Desde que volvió a la provincia, a mediados del año pasado, Sergio Urribarri se convirtió en el socio incómodo para el peronismo entrerriano. Una dimensión de esa incomodidad son las causas judiciales abiertas que el exgobernador tiene, en las que se los juzga por diferentes delitos contra la Administración Pública. Sin condena firme, puede y quiere ser candidato a gobernador pero lo frena la Constitución provincial, que le impide presentarse tras dos mandatos ya cumplidos. Para revertir esa barrera apeló a la Justicia provincial y espera por una decisión. Podría, sin embargo, ya sin frenos judiciales ni constitucionales, encabezar cualquier lista legislativa.
La otra dimensión es el constante cuestionamiento de Urribarri hacia el peronismo entrerriano. Cada vez que habla, dispara dardos al gobernador Gustavo Bordet, presidente del Partido Justicialista local. Repite sin eufemismos que la actualidad del partido es “preocupante” y que gran parte de su dirigencia “está anestesiada”.
Como contó Letra P, cuando la semana pasada el gobernador convocó a elecciones internas en el PJ, el urribarrismo fue el primero en levantar la mano para evidenciar lo impertinente de la fecha elegida: el 25 de junio. Su hijo Mauro declaró que en esa época el peronismo debería estar enfocado enteramente en la elección general y en revertir los resultados de “la derrota histórica” que el oficialismo tuvo en toda la provincia en 2021.
En su capítulo más reciente, esta semana en Paraná, Urribarri padre acusó al peronismo de estar “escondido”, deslizó cierta complicidad en el “blindaje” que, según él, Rogelio Frigerio tiene en Entre Ríos y lanzó una grave acusación: que el peronismo “no se escondió ni en los peores momentos de la historia”.
En el entorno del gobernador acusan recibo de los dardos pero descartan que Bordet vaya a contestarle. Justifican la verborragia del Pato en que tienen estilos de gobierno y conducción diferentes y que Bordet jamás contribuiría a que el partido “implosione” o a generar “más divisiones”.
“El Pato puede opinar y está muy bien, fue dos veces gobernador, tiene una carrera dentro del peronismo, nadie va a desmerecer eso”, responden ante la consulta de Letra P.
Después del episodio por el llamado a elecciones internas, Urribarri alimentó versiones que indicaban que estaba pensando en presentarse en las PASO por fuera de la estructura del Partido Justicialista. Dijo que “suceda lo que suceda” con su candidatura y “con las reglas que sea, con las elecciones juntas o separadas, con la fecha que sea, con o sin minorías, nuestra fuerza política va a tener candidaturas a gobernador, vice, legisladores, intendentes y concejales en toda la provincia”.
Más allá de las cuestiones instrumentales –por ejemplo cuál sería el sello que utilizaría el urribarrismo si no fuera con el peronismo–, voceros del espacio no confirman que esa sea la estrategia elegida, pero tampoco la niegan.
Al interior de la gestión bordetista ponen en duda que el exgobernador pueda ensayar esa ruta, justamente por una cuestión simbólica asociada a su histórica pertenencia peronista. No creen que le guste la idea de deshacerse de su propio sello. Es más, sostienen que el juego que juega Urribarri es propio de estos tiempos de negociaciones previas en un año electoral. Eso sí, apuntan que la jugada no divide, pero tampoco aporta a la unidad del peronismo que, repiten, es condición indispensable si pretenden ganarle a un candidato como Frigerio.