FASE M

El precio de la paz

Massa refinancia la deuda en pesos para neutralizar un factor de presión durante la campaña. Alerta de JxC, candidatura opinada y el fantasma de la devaluación.

La deuda en moneda nacional –la única fuente de financiamiento que, por ahora, tiene el Tesoro– ha engordado demasiado a fuerza de acumular intereses. Se trata de uno de los temas que más ocupa y preocupa a Sergio Massa y uno de los elementos con mayor potencial disruptivo en los meses calientes de la campaña electoral, cuando los reflejos del mercado financiero podrían pasar, como es habitual, por el desarme de posiciones en moneda nacional y la dolarización de carteras. ¿A cuánto deberían trepar las tasas de interés para renovar los vencimientos permanentes en medio de la incertidumbre electoral?

Ante esa amenaza, el ministro de Economía se apresta a cerrar este lunes, según señala La Nación, un amplio acuerdo de refinanciación con representantes de bancos y compañías de seguros. Si a esas entidades se les suma el ingreso obvio de los organismos del sector público tenedores de esos instrumentos, la operación debería permitir la refinanciación para el año que viene y 2025 de 9,5 billones de pesos, cuyos vencimientos operan entre abril y julio.

El peligro de semejante nivel de vencimientos es que el mercado se niegue a seguir financiando al Tesoro y que este deba honrarlos volcando al mercado una enorme cantidad de pesos que, más temprano que tarde, alimentarían la demanda de dólares paralelos y la inflación. Al patear para adelante ese cúmulo de compromisos, el Gobierno compra paz en la etapa preelectoral, esto es en el momento del cierre de las candidaturas y la antesala de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). ¿Todo bien entonces?

No tan rápido...

A cambio de esos papeles de vencimiento inminente, los tenedores recibirían otros, pagaderos entre 2024 y 2025, que en el 80% estarían atados a la inflación y en el 20% restante, serían "duales". Estos últimos son pagaderos al vencimiento, a elección del acreedor, en pesos o en dólares.

De más está decir que al atar esos pagos a la inflación –en rigor, al CER–, ese tramo de la deuda se indexará en una medida que podría resultar peligrosa si Massa no lograra cumplir su promesa de moderar el IPC hasta un nivel del 60%. En tanto, los bonos duales podrían suponer una limitación para el próximo gobierno si este decidiera reemplazar los parches crecientes en materia cambiaria –ahora con el “dólar malbec"– y, eventualmente, completar el ajuste fiscal vía licuación del gasto a través de una megadevaluación. La paz financiera tiene costos que se miden en dinero y también en pérdida de libertad para ejecutar políticas.

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Así las cosas, no sorprende que Juntos por el Cambio (JxC), que siente que heredaría un problema aun más profundo, haya salido este domingo con los tapones de punta en un comunicado de sus bloques legislativos. El mismo señala que el canje que pergeña Massa es "una nueva maniobra (…) que solo traerá más inestabilidad" y que "supondrá un enorme riesgo para los argentinos porque podría desembocar en un salto inflacionario aun mayor".

La cuestión es espinosa y obliga a la oposición a elegir cuidadosamente las palabras para no meterse otra vez en honduras como cuando, recientemente, fue vinculada por el Gobierno con supuestos planes de "reperfilamiento". Ese, cabe recordar, fue el eufemismo con el que la administración de Mauricio Macri –ya con Hernán Lacunza al mando del Titanic– camufló en su hora crítica un default que se contó entre sus decisiones más controvertidas, lo que no es poco decir. ¿Por qué? Porque aquello implosionó la única fuente de financiamiento que le quedaba al Tesoro. El problema de JxC es que no es descabellado que vuelva a hacer lo que ya hizo, algo que se puntualizó desde el entorno massista ni bien se conoció el comunicado de marras. A propósito, ¿qué dirá al respecto el dolarizador Domingo Cavallo, según Clarín intermitente asesor de Patricia Bullrich?

¿Massa candidato?

Las usinas que venían difundiendo la idea de "Massa 2023" se han llamado en buena medida a silencio desde que, a mediados del mes pasado, el INDEC difundió la inflación de enero, que quebró la tendencia bajista que había prometido el superministro. Sin embargo, su nombre sigue formando parte de las quinielas del Frente de Todos, entre otras cosas, por falta de otros más taquilleros.

Con previsiones privadas que apuntan a alrededor de un 6%, febrero tampoco augura buenas noticias en materia de precios –ni para el Gobierno ni para Massa, pero sobre todo para una sociedad demasiado castigada– y marzo es un mes estacionalmente combustible. Entonces, el "tres y pico" mensual que, se suponía, cimentaría la campaña presidencial del tigrense queda bastante comprometido, al punto que el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, aclaró que esa postulación no debería quedar amarrada al cumplimiento de ese elusivo objetivo.

La pelea por las candidaturas y el caos político que es el Frente de Todos no están de ninguna manera al margen de la espiralización de los precios, algo que surge nítidamente si se recuerda en qué condiciones Martín Guzmán abandonó, en medio del fuego de artillería cristinista, el Palacio de Hacienda. Eso lleva naturalmente a preguntarse por el costo contante y sonante de la interna brutal desatada en la cúpula del panperonismo, tanto en materia de inflación como de la propia deuda pública, con cargo –claro– a toda la sociedad.

Silvina Batakis
el circulo rojo exige un plan

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