La apertura de clases aparece como un condicionamiento en las negociaciones. Por fuera de las reuniones entre los gremios docentes y autoridades del Ejecutivo aparece la habitual amenaza de huelga. El secretario general del SUTEBA e integrante de la CTA oficialista, Roberto Baradel, puso en duda el inicio de clases en la provincia si la gobernación avanza con la idea de un 18 por ciento de aumento distribuido en tres “cuotas” a lo largo del año.
Sin modificación del impuesto a las Ganancias, las Asignaciones Familiares y la inflación, “nos plantean una carrera en la que siempre perdemos los trabajadores docentes”, sintetiza la máxima autoridad gremial de la FEB, Mirta Petrocini, al indicar como “paradojal” que, a pesar de obtener incrementos salariales en la Provincia, los mismos “no llegan a nuestros bolsillos, y por lo tanto no vienen a recuperar el poder adquisitivo”. También pide que la recomposición del básico docente sea retroactiva al 1° de enero de 2013.
Scioli empezó el año buscando fórmulas para no quedar encerrado ante una nueva encrucijada financiera. Sabe que no sólo debe atender los reclamos salariales, sino también equilibrar sus cuentas y no quedar condicionado, en términos políticos, a gobernar sólo para pagar los salarios mensuales a los empleados estatales.
Hasta ahora, la estrategia fue renovar un viejo reclamo de la Provincia por la rediscusión de la distribución de fondos federales.
Con más dudas que certezas, y sin recetas alternativas para la paritaria salarial, el gobernador mantiene su habitual estilo de no confrontar directamente con la Casa Rosada. En su entorno creen que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante un tiempo, seguramente retaceará el envío de fondos frescos y se mostrará inflexible respecto del planteó sindical para que se defina una reforma del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, antes de iniciar “en tiempo real” el proceso de actualización salarial.
Pero las postales veraniegas encuentran otra vez a Scioli atravesando insuficiencias presupuestarias. Otra “foto” también muestra al kirchnerismo intentando no quedar enredado ante un eventual conflicto salarial y social en la provincia, ya que eso indefectiblemente impactará en la imagen de CFK y puede repercutir electoralmente, poniendo en apuro los dos últimos años de gestión nacional.
Por una cuestión de conveniencia electoral, la Casa Rosada necesita a Scioli, así como el gobernador necesita del apoyo del gobierno nacional para mejorar los números de la tesorería bonaerense.
La Provincia encontró una noticia de impacto positivo: recibirá durante este año casi 7 mil millones de pesos correspondientes al Fondo Educativo, de los cuales 1.100 millones serán coparticipados con los intendentes para la realización de inversiones escolares.
La ministra de Economía sciolista, Silvina Batakis, destacó que Nación destinará unos 6.986 millones de pesos correspondientes al Fondo Educativo, de los cuales 1.128 millones se coparticiparán en forma automática y diaria a los municipios y 5.859 millones de pesos serán destinados para inversión en educación desde las arcas provinciales.
El año pasado, la administración nacional de CFK definió que el Fondo Educativo que se distribuía entre los distritos no fuera coparticipable, por lo que los alcaldes municipales perdieron casi mil millones de pesos que ya habían sido contados en sus presupuestos.
Batakis además buscó aplacar la polémica que se desató en la Provincia ante el fuerte recorte en la coparticipación que afectará a 76 municipios, instrumentado a partir de un decreto.
Según las proyecciones realizadas por el ministerio de Economía bonaerense, los 135 distritos obtendrán 13.619 millones de pesos a lo largo de este año, lo que representará un 28 por ciento más que el año pasado.
Oficialmente se indica que, de 2007 a 2012, la coparticipación hacía los municipios pasó de 3.242 millones a 10.665 millones de pesos, lo que significó un aumento del 229 por ciento.
Según la ministra, desde la gestión Scioli “se aboga por el federalismo, impulsando políticas de integración y redistribución de recursos para fortalecer la autonomía financiera de los gobiernos municipales”.
Las cotidianas “operaciones mediáticas” conteniendo filosas críticas contra la gestión gubernamental y apetencias políticas de Scioli siguen en el orden del día. Desde el sciolismo naranja hablan de una epidemia de obsecuencia sin límites al gobierno nacional de algunos actores del kircherismo-cristinista.
El oficialismo cristinista K insiste con la re-reelección presidencial de manera cotidiana. No es imperceptible la voluntad de ministros o legisladores nacionales por sumarse a la larga lista en defensa de la ambición por una “Cristina eterna”. Si bien reconocen que, para poder cumplir con ese deseo, necesitan conseguir las mayorías parlamentarias requeridas para reformar la Constitución Nacional.
También, y aunque reconocen el alto nivel de adhesión popular que tiene Scioli, aseguran que es la actual presidenta la “garantía de continuidad del proyecto nacional” y por eso reivindican la “conducción única” de CFK.
Está más que claro que el universo oficialista K no sólo apostará a ganar en los comicios legislativos de octubre próximo en la provincia de Buenos Aires para reinstalar con mayor fortaleza en la agenda política la potencial re-reelección de la presidenta Cristina Fernández, sino que también buscará obtener el efecto de “campana de largada” para la carrera por la sucesión de Scioli en la gobernación bonaerense para el 2015.
Tanto el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, como el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y, en menor medida, el vicegobernador Gabriel Mariotto, no ocultan sus intenciones de convertirse en sucesores de Scioli. Por afuera del oficialista Frente para la Victoria-PJ también puede anotarse en esa “competición” el intendente de Tigre, Sergio Massa, y el dirigente del peronismo anti K, Francisco de Narváez.
En La Plata no sorprendió que la “estrella” del encuentro de la “peña de los intendentes”, que organizó el diputado ultra K Carlos Kunkel días atrás en Villa Gesell, haya sido precisamente Domínguez, a quien el grupo de comensales vislumbra como el candidato a gobernador en 2015. De esa tertulia política participó la senadora bahiense Diana Larraburu, entre otros legisladores provinciales.
Además de embestir con sutilezas contra el “complicado” Scioli –enemigo íntimo del proyecto reeleccionista de los K, razón por la cual no pocos parecen querer empujarlo del modelo nacional–, por lo menos en público, la mayoría de los dirigentes que se reunieron con Kunkel y Domínguez, evitó confrontar abiertamente con el sciolismo ausente, aunque deslizaron críticas hacia aquellos sectores que “entran a la política para la promoción de figuras personales, que cuando van a ocupar un cargo público están pensando utilizarlo como un trampolín para saltar a otro lado”.
Hace un tiempo, los dirigentes “sciolistas” de la agrupación DOS, el ministro Martín Ferré (Desarrollo Social) y el diputado Guido Lorenzino, habían cuestionado el “kirchnerismo tardío” de Julián Domínguez.
Le recordaron su pasado como jefe de campaña de Carlos Ruckauf y luego “ministro de esa gestión en los dos años que duró”, en referencia a su paso por el ministerio de Obras Públicas bonaerense.
En esa línea, también registraron que, en las legislativas de 2005, Domínguez enfrentó a Cristina Fernández de Kirchner desde las listas del duhaldismo y en 2010 recorrió la Provincia “hablando del post-kirchnerismo”.
Además del ministro Ferré, en la DOS actúan como referentes el presidente del Instituto de Previsión Social, Mariano Cascallares, y el subsecretario de Relaciones con la Comunidad y Comunicación de la jefatura de Gabinete, Carlos Gianella, entre otros.
(*) Periodista, columnista de La Nueva Provincia”