La vio de afuera y blanqueó si intención de ser un jefe provincial de pago chico. El gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, no metió personas de su confianza en la lista de aspirantes a la Cámara de Diputados y tampoco bendijo públicamente, al menos hasta el cierre de esta nota, la fórmula presidencial de Unión por la Patria Sergio Massa – Agustín Rossi. Su única aspiración futura, y por la que concentrará todo su objetivo, es liderar la Legislatura provincial.
Si bien el mandatario daba indicios de su plan, el final no dejó de ser llamativo (y hasta insólito) dado que Santa Fe es la tercera provincia con más electores del país. Perotti, que fue el primer gobernador en bancar a Massa como ministro de Economía, se llamó a silencio en este cierre de listas. Perotti, que en 2021 puso cuerpo y nombre en la lista legislativa nacional, en esta ocasión se guardó y la dejó pasar.
En la semana, cuando Daniel Scioli estaba todavía montado a su aventura presidencial y le pidió ayuda para armar su lista en Santa Fe, Perotti también se corrió. Le reconoció una relación, casi una amistad, pero le dijo que no podía ponerse ese traje.
Pero tampoco se calzó otro smoking. Cuando el trunco binomio Wado de Pedro – Juan Manzur vio la luz y una pila de gobernadores montó en cólera, Perotti se quedó en la provincia y se limitó a pedir lista única por los medios. Fuera de la Liga de mandatarios por decisión propia, el santafesino quedó fuera del dispositivo peronista de cierre.
Una vez que se selló la lista única, que Massa resultó elegido, que de alguna manera se consumó el reclamo de Perotti, el gobernador optó por el silencio. Y cuando desde un ala de su sector revelaban que estaba afuera, desde otro aseguraban que hacía fuerza por un lugar expectante en las nóminas.
Hay un punto que es objetivo. El peronismo en Santa Fe pone en juego cuatro bancas en Diputados: Marcos Cleri de La Cámpora, Germán Martínez de Rossi, Vanesa Massetani de Massa y Alejandra Obeid, del peronismo clásico. En términos de internismo, el perottismo no renueva nada. Y en una elección nacional que asoma complicadísima para el ex Frente de Todos, nadie regala nada. El PJ de Santa Fe va a tener que transpirar para sostener los cuatro lugares.
En ese marco, Rossi, Massa y el kirchnerismo no le iban a conceder nada a Perotti. Mucho menos Rossi, que empezó a cuidar las formas desde que es jefe de Gabinete, pero fue adversario del gobernador desde el inicio de la gestión. Y mientras el Chivo iba creciendo en la consideración de las jefaturas del peronismo nacional, Perotti, por decisión propia, se concentraba en alambrar la provincia.
Perotti, a la vez, estrechó un acuerdo con Massa para subir al senador Marcelo Lewandowski al cetro de precandidato a gobernador. Pero eso no le movió la estantería ni lo obligó a jugar de otra manera en este cierre. Perotti es Perotti y nada más. El acuerdo con el tigrense era provincial y nada más que provincial.
Jugar la partida nacional es un riesgo. Así lo entiende la cabeza de Perotti. Poner un nombre en la lista para abrazar una pelea que no cree propia. Su partido es otro y su principal objetivo es ganar la categoría legislativa provincial, y cualquier cosa que lo distraiga de eso es un problema para él.
Parece poco para un gobernador. Pero es su plan, no hay otro. A Perotti no le interesa ser un jugador nacional, como tampoco le interesa ser el padre del PJ en Santa Fe. Perotti tiene una visión particular del peronismo, propia, santafesina y productivista, por la que pelea. Un líder de pago chico.