En realidad, no fue generado tanto por la voz del cantante, sino por el griterío de las niñas del público. Según la víctima, todo lo que pasó en ese recital provocó una “onda sonora”, que llegó a su punto culmine cuando el muchacho rubio con peinado flogger “se subió en una góndola con forma de corazón, desde la que animó al público a gritar”.
Así lo especifica un pasaje de la demanda: “atrajo a la multitud a un frenesí de gritos, agitando los brazos en un movimiento rápido y hacia arriba”.
Ese fue el momento clave para la demandante, ya que según ella, en ese preciso instante sus tímpanos se dañaron y hoy sufre una sordera acompañada por un pitido constante que no la deja dormir. Y por si fuera poco, además de quedar sorda, hoy también sufre ansiedad y depresión.
Ahora, Bieber y su compañía discográfica tienen que ponerse con la suma nada despreciable de casi 9 millones y medio de dólares.