Los análisis del domingo marcaron, en algunos medios, un crescendo de especulaciones acerca de una ruptura de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). A favor de esas presunciones jugaba la demora de las gestiones, que Sergio Massa había especulado con concretar hace más de un mes. Sin embargo, las mismas pecaban de un defecto: no advertir que el costo de no pactar era tan alto para el país que, agotadas las chances de sacar alguna concesión más, habría sido necesario firmar lo que hubiera podido lograrse. Así fue y el trazo grueso de lo pactado se vincula con una serie de devaluaciones fiscales –dadas por aplicaciones de impuestos a diferentes tipos de cambio– que consolidarán el problema inflacionario.
En medio de esa mala onda y justo antes de la apertura del mercado cambiario tras el salto del blue de la semana pasada, el Fondo anunció un principio de entendimiento sobre “objetivos y parámetros centrales” que se plasmará pronto en un texto con detalle técnico.
Ahora sí cabe esperar que el ministro de Economía viaje en los próximos días para firmar las pautas que fijarán, hasta el cambio de gobierno, las metas renegociadas de déficit fiscal, emisión monetaria y acumulación de reservas, así como los desembolsos que el organismo realizará para que la Argentina pueda hacer frente a los próximos vencimientos sin tener que desangrar de modo terminal al Banco Central.
Devaluaciones quirúrgicas
El principio de acuerdo es la base de los anuncios económicos y financieros que se oficializarían este lunes, consistentes en buena medida en una serie de devaluaciones selectivas de tipo fiscal; indirectas, de impacto acotado, pero devaluaciones al fin.
Como contó desPertar, el newsletter de Letra P, el viernes, habrá un nuevo dólar agro destinado a las exportaciones de granos de verano y economías regionales. Cotizará a 340 pesos, regirá hasta fin de mes y, calcula el Palacio de Hacienda, permitiría acercar unos 2.000 millones de dólares a las reservas.
El tipo de cambio oficial queda en gran medida como una referencia testimonial, toda vez que comenzará a regir el impuesto PAIS –con una alícuota del 7,5%– para la mayor parte de las importaciones, salvo las de insumos para la producción de alimentos, así como las de medicamentos, de combustibles y poco más.
En la misma línea, ese gravamen será del 25% para la mayoría de los servicios, excepto los fletes –tributarán 7,5%– y salud y educación, que seguirán exentos. El dólar Coldplay para recitales y eventos continuará pagando un impuesto del 30%.
El dólar ahorro, ya extremadamente limitado, tendrá la misma cotización del "tarjeta" –452,41 pesos, gesto módico hacia la unificación que reclama el FMI– y seguirá rigiendo el "Catar", de 560, para consumos en el exterior superiores a los 300 dólares mensuales.
Un mal necesario
Sin posibilidad de clavar el tipo de cambio –cuando la inflación vuela al 115% anual– ni las tarifas –hay que actualizarlas para reducir subsidios y cumplir la prometida reducción del déficit fiscal–, el acuerdo con el FMI constituye la única ancla para expectativas que viven al borde de un ataque de nervios.
A contrario sensu, no acordar habría supuesto un grave problema.
En primer lugar, no poder pagar los casi 3.500 millones de dólares que vencen entre el lunes 31 y el martes 1 de agosto habría implicado un elemento de grave disrupción financiera, además de cortar el chorro de todo crédito del BID, el Banco Mundial y otros organismos internacionales, y hasta la activación de nuevos tramos del swap con China. La fragilidad de la Argentina asusta.
Segundo, la sociedad habría quedado a merced de una corrida severa hacia el dólar y de su impacto inflacionario.
Tercero, Massa habría quedado atrapado en el peor de los mundos en una doble condición de ministro impotente para gobernar al mercado y de precandidato presidencial. Pero ese, claro, es un problema de él.
Tras el anuncio del principio de acuerdo, hay que volver a prestarle atención al mercado cambiario, en particular a lo que ocurra con el dólar blue, que se sacudió fuerte la semana pasada, aunque por el momento sin escapar de los parámetros de una actualización a la velocidad de la inflación. El punto de partida para observar sus movimientos es la cotización de 529 pesos del último viernes.
Fuente: Ámbito Financiero.
Más allá de los aspectos positivos de la fumata blanca, hay que mencionar sus afectos secundarios.
Encarecer importaciones es inflacionario y que el Central emita más pesos para tentar a los agroexportadores es inflacionario, combo devaluatorio de facto que se suma a la persistencia de los aumentos de tarifas y eliminación de subsidios que... también es inflacionaria. El Gobierno se resigna a que, en términos generales, el IPC vaya más hacia arriba que hacia abajo. Todo sea por que, al menos, la bomba no explote.
Asimismo, falta conocer otras condiciones, como el nivel de déficit fiscal que la Argentina deberá registrar hasta fin de año. El ajuste, bah. En plena campaña…