El dólar blue, un guerrero embravecido, se dio ayer una rueda de reposo, al bajar casi 3%. Nada sube para siempre y si algo ha caracterizado los movimientos del tipo de cambio ilegal en el tiempo reciente ha sido su marcha a tirones: subas bruscas fueron seguidas de mesetas, antes de un nuevo ajuste al alza.
Este gráfico muestra los altibajos:
El martes 11, la cotización –formalmente– ilegal era de 498 pesos por dólar. Una semana después, de 520. Este martes, de 536 pesos. ¿Habrá encontrado el blue un nuevo nivel donde esperar el próximo tirón o lo ocurrido es apenas un alto en un camino que tiene más recorrido? Como siempre, conviene prestarle atención al día a día.
Cuando se retira la ola
El problema, como este medio viene anticipando, es el riesgo de recalentamiento del índice de inflación, que dejó el mes pasado como "buena noticia" –nótese la ironía– un guarismo mensual del 6%. En las últimas 48 horas, por lo pronto, se reportan listas de artículos de consumo masivo con incrementos de hasta el 13%.
Tradicionalmente se ha sostenido que el dólar blue no tiene por qué impactar en los precios internos debido a su carácter ilegal, a lo reducido de su operatoria y a su inutilidad para realizar importaciones y, con eso, influir en el proceso de formación de precios. Ese argumento ya no se sostiene.
Por un lado, porque genera titulares y expectativas, e impacta en decisiones de remarcación.
Segundo, porque el dólar oficial ha sido tan perforado en los últimos meses por tipos de cambio especiales para exportar y por trabas para importar, que el paralelo legal –negociado en bolsa, uno de los cuales este martes saltó expresivamente– y el propio blue han ido ganando preponderancia en el proceso de formación de precios. Así lo señaló una encuesta realizada por la Asociación de Empresarios para el Desarrollo Argentino (ENAC), según la cual apenas algo más de la mitad de las compañías –51,6%– accede a insumos importados al dólar oficial, en tanto que casi 1 de cada 3 se vale de alternativas como el blue, algún "celeste" –mitad blanco, mitad azul–, el MEP o el "contado con liqui".
Las últimas medidas cambiarias definidas en el marco del acuerdo de principio con el Fondo Monetario Internacional (FMI) terminan de configurar un combo de alto riesgo ya que suponen la virtual extinción del oficial, que casi queda ya solo como una referencia para el cálculo de las cotizaciones especiales. Eso explica en buena medida las quejas del Círculo Rojo empresarial, que por varias vías salió a marcarle la cancha al ministro-candidato de un modo que, acaso, haya sorprendido a este, siempre confiado en su llegada a esas instancias.
Respecto de esas medidas, una vez más señalemos que aplicarle un impuesto al tipo de cambio oficial para realizar el grueso de las importaciones, encarecer el dólar ahorro y reeditar el "agro" conforman un animal que tiene cuatro patas y cola, y dice "miau". Así como esto es un gato, aquellas –se les dé el nombre que se quiera– constituyen una devaluación, acotada y de facto, pero devaluación al fin.
El miedo no es zonzo
Tanto se trata de una devaluación que el mercado ya se pregunta cuál será el impacto en precios de esas medidas, así como el de la escapada reciente del blue. También lo hace el Gobierno, que busca responder con excepciones a la aplicación del impuesto PAÍS a las compras externas.
El FMI presentó un recálculo de sus proyecciones económicas para sus países miembros, algo que en el caso de la Argentina indica un franco deterioro: caída del producto bruto interno (PBI) del 2,5% en el año debido a la sequía e inflación del 120%. Esto último, con todo, podría pecar de optimismo toda vez que las cuentas se hicieron antes de esos eventos recientes, tanto de la estampida del blue como de las medidas negociadas en Washington.