El crudo rechazo de Hebe de Bonafini a la re-reelección de Cristina de Kirchner develó con las horas su matriz: la titular de Madres de Plaza de Mayo dio la primera pista de una variante para incluir a Gabriel Mariotto en la lista de presidenciables ultra-K.
El martes, en La Plata, Bonafini confesó que tenía «su candidato» para suceder a Cristina de Kirchner pero se negó a revelar su nombre. «Para cuidarlo», arguyó. Fue el primer indicio público de una costura a la que secretamente se volcó el mariottismo y un sector K.
Como piezas de un plan calculado, 48 horas después el vice alentó dos tribus kirchneristas en Córdoba: un pelotón sindical y una franquicia, menor y local, de «La Kirchner», marca que tras la muerte de Néstor planeó lanzar Rudy Ulloa Igor, show que abortó la Presidente.
En el juego de las diferencias, Mariotto visitó Córdoba en simultáneo a Daniel Scioli. Mientras el gobernador se mostró con José Manuel de la Sota -con quien el jueves a la noche se apartó para cenar a solas- el vice participó de un montaje neokirchnerista.
Scioli usó una gira del Grupo Bapro que armó Santiago Montoya; Mariotto, un bloque K que juntó Ricardo Moreno, exfuncionario de la CNC, que reporta a Roberto Porcaro, sigiloso operador cristinista. El día del triunfo delasotista, Moreno fue echado a empujones de la sede del PJ cordobés.
No fue la primera salida pre-presidencial de Scioli pero fue el debut de Mariotto como «figura» nacional desde que juró como segundo bonaerense. Un dato: el vice está convencido que operar como antítesis del gobernador lo ayuda a ganar millaje y visibilidad.
Mariotto advierte -como muchos en el kirchnerismo- que el affaire Ciccone destrozó las expectativas futuras de Amado Boudou como continuador cristinista en 2015. Sin el exministro en la grilla de herederos, el vice bonaerense detecta lo obvio: Cristina carece de opciones presidenciales destacadas.
La opción de una re-reelección aparece en la mesa de arena oficial con doble condición: como hipótesis concreta a pesar de la supuesta negativa de la propia Presidente y como recurso para demorar el mayor tiempo posible la disputa por la sucesión.
La hipótesis Máximo Kirchner transita en una dimensión parecida a la ciencia ficción. Las variables Alicia Kirchner o Axel Kicillof -por citar aquello que se repite- son, a esta altura, meras invocaciones. En esa clave lo lee Mariotto; en la misma clave lo sugirió Hebe de Bonafini.
En definitiva, dicen cerca del vice, Cristina de Kirchner ya lo probó en un duelo electoral y le dio, al entronizarlo como dos de Scioli, la chance para mostrar su obediencia sin impurezas al esquema K. Ante el vacío de candidatos, Mariotto cree que puede recalar en la oferta presidencial.
Como es un dirigente con muy bajo conocimiento público -poco más del 30% lo conoce en la provincia- empezó a mover fuera de Buenos Aires.
Mariotto coincide con Scioli en la simulación: el gobernador no tiene otro plan que ser candidato presidencial en 2015 pero nada dice sobre eso. Mariotto se atrevió a imaginar para sí mismo ese destino pero evitará cualquier indicación precisa.
Ambos comparten el pánico a las represalias K: para el ultrakirchnerismo, cualquier dirigente que proyecte más allá de 2015 merece el cadalso, la pena a los traidores. Mariotto no escapa a esa ecuación. Boudou puede convertirse en un rival feroz.
Scioli, a su vez, mueve en dos planos: alimenta expresiones disidentes como La Juan Domingo, a cuyo lanzamiento envió a casi todo su gabinete, busca consolidar un esquema de alguna autonomía para la elección de 2013 pero descarta una ruptura con Cristina de Kirchner.
El gobernador está en frágil equilibrio: ratifica su pertenencia al dispositivo K pero convive con el supuesto que repite constantemente el kirchnerismo explícito de que la Presidente no contempla de ningún modo la opción de cederle el mando en 2015. Esta tesis, inquietante para el sciolismo, podrá ser sometida a la prueba del ácido a partir de la evolución del todavía germinal y ensayístico plan Mariotto.
(*)columnista político. Esta nota salió publicada en Ambito Financiero