lo hubiera dejado expuesto a la ira de los sectores más radicalizados del chavismo y, en el supuesto caso que pudiera sobrellevar esto hubiera tenido que gobernar con el Parlamento, los gobernadores y el Ejército en contra.

 

Ahora, es el indiscutible jefe de la oposición – que es sumamente heterogénea y solo unida por el espanto al chavismo – ganador “moral” para poco menos de la mitad del país y con 40 años queda en inmejorable posición para la próxima elección que no necesariamente tiene que ser en seis años. Seguro de su inefabilidad Chávez introdujo la posibilidad constitucional de revocatoria de mandato a los tres años.

 

Los ocho muertos – aparentemente todos chavistas –  son la trágica consecuencia de esta historia y el argumento que esgrime ahora el oficialismo para ningunear el pedido de la oposición de auditar las urnas pero aunque ninguno lo reconozca públicamente a ambos líderes les conviene dar un paso adelante y olvidar las elecciones. Maduro necesita urgentemente legitimarse frente a su pueblo y Capriles evitar que haya más víctimas producto de las protestas que terminen por desmoronar su estrategia.

 

¿Cómo hará Maduro para fortalecerse? Los primeros indicios son de que, lejos de buscar acuerdos con la oposición o un sector de la misma, radicalizará sus posiciones buscando a través de cierta mística generar más  compromiso en la base militante chavista y más eficiencia en la tarea de los funcionarios estatales.

 

No es tarea fácil en un país con fuerte inflación, una brecha muy amplia entre el dólar oficial y el paralelo, desabastecimiento (que los chavistas adjudican al Poder Económico opositor) e índices de inseguridad mayores al promedio de Suramérica.

 

Sobre todo porque todos estos inconvenientes se veían como superables para la mayoría del país estando Chávez al frente. El domingo, según los números, unos 700 mil votantes del Comandante no creyeron que su heredero lo fuera y optaron por Capriles.

 

En el oficialismo, invierten el cálculo y destacan que pese a todo, el grueso del chavismo se mantuvo fiel al pedido póstumo de Chávez y acompaño a Maduro pero reconocen que deben buscar respuestas urgentes a las demandas antes de que, dentro de la propia fuerza, aparezcan “interpretadores libres” de la doctrina chavista que digan: “esto no lo hubiera hecho así el Comandante”.

 

(*) Periodista. Enviado Especial

 

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