“Crónica de una salida anunciada. No hay mucho más que decir. No lo dejaron ni tampoco supo”, resumió un dirigente del agro sobre Fernando Vilella, echado de su cargo de secretario de Bioeconomía. Una eyección que responde a la disputa de poder desprolija y a los objetivos descalibrados del gobierno de Javier Milei y de Toto Caputo.
Quizás se trate de la ejecución de una movida del ministro de Economía para atrincherarse aún más con leales en momentos en que es vidrioso el futuro económico y las internas acechan. De hecho, la salida del funcionario y el ascenso de Sergio Iraeta, hasta ahora subsecretario de Producción Agropecuaria y Forestal, cierran el círculo que comenzó a fines de febrero con la seudointervención de Juan Pazo como coordinador de Economía y que siguió con constantes maniobras que opacaron más aún la gestión sin brillo de Vilella.
Funcionarios que no funcionan
Vilella arrancó con el pie izquierdo y nunca pudo poner el derecho en el Gobierno. Toda una vida luchando contra las retenciones y se tragó el sapo, a poco de asumir, de una suba para las economías regionales y luego él mismo anunció la del diferencial de soja.
En rigor, nunca logró encastrar en la lógica de funcionarios del mileísmo que no se detienen en las formas y avanzan con algo de salvajismo. Queda la sensación que fue un eslabón suelto con buenas intenciones e ideas, pero sin el ADN ni las urgencias mileístas.
"No podía alinear algunos objetivos con los que tenía el ministerio para el campo y simplemente se busca que cada funcionario esté alineado con los objetivos centrales", clarificó el vocero presidencial, Manuel Adorni.
El ejemplo más claro de la desconexión fue en el tema de los derechos de exportación. Nunca pudo controlar su esencia contra el tributo en pos de los logros de la economía. Pasado en limpio: mientras el Gobierno tiraba debajo de la alfombra la posibilidad de quitar las retenciones ante un panorama económico vidrioso que no contemplara esa rebaja, Vilella seguía regalando azares al campo.
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El secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella; la canciller Diana Mondino, y el polifuncional y hombre de Toto Caputo, Juan Pazo
La vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia, lo graficó involuntariamente en radio Splendid cuando destacó que en pleno debate de la ley Bases, cuando el Gobierno quería imponer retenciones y un nuevo régimen de biocombustibles, “Fernando (Vilella) desde el primer día escuchó nuestro reclamo”.
Otro ejemplo claro de no tener rabia mileísta en sangre fue cuando le dio like a un tweet de Martín Lousteau en plena confrontación del radical con el Presidente. Sin timing o con exceso de diplomacia política para estos tiempos, se metió en una fea: el tribunal mileísta en las redes, entre ellos el Gordo Dan y Juan Doe, a la sazón Juan Pablo Carreira, director de comunicación digital del Gobierno. Le hicieron la cruz: "A partir de mañana no formás más parte del gobierno", ordenó. Vilella ofreció una disculpa que no fue aceptada. Todo sumó para el final.
Las retenciones de Javier Milei
Ahora no hay más riesgos dentro del Gobierno de funcionarios que pateen en contra, aunque lo cierto es que Vilella no tenía poder de fuego real, nunca lo pudo ejercer. En febrero traspasaron la Subsecretaría de Gestión Administrativa de la cartera agrícola, es decir la que maneja el dinero, a la órbita de Pazo.
Serán Caputo, el propio Pazo e Iraeta quienes manejen los tiempos de las promesas en un encolumnamiento total. Tarea difícil para un campo que ya agendó esa promesa.
Desde el sector agroexportador venían junando la maniobra interna con un Pazo más abarcativo y reiterados rumores de que se volvería al formato de secretaría de Agricultura. Si se volvía a esa denominación y estructura, Vilella quedaba afuera porque fue él quien insistió en que la cartera se llamase de Bioeconomía, con una mirada más amplia y a largo plazo.
Eso fue aceptado casi únicamente por la agroindustria. Por el contrario, generó rechazo de las cadenas primarias del campo, que pretendían a alguien de su raza y no a un académico universitario. La Sociedad Rural Argentina (SRA) ahora está chocha. Economía no quiere dejar ningún rastro del funcionario, al punto que volvieron a la vieja estructura y nombre de Agricultura, Pesca y Ganadería.
“El designado ya es subsecretario así que no tiene que adaptarse y podrá darle continuidad a la política de simplificación y desregulación”, resumieron en la agroindustria. Ahora bien, se pasó de un universitario a un abogado con negocios en la explotación agropecuaria.
Iraeta “seguirá trabajando en línea con los objetivos del presidente Javier Milei de reducir la estructura burocrática del Estado, de potenciar las capacidades de los productores agropecuarios, de generar las condiciones para aumentar la competitividad”, dijo en un comunicado el Gobierno sin lugar a muchas interpretaciones.