Simulacro que incluyó, además de la silenciosa adhesión al visible duelo político adoptado en la Casa Rosada, que uno de ellos se sumase a la comitiva oficial que marchó a Caracas a despedir al líder del movimiento bolivariano. Aunque para ello debió compartir vuelo con la izquierda aliada al oficialismo en el Tango 02, en un fatigoso viaje.
Impensada derivación del eje político Buenos Aires-Caracas que predominó en la política internacional del país de la última década y a la que se subordinó el resto de las establecidas con la región, la aparición de los intendentes en este escenario serviría de argumento a favor de quienes sostienen que la vida doméstica es la que determina las relaciones que se entablan con el exterior.
Brote espontáneo de chavismo que resulta difícil de justificar desde la inclinación ideológica de una amplia mayoría de ellos, más cerca de la experiencia pragmática del ejercicio cotidiano del poder que de discursos inflamados de una retórica a favor de la emancipación nacional.
Si bien no es comparable al estado de convulsión que envuelve a los bolivarianos por estas horas, resulta inocultable que el único debate que trasciende la actualidad aquí es el de la sucesión presidencial en el 2015: la madre de todas las batallas que vienen librándose en el terreno económico.
Tema ineludible de las comisiones de análisis de la situación financiera de la Provincia que iban a constituirse en La Matanza, imaginado como un cónclave para aglutinar un número superior a loas 64 jefes comunales que asistieron este verano al primero de ellos en Santa Teresita, el pasado 25 de enero.
Debajo de la aparente guerra de egos por ocupar presidencias de esos espacios de trabajos que habría provocado falta de entendimientos que lo de Chávez ayudó a disimular, asoma la verdadera cuestión de fondo de la postergación, por ahora sin fecha, de lo de La Matanza: el triángulo de intereses contrapuestos que configuran Fernando Espinoza, Martín Insaurralde y Rubén Darío Giustozzi.
Los intendentes de La Matanza, Lomas de Zamora y Almirante Brown, protagonizan allí una saga de alianzas precarias, transitorias e intercambiables al ritmo febril que despierta entre ellos los sondeos de opinión que circulan para determinar quién será el que accede por la Tercera Sección al único lugar de privilegio que la Casa Rosada reserva para quien pueda asumir su representación simbólica.
Fuentes seguras del entorno de dos de los tres involucrados confirmaron en la más estricta reserva que este es el motivo más importante para dejar sin efecto la reunión. También que Fernando Gray intenta pararse en pie de igualdad en esa disputa pero con un éxito relativo.
El intendente de Esteban Echeverría viene ejecutando con dificultad y en etapas un cambio de gabinete exigido por el oficialismo nacional como prueba definitiva de que guarda prudente distancia de Sergio Massa. No es que Alberto Auruccio e Inés Loureiro, quienes debieron abandonar las secretarías de Gobierno y de Desarrollo Social, respondiesen al intendente de Tigre.
Sí Luis Obarrio, responsable de sus llegadas a la administración municipal, y aliado de Gray, que comparte con Obarrio y Massa un paso intenso por el duhaldismo. Lo mismo que Hilda Granotti y Pablo Sibilia, responsables de Hacienda y de Obras Públicas, también en la mira en esta purga que Gray procura atenuar bajo el temor que Massa presente lista propia y le arrebate el distrito.
Con ese argumento procura persuadir a José Ottavis valiéndose de Fabiana Bertino. La nueva secretaria de Gobierno tiene teléfono abierto con el vice Segundo de la Cámara de Diputados. La llegada de Bertino al cargo es producto de esos enredos: al menos dos intendentes del Conurbano le hicieron saber a Gray su fastidio por la militancia anti K de Auruccio en Almirante Brown.
Gray venía tejiendo una alianza con Insaurralde para marcar distancias con Giustozzi y Espinoza. El de La Matanza cobró cara la ausencia del de Almirante Brown en Santa Teresita y lo dejó fuera de “la mesa chica” que el pasado 16 de febrero se vio en el Palacio Municipal de San Justo para diseñar el encuentro interrumpido del 9 de marzo.
Inquieto por recuperar lo que correspondería a La Matanza por su peso electoral, Espinoza fue el único intendente de la Tercera Sección que se dejó ver en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura bonaerense, en una señal de que no es solo un rumor su plan de convertirse en primer candidato a diputado provincial si no son atendidas sus pretensiones. “El único que le cumplió a Alberto (Balestrini) fue Daniel (Scioli.)”, dejan correr desde su entorno.
El mensaje pareció comprendido por la Casa Rosada que lo incluyó en la nutrida delegación que viajó a Caracas. Tal vez porque el Tango 01 es de capacidad limitada y fue ocupado por la primera línea del Gobierno, a Espinoza le tocó compartir el 02, repleto de izquierdistas aliados con quien compartió un viaje casi interminable: el vuelo realizó siete escalas antes de llegar a destino.
La peña de Carlos Kunkel que visitó Lomas de Zamora hace una semana dejaría un saldo positivo para Insaurralde. No tanto por la lista de invitados sino por quienes concurrieron al evento en calidad de auto convocados, como los diputados nacionalesEdgardo Depetris y Diana Conti, en lo que se insinuó como una toma de distancia de Juan Gabriel Mariotto, su anterior referencia en el distrito.
Algunos seguidores ahora enemistados con el vicegobernador, aseguraron que fue la propia presidente Cristina Fernández quien ordenó a Sergio Uribarri, Julián Domínguez, Wado De Pedro y Andrés Larroque concurrir al acto que organizó en el club Banfield para marcarle que “el éxito o fracaso en la convocatoria lo determina ella.” En esa versión, parte significativa de la acotada platea reunida habría sido garantizada por “La Cámpora.”
Mariotto no es el único opacado por el protagonismo de Insaurralde y Espinoza dentro del oficialismo, como ya se encargaron de transmitir Darío Díaz Pérez, Jorge Ferraresi, Francisco “Barba” Gutiérrez y Julio Pereyra: los intendentes de Lanús, Avellaneda, Quilmes y Florencio Varela no solo tienen en común ser pioneros del kirchnerismo original sino el hecho de liderar gestiones cuestionadas por la opinión pública.
Descontento que procura capitalizar Giustozzi: la semana pasada recibió a Pereyra en su despacho para analizar la situación de la provincia de Buenos Aires, El de Varela lidera la poderosa Federación Argentina de Municipios (FAM). Esa entidad fue la encargada de transmitir el malestar de los intendentes a Dasniel Scioli por las demoras en girar recursos coparticipables.
El gobernador es tema de conversación entre los intendentes que saben que parte de esas dificultades se ligan a las propias que tuvo la administración provincial para pagar aguinaldos y vacaciones a fin del año pasado. El grueso de los presupuestos municipales depende de esos recursos escasos.
Esa situación es la que llevaría a Scioli a mantenerse quieto y a cumplir con el pliego de condiciones que le exija el Gobierno a cambio de auxilio financiero. Como la candidatura a diputada nacional de Karina Rabolini, su esposa. De eso conversaron la semana pasada Felipe Solá y José Luis Pallares. El diputado nacional sería candidato a renovar su banca por el Frente Renovador que en la Tercera Sección viene articulando el senador provincial si es que Massa resuelve presentar lista por afuera del PJ.
Con el cierre de listas de las primarias el 22 de junio y su realización para el 11 de agosto, el final del duelo por Chávez pondrá a todos de nuevo frente a la urgencia de adoptar definiciones cuando el tiempo para las excusas parece irse agotando.