Aún no hay anuncio oficial ni rango para el área que tendrá como objetivo trabajar en la protección y en la ampliación de derechos de las mujeres y disidencias en el futuro gobierno provincial de Maximiliano Pullaro. Pero lo que sí hay es un nombre: Alicia Tate. Militante feminista desde mucho antes de las marchas masivas e impulsora de leyes pioneras en materia de igualdad, la radical de 77 años lleva la revolución de las viejas a la nueva gestión.
Claramente no es un nombre nuevo en la política ni dentro de los movimientos feministas de la provincia ni del país. La abogada, que nació en Paraná y llegó a Santa Fe para estudiar en la Universidad Nacional del Litoral, tiene una amplia trayectoria y cuenta con mucho reconocimiento y respeto entre la militancia.
Hace casi medio siglo que está casada con un referente histórico de la UCR, Luis Changui Cáceres, pero pobre de quien se anime a referenciarla como “la mujer de”. Alicia se presenta como feminista, radical, abogada, política, madre y abuela. Con su marido forman una dupla de peso dentro del partido que se quiebra pero no se dobla y Sebastián, uno de sus tres hijos, busca continuar ese legado.
La política es su verdadera pasión. Desde la militancia universitaria y barrial hasta el Congreso, pasó por todos los espacios dando batalla por los derechos de las mujeres y las convicciones de la UCR. Militó fuertemente la ley de cupo y muchas personas todavía recuerdan las acaloradas discusiones con sus correligionarios para lograr que el partido apoyara la norma. Hace algunos años se alejó de la política, pero no por falta de convicción. Hoy mucho de su tiempo está dedicado a su familia -tiene dos hijos, una hija, tres nietos y dos nietas- y a la lectura de casi cualquier libro que se le cruce.
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Fue diputada provincial y nacional. Desde la Legislatura impulsó la primera Ley de Paridad de la provincia de Santa Fe en 2003. La norma no contó con el acompañamiento de ningún diputado varón y no llegó a ser tratada. Pero durante los cuatro años en la Cámara baja consiguió la sanción de la ley que creó el Registro de Deudores Alimentarios Morosos y la N° 11.888 que creó el Programa Provincial de Salud Reproductiva y Procreación Responsable (la antecesora de la ley de Educación Sexual Integral). También acompañó el proyecto del socialista Eduardo Di Pollina para la unión civil entre personas del mismo sexo, antes de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario.
La relación con Pullaro
Al futuro gobernador lo conoció un poco antes de esa época. Cuando Pullaro empezó a militar era muy joven y se sumó al espacio que conducía Cáceres. A modo de mentora, Alicia lo convocó a trabajar primero en la Legislatura provincial y, luego, como asesor en el Congreso de la Nación. Los une una vida de militancia pero también un profundo cariño, casi familiar. Por eso no fue sorpresa que la sumaran al equipo del gobernador electo. Desde el entorno de la abogada destacan que en muchos cargos hubo una danza de nombres pero no fue el caso del área de género: desde el principio, Tate fue la única opción sobre la mesa.
El voto de confianza del gobernador electo fue devuelto con una apuesta enorme por parte de su maestra. La radical va a poner en juego su nombre, su trayectoria y su prestigio en un rol que no ha sido nunca fácil. En ese sentido, una persona allegada confirma que Tate tiene mucho respeto por la actual ministra de Igualdad, Género y Diversidad, Florencia Marinaro.
Las motivaciones por las que aceptó el desafío son dos. Por un lado, la confianza en Pullaro: hace décadas que se deshace en elogios hacia el ex ministro de Seguridad. Por otro, estála militancia feminista. “Tiene mucho para perder pero aspira a poder ganar cosas para el movimiento de mujeres y disidencias”, explican desde su círculo cercano.