Los cerca de mil integrantes de La Cámpora que se concentraron este sábado desde el mediodía en la esquina de Sarmiento y Ayacucho, para seguir de cerca la presentación Cristina Fernández de Kirchner, se sacaron las ganas de agitar y cantar a los gritos los hits del cancionero K al final de la larga jornada. Las tradicionales escenas de calor militante, que todos esperaban, recién se vislumbraron cuando la vicepresidenta terminó su charla de más de una hora y media en el auditorio de la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) y salió a la calle para saludar.
Hasta ese entonces, la reaparición de CFK tras más de dos meses de silencio público había transcurrido con mucho menos fervor del que se anticipaba. Muy poco entusiasmo habían despertado los largos pasajes técnicos y económicos del mensaje de la vicepresidenta. entre el auditorio kirchnerista que siguió el monólogo desde una pantalla gigante. Solo cuando CFK habló de política y de la coyuntura electoral, al explicitar su respaldo al ministro-candidato Sergio Massa, la militancia encontró algo de lo que había ido a buscar.
El estricto operativo de seguridad que se desplegó alrededor de la sede del búnker académico del sindicalista Víctor Santa María mantuvo alejada a la militancia del centro de la acción. El aula magna estuvo reservada para unos 400 invitados al acto de presentación del libro “Después del Derrumbe. Conversaciones entre Néstor Kirchner y Torcuato Di Tella”, que fue moderado por el streamer y comediante Pedro Rosemblat. El principal ausente, que no llamó la atención porque poco propenso a asistir a este tipo de eventos, fue Máximo Kirchner. Asistieron, en cambio, Axel Kicillof, Eduardo Wado de Pedro, Mario Recalde, Ofelia Fernández, Martín Sabbatella y por el massismo, Cecilia Moreau, entre otros.
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Mientras quienes portaban invitaciones ingresaban atravesando un vallado de casi cien metros, la militancia intentaba calentar la tarde con algunos de los cánticos tradicionales, entre los que sobresalió el “Si la tocan a Cristina/qué quilombo se va a armar”. Pero la charla de Cristina no logró sintonizar con las expectativas. Los extensos pasajes de historia económica, con referencias que se remontaron al inicio de la dictadura y filminas llenas de datos y porcentajes, generaron poco contagio entre los militantes.
La reacción llegó sobre el cierre. Después de la charla, la vicepresidenta dejó el edificio rodeada por su seguridad y caminó unos metros para subirse el escenario montado sobre la calle Sarmiento para hablarle cara a cara a los militantes. Allí usó un estilo más directo para dar un mensaje bien electoral. “Ni muerta ni presa”, dijo en uno de los pasajes más vibrantes del cierre, antes de una desconcentración que cerró una tarde con gusto a poco para la militancia kirchnerista.