Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la tasa de desocupación en Argentina ascendió al 7,9% en el primer trimestre de 2025, el peor registro de desempleo en más de tres años. De los datos oficiales se desprende que 1,7 millones de personas que buscan empleo no lo consiguen.
El incremento es significativo: el desempleo creció 1,5 puntos porcentuales respecto al cuarto trimestre de 2024, cuando se ubicó en 6,4%. También implica un aumento respecto al 7,7% del mismo período del año pasado.
Para encontrar una cifra más alta hay que remontarse al tercer trimestre de 2021, cuando el desempleo alcanzó el 8,2% en plena salida de la crisis sanitaria por la pandemia.
En simultáneo, el empleo cayó al 44,4% y la actividad se redujo al 48,2%, lo que confirma que una parte significativa de la población directamente dejó de buscar trabajo.
La fotografía que surge del informe es doblemente preocupante: hay más personas desocupadas y menos personas ocupadas, una combinación que evidencia el deterioro del mercado laboral, incluso en un contexto de rebote en variables como producción industrial, exportaciones o actividad financiera.
El informe del INDEC revela la precarización
Uno de los aspectos más delicados del informe del INDEC es el crecimiento de la precarización. La tasa de informalidad se mantuvo elevada: en el primer trimestre de 2025, el 42% de las personas ocupadas no tiene cobertura formal, una cifra que se mantiene por encima de los niveles pre pandemia.
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Dentro de la población ocupada, el 72,7% son asalariados, pero de ellos, el 36,3% no cuenta con descuento jubilatorio, es decir, trabajan en la informalidad.
De estos asalariados informales, el 17,1% realiza aportes por su cuenta, lo que indica un intento de formalización parcial pero sin vínculo contractual.
El número de cuentapropistas también creció: el 23,5% de las personas ocupadas trabaja por cuenta propia. A esto se suman los trabajadores familiares no remunerados (0,4%) y la patronal (3,4%). En otras palabras, casi uno de cada tres trabajadores no depende de una relación asalariada clásica y enfrenta mayor inestabilidad laboral.
Informalidad estructural y fragmentación productiva
La precarización estructural también puede verse en que el 4,4% de las personas asalariadas utiliza sus propias maquinarias o equipos para trabajar, una práctica que suele asociarse con contrataciones sin vínculo formal, en la que el empleador no asume costos básicos de producción.
El 7,8% del total de ocupados trabajó desde la vivienda, lo que puede incluir tanto trabajos formales con acuerdos de teletrabajo como tareas informales y no registradas.
Asimismo, más del 54,5% de los ocupados se desempeñan en empleos operativos o no calificados, en los que suele concentrarse la informalidad y los menores ingresos.
Empresas que cierran, empleo que se destruye
Los datos aportados por el INDEC se complementan con el informe "Análisis de la dinámica laboral y empresarial", elaborado con información de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo.
En este estudio se observa una tendencia clara: entre noviembre de 2023 y marzo de 2025 se perdieron 13.862 empresas con empleados registrados y se destruyeron 210.971 puestos de trabajo formales, lo que equivale a una caída del 2,14% en el empleo privado registrado en unidades productivas.