La novela de Ricardo Caruso Lombardi es el ejemplo más fresco. Un equipo al borde del abismo con gravísimos incidentes de violencia adentro de las instalaciones del club, con problemas de indisciplina en el grupo que parecen incontrolables, con barras bravas que ingresan libremente a los pasillos como si fuesen sus propias casas y amenazan de muerte a los árbitros, con periodistas partidarios que protagonizan lamentables sucesos en las plateas a causa de un grito de gol y se olvidan que si las tribunas están vacías en esos partidos es porque hubo hinchas muertos -que dicho sea de paso, lamentablemente esos casos continúan impunes-, con un presidente que contrata a un DT que luego no banca, inmiscuido en una disputa interna dentro de la mismísima dirigencia, y demás…
Todas estas cosas quedan en el olvido, así como si nada. Todo empañado por un circo mediático protagonizado por un entrenador que ama posar frente a las cámaras de televisión y los micrófonos de radio, alimentando el morbo que esto genera, en un contexto de extrema tensión que envuelve a muchos.
Bien, eso no tiene nada malo. Si a Caruso le gusta hablar, que hable, que haga reir. La cuestión pasa por otro lado, y ahí está la parte vergonzosa de toda esta historia. Quilmes está muy cerca del ascenso, a base de mucho esfuerzo, con todo lo que eso implica. ¿Cómo es posible que la reglamentación de AFA permita que en la recta final de un torneo en el que se juegan cosas muy importantes un entrenador se desvincule de la noche a la mañana de un equipo y se sume a otro, casi como si fuese un trámite chistoso? Y un dato que termina por catalogar a esta situación como bizarra: San Lorenzo y Quilmes podrían ser potenciales rivales en una de las promociones, al final del Clausura. Ay…
En una competencia seria, esto no ocurre. Y este es tan sólo un ejemplo de tantos. Hay plazos que se deberían respetar. Eso desde el vamos. Hay un trabajo, un proyecto que de antemano se pauta con fechas, objetivos, alcances, metas. Es irrisorio que por momentos estos mismos protagonistas sean los que pregonan el respeto y respaldo por el proyecto y la seriedad para trabajar. Luego, pasa esto. Entonces, ¿de qué proyectos estamos hablando?
Los únicos proyectos que se ven en el fútbol argentino desde hace mucho tiempo a esta parte son los que se enmarcan en un ambiente de… show: reglamentos que no se respetan, graves amenazas que no se investigan, violentos ataques con heridos -y hasta víctimas fatales- que quedan impunes, dirigentes que llevan adelante pésimas gestiones y pasan al olvido inmediatamente, barras bravas que continúan manejándose a gusto y piaccere por los clubes de los que son hinchas, y claro, dirigentes que cuando tienen el poder para intentar empezar a modificar algo de esta situación, protagonizan elecciones en donde votar es… un trámite.