La Expoagro 2023 se encargó de desnudar y recordarle al ministro de Economía, Sergio Massa, lo dura que es y será la sequía, principalmente de la zona núcleo. Nadie mejor que él lo debe saber, sobre todo cuando piensa en la posible flexibilización de metas del pacto con el FMI y su necesaria oferta de dólares frescos. En la trinchera del campo quedó expuesta la brecha entre los malabares que hace el ministro, el lamento interminable del agro y las proyecciones económicas que no son optimistas.
“Ya tenemos que analizar las perspectivas de 2024, porque teniendo en cuenta la sequía, este 2023 está perdido”, lanzó en su exposición bajo una carpa Emmanuel Álvarez Agis, nuevo parroquiano del clásico grupo de economistas que hablan de forma simple y entradora, en este caso, acento de barrio de roce palermitano. El referente de ese grupo que explica con ejemplos digeribles la economía es Carlos Melconian, que también declaró en esa línea pesimista un día después. Aclaración: ambos hablan con el ministro.
¿Qué quiere decir este mensaje en el corazón agroexportador? Primero confirma que la sequía fue tremenda y barre con entre 12 y 14 mil millones de dólares. También que el Gobierno, este y el que venga, depende cada vez más de sus granos, al menos hasta que la Vaca Muerta se despierte y el litio chorree. Para colmo, el golpe se da en un año de elecciones presidenciales, no por los resultados electorales que son imposibles de pronosticar, pero sí por los intereses cruzados que juegan. La sequía ha dejado la huella de la carencia.
En esa huella tiene que calzar Massa. De allí se le puede resbalar todo o salir fortalecido aplicando una ley natural: cuanto más complicada es la dificultad, revertirla es más valorado. El tema es cuán complicado está el problema económico para un atajador de penales que, por como viene el partido, parece imposible que gambetee a todo el equipo contrario y convierta. El gol, en este caso, sería bajar medianamente la inflación -ya ni al 60% anual- y levantar el salario real.
La idea, quizás, sea ya sólo atajar. “¿100% de inflación y 3% de caída del PBI? ¿Dónde hay que firmar?”, soltó Álvarez Agis. “Abrazate al 5,5, 6,5% de inflación (mensual) y llega así, dale bola a un amigo”, dijo al día siguiente Melconian. Esos números también arrastran incidencias políticas y de competencia electoral que fuera del poder no calculan. ¿Cómo venderse con 6% de inflación hasta julio? Dilema del oficialismo. También para un Massa que apuesta a que la oferta aliviadora de dólares llegue en 2025 por la exportación de gas y petróleo. De nuevo, atajar y llenar esa huella porque 2027 queda lejos.
Lollapalooza del campo
Como se dijo, la Expoagro 2023 demostró que el sector sufre la crisis climática. Se vendió maquinaria con merma, claro, a aquel productor que la necesitaba sí o sí; no se revoleó como otros años. Un dirigente que paseó por los stands le contó las costillas a la infraestructura de la feria y rió para el costado cuando le revelaron el costo. Una stand mediano-grande costaba alrededor de 30 millones de pesos. La provincia de Santa Fe, que apostó fuerte a la exposición y se movió bastante, desembolsó 61 millones entre el espacio físico de dos enormes lotes. Varias empresas grandes se plantaron igual.
Con la sequía también quedó en claro dónde está la distancia entre los gobernantes y el campo, y es en que los funcionarios pierden de vista la microeconomía del sector, obnubilados por la macro, que es el mercado de cambio y afluencia de dólares. Allí está el choque dialéctico y práctico: mientras el productor pide ayuda y reniega de los insumos dolarizados, los gobiernos miran la caja del Banco Central. Por eso, Massa lleva buen vínculo con las cerealeras que están mirando la macro y no la realidad del productor. El hijo prodigio es el dólar soja.
El golpazo climático indica que la cuestión económica es de larga solución. Mientras, todos quieren la suya: mejores salarios, facturar más alto, remarcar precios, baja de retenciones. Melconian pintó un cuadro en ese sentido: “Este Gobierno es como si estuviera jugando con once arqueros, y le piden que baje las retenciones que es como hacer cuatro goles en el arco de enfrente. El próximo gobierno puede poner un delantero, pero es difícil llegar al arco de enfrente con un solo delantero”. No se hagan los rulos, les dijo en la cara a los productores. En realidad, muy pocos pueden hacérselos.