Por estos días, en la Cámara de Diputados de la Nación se discuten una serie de proyectos que plantean la necesidad de incluir la figura del femicidio en el Código Penal. Este es un tema muy importante para debatir, en momentos donde la violencia hacia las mujeres viene registrando un aumento y cada vez son más los asesinatos por la condición de género.
Las 282 mujeres asesinadas por la violencia machista o patriarcal durante el último año, reflejan un aumento del casi 40% con respecto al 2008.
Si buscamos la palabra “femicidio”, no la vamos encontrar en un diccionario, ni como termino judicial; sino como una definición impulsada desde los organismos de defensa de los derechos de las mujeres que, tras batallar, lograron que los medios empiecen a reconocerla.
Claramente, la aceptación legal de la figura de femicidio es un enorme avance en esta lucha que llevamos adelante contra la violencia hacia las mujeres, porque pone sobre el tapete de la discusión pública, un hecho que antes se caratulaba como violencia familiar o crimen pasional.
Que en la cámara baja nacional existan actualmente 15 proyectos que aborden esta problemática, indica una voluntad de encontrar soluciones; y esta multiplicidad de iniciativas debe servir para elaborar el mejor y más completo trabajo.
Si logramos echar luz sobre esto y seguir profundizando en el tema para que la sociedad lo discuta, estaremos dando un gran paso, pero aún resta mucho para terminar definitivamente con esta problemática.
Cuando se habla de femicidios, comúnmente se puede caer en el error de pensarlo como un crimen pasional, pero aquí no entran en juego las pasiones ni las emociones violentas, sino que marcan el reflejo de una sociedad machista y con desigualdad en detrimento de la mujer.
Como es sabido, la figura de emoción violenta es un atenuante de la pena y con esta inclusión de la figura penal del femicidio como un agravante, se tendrán penas más duras para esta violencia machista.
Pero esto no alcanza. También se debe realizar un trabajo exhaustivo de prevención para evitar la muerte de mujeres, que implica una declaración de emergencia y un trabajo conjunto entre todos los organismos del estado y las organizaciones de la sociedad para elaborar un análisis pormenorizado de casos y poder ejecutar el mejor plan preventivo.
Se debe también hacer un seguimiento de las causas que se abran en la justicia, ya que en muchos casos antes del femicidio se realizan denuncias por violencia, pero frente a la falta de contención, la victima queda sola y a merced del victimario.
Igualmente, lo que salga del trabajo de las comisiones legislativas y se apruebe en el Congreso Nacional, nos debe permitir trasladar a la sociedad la discusión sobre la violencia machista en todas sus formas, tal como lo establece la Ley Nacional 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. Esto significa abordar la problemática de la violencia desde lo simbólico a lo físico.
Frente al debate que se instala de que no hay que diferenciar entre el asesinato de un hombre o el de una mujer, es necesario aclarar algunos aspectos. Primero es importante remarcar que una vida que se pierde es lamentable, sea en la forma que sea, pero también es necesario dejar bien en claro que vivimos en una sociedad que se para desde una inequidad cultural y de derechos entre hombres y mujeres.
*Diputada Provincial HCD Buenos Aires. Bloque FPV.