Es que sería el precio que Daniel Scioli tendría que pagar si acepta la ayuda económica que Nación inminentemente bajaría, claro está, con estas condiciones. En la última conferencia de prensa brindada por el ex motonauta en el salón dorado de la Casa de Gobierno, se lo volvió a ver “entregado”, con un mensaje claro al gobierno de Cristina Fernández, desligándola de los presuntos dichos y críticas en su contra. Además, nuevamente elogió su política, su predisposición al diálogo y su apoyo.
Aquello no es correspondido por la mandataria -al menos públicamente-, quien en sus últimas apariciones deslizó más de una vez “lecciones” de gestión y financiamiento, implícitamente dirigidas a la figura del gobernador bonaerense. La última, en General Rodríguez, cuando la presidenta enumeró una serie de obras en la Provincia, e incluso la cifra de dinero que desde el 2003 se le brinda a Buenos Aires.
Ahora iría más allá, y tal como lo hizo el año pasado previo a las elecciones de octubre -cuando dispuso que Gabriel Mariotto fuera el vicegobernador-, se metería en el armado -o mejor dicho, reacomodamiento de piezas- dentro del equipo de trabajo de Scioli.
Así las cosas, se filtró hasta el nombre de quien sería, por ejemplo, el reemplazante de Ricardo Casal al frente del ministerio de Seguridad: Juanjo Álvarez. De esta forma, el ex Secretario de Seguridad de la provincia en los gobiernos de Felipe Solá y Carlos Ruckauf desembarcaría en esta complicada cartera, que desde hace mucho tiempo es el blanco preferido de las críticas del kirchnerismo, puntualmente de La Cámpora. Hoy, la imagen positiva de la seguridad a nivel provincial tiene sólo un 15%.
Silvina Batakis, últimamente en el centro de la escena, también le cedería su puesto a alguien enviado directamente por Nación, con la exclusiva misión de administrar los millones de pesos que bajarían desde las arcas del Estado nacional.
A estas presuntas modificaciones, hay que sumarle que hoy por hoy, todas las miradas de Nación se posan también sobre el ministro de Infraestructura Alejandro Arlía, por su “mala previsión” -cuando fue ministro de Economía durante la primera gestión de Scioli- a la hora de “no saber proyectar la crisis que hoy explotó”. Además, por los pasillos de la Rosada se le atribuye su presencia en el gabinete de Domingo Cavallo, tal como se especifica en el Boletín Oficial nro. 27.858 del gobierno de Menem, del 25 de marzo de 1994. Allí se menciona a Alejandro Gaspar Arlía como titular de la Dirección de Coordinación y Evaluación, dentro del Gabinete económico de Domingo Cavallo. El diputado nacional Carlos Kunkel fue uno de los que lo fustigó; “¿qué querés? si este es uno de los discípulos de Cavallo”, habría reprochado en la mismísima Casa Rosada.
Estas serían las condiciones impuestas por el gobierno nacional, y que pondrían a Daniel Scioli en una nueva encrucijada, en donde tendría que decidir y negociar teniendo en cuenta que ganaría lo que tanto le hace falta de manera urgente a la provincia para poder subsistir, pero perdería hombres y mujeres de su extrema confianza, con todo lo que eso significa.