La inversión fue el principal dinamizador del PBI durante los últimos dos años. El desafío es cómo sostener la actividad en 2023, que está precedida por el enfriamiento y la caída de diciembre. El gobierno de Alberto Fernández, con Sergio Massa en el Palacio de Hacienda, se aferra a un listado de inversiones productivas “de la economía real” que pueden ser el vector del crecimiento para los próximos años y, al mismo tiempo, corporizan una herramienta de gestión para apuntalar el futuro electoral que el ministro busca proyectar para las presidenciales de octubre.
El secretario de Industria, José de Mendiguren, tiene en su Whatsapp ese punteo actualizado: entre 2022 y lo que va de 2023 hay inversiones por 35.000 millones de dólares en curso o que ya fueron ejecutadas. El exhombre de la UIA, al que le gusta definirse como un industrial que es productor agropecuario, cierra sus presentaciones con una afirmación parecida a un rezo: “Vamos a salir de ésta”.
Las inversiones listadas están lideradas por empresas de los sectores de hidrocarburos, automotriz y economía del conocimiento. Vaca Muerta en el sur y la extracción de litio en los salares del norte son gemas de inversión que podrán revertir el déficit en la balanza energética y el comercio exterior. Son la llave para mejorar la macro, superar la brecha externa y conseguir financiamiento barato. Un escenario soñado, para quien gane las futuras elecciones. Cerca de Massa se ilusionan con ese sitial para el titular de Economía.
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También existen proyectos y desarrollos en sectores como alimentos, bebidas, metalmecánica, laboratorios y medicamentos, industria naval y energías renovables, entre otros. El Gobierno muestra el catálogo de inversiones como una señal sobre lo que se observa debajo de la turbulencia que provocan la inflación, la brecha cambiaria, la crisis política perenne, el acercamiento de la campaña electoral, la sequía que afecta la actividad agropecuaria, las revisiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) a las cuentas públicas y, obviamente, la escasez de dólares.
Un informe de la consultora Ecolatina indicó que en “el corto plazo pueden existir factores que mantengan la inversión productiva en terreno positivo”. Contundente, sobre el final, la firma que fundó Roberto Lavagna aseguró que “es imposible sostener el crecimiento de la inversión sin estabilidad macroeconómica, y sin eliminar el cepo”.
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Sin los datos del fin de 2022, Ecolatina asegura que “existió una desaceleración marcada de la inversión en el último tramo del año pasado" y estima que “la inversión habría crecido en torno al 4% interanual en el cuarto trimestre", lo que "marca una desaceleración de 10 puntos. respecto a los trimestres previos".
En el tercer trimestre de 2022 la inversión se expandió 14% frente al mismo periodo de 2021 y creció casi el 44% contra el cuarto trimestre de 2019. Así, sostiene la consultora que el año pasado "el PBI se habría expandido en torno al 5,7% respecto de 2021" y estimó que “la inversión trepó 11% interanual”, situándose en niveles máximos desde el periodo 2017-2018. Ese dato solo fue superado en cuatro trimestres desde el inicio de la serie en 2004.
La Agencia Argentina de inversiones y comercio internacional de la Cancillería detalla que en el tercer trimestre de 2022 los principales receptores de Inversión Extranjera Directa (IED) en América Latina y el Caribe fueron Brasil (U$S 25.358 millones), México (U$S 6.204 millones), Argentina (U$S 5.746 millones), Chile (U$S 4.192 millones) y Colombia (U$S 3.317 millones). Con una variación de 413%, la Argentina fue el destino que más creció en términos interanuales.
Igual, economistas consultados por este medio advierten que el comportamiento de la IED está sesgado porque las multinacionales, ante el cepo cambiario y sin poder acceder a dólares, comenzaron a financiarse “afuera”, tanto para invertir como para importar, por eso creció también la reinversión de utilidades.
