Pese a la interna que atraviesa al PRO en vísperas del ballotage, el expresidente Mauricio Macri encontró en la titular del partido amarillo, Patricia Bullrich, y en el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, dos aliados en su cruzada contra Juan Román Riquelme por el control de Boca. El aporte a la campaña del ingeniero, que aún no está claro si se produjo de manera voluntaria y coordinada, se vio materializado este jueves por la noche a raíz de la clausura de La Bombonera por la sobreventa de localidades en el partido de Argentina contra Uruguay. El exfutbolista, según pudo reconstruir Letra P, salió rápidamente a denunciar un complot macrista en su contra sin tener en cuenta que ya estaba documentado que el aforo del estadio Alberto J. Armando estaba por encima de lo permitido.
Todos los partidos de fútbol profesional en la Ciudad son controlados por la Agencia Gubernamental de la Ciudad (AGC), a cargo de Matías Lanusse, y por el subsecretario de Seguridad de Eventos Deportivos, Guillermo Madero. El primero es un funcionario muy cercano a Larreta. Fue coordinador de la UCEP en la primera gestión de Macri en la Ciudad y presidente del Instituto Provincial de Lotería y Casinos en el gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal. El segundo ocupó un cargo similar al actual durante la gestión de Bullrich en la administración nacional de Cambiemos. Diplomado en Seguridad y Defensa, su alineamiento entre los halcones del PRO se puede certificar sin margen de dudas en sus redes sociales.
Ambos funcionarios deben revisar la cantidad de asistentes en los estadios junto a representantes de los clubes para determinar si habrá un problema de capacidad. Ese mismo procedimiento se cumplió para el encuentro de este jueves por la noche en la Bombonera.
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El documento sobre el que se fundamentó la clausura del estadio, al que tuvo acceso este portal, cuenta con la firma del jefe de Seguridad de Boca Juniors, Marcelo Pablo Ferreyra, y también del representante de la empresa que tiene los derechos de transmisión. El texto sostiene que la capacidad de la Bombonera estaba en un 97,62% y que solamente había 1.346 lugares libres dentro de los espacios habilitados. Sin embargo, y eso quedó en evidencia en los videos que se incluyeron en el expediente, había cientos de hinchas que no podían ingresar a la tribuna. ¿Qué sucedió?
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Cinco lugares del estadio sobrepasaron la totalidad permitida por la habilitación. Se trata de los sectores General socio norte y Segunda norte, Preferencial y palcos vip, plateas medias y sector K. En todas esas secciones, según consta en el expediente, la ocupación se encontraba por encima del 100%. "No tuvieron en cuenta a la barra y a los abonados. Por eso se produjo el desborde de gente", aclararon en el organismo de control porteño.
Con esas cinco clausuras preventivas, una por cada sector que estaba sobrepasado, se le dio intervención a la Justicia porteña, que ya tenía funcionarios presentes en el centro de operaciones junto con efectivos de la Policía de la Ciudad. "Pudimos ver todo en tiempo real", agregó una fuente del ámbito judicial para explicar las razones de la decisión exprés.
En este contexto, Riquelme y Boca salieron a culpar al PRO de lo que sucedió al vincularlo directamente con las elecciones del 2 de diciembre. "Boca Juniors comunica que, a pesar de no haber superado la capacidad máxima del estadio, la agencia gubernamental de control del GCBA decidió, finalizado el encuentro, la clausura de La Bombonera por alegar que se había superado su capacidad de aforo. Dadas las circunstancias del caso, el club considera que dicha acción evidencia animosidad contra la institución, algo que se ha reiterado sugestivamente en varias oportunidades en lo que va del año", sostiene el comunicado oficial del club.
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Inmediatamente después de conocido el mensaje del club, en el entorno de Macri y del candidato de ese espacio a la presidencia de Boca, el exministro de Modernización Andrés Ibarra, se preparaban para aprovechar el error no forzado de Riquelme. "Se equivocó. Además, metió a la política de partidos, que es lo que intenta evitar para no quedar pegado a lo que suceda con Sergio Massa el domingo", analizó uno de los integrantes de la nómina de la oposición.
La apuesta de Riquelme es convertir a las elecciones en el club de la ribera en un plebiscito de la gestión que encabezó como vicepresidente detrás de Jorge Ameal, quien ahora lo secundará en los comicios del 2D. Su objetivo es alejar la puja auriazul de la política nacional.
“¿Queremos ser un club de fútbol o ser utilizados para hacer política?”, se preguntó el ídolo xeneize al oficializar su postulación la semana pasada. Esa estrategia que trazó le permite, aún cuando el oficialismo tiene múltiples vínculos con el peronismo y el radicalismo, polarizar directamente con Macri. Al culpar al PRO este jueves por la clausura de la Bombonera, el exfutbolista se metió en el barro. El macrismo cree que así se aleja del camino que ideó para tratar de ganar las elecciones. Por eso festeja.