No tiene una actividad definida, pero goza del rango de ministro y se mueve en auto oficial con custodia. El secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, es una incógnita y un motivo de irritación interna dentro del gobierno de Javier Milei. Es que después de perder el control de la pauta oficial hace ya varios meses, nadie sabe cuál es su verdadero rol dentro de la gestión, más allá de las fotos que difunde al periodismo con sus encuentros protocolares.
El asunto Serenellini ahora subió el volumen y motivó nuevos y fuertes enojos porque en la Casa Rosada señalan que su área tiene 40 personas empleadas que "no hacen absolutamente nada" y lo acusan de utilizar el Estado para sus negocios privados. Todo mientras el resto de las reparticiones fueron achicando el personal y prescindiendo de insumos para trabajar, en pos de la reducción del déficit.
Eduardo Serenellini, sin gestión y sin línea
Después de la sanción del Decreto 111/2024, las funciones de Serenellini quedaron reducidas a la nada. “Pusieron una lista de objetivos en el decreto que no conducen a ninguna actividad. Se supone que hace una síntesis de prensa, que vincula a la gestión con los ciudadanos y que trabaja para fortalecer la libertad de expresión, pero la verdad es que no hace nada de nada, más que pavonearse con su chofer y su auto oficial”, asegura un ministro.
No está lejos de la verdad. La síntesis de prensa y la relación con el periodismo la lleva adelante Javier Lanari, que si bien formalmente es subsecretario de Serenellini responde directamente al vocero Manuel Adorni, con quien comparte esa tarea. En términos de vinculación con la ciudadanía, justamente dentro de la estructura de Adorni, hay un área específica dedicada al tema. En términos de fortalecer la libertad de expresión, el aporte del secretario en la Casa Rosada es considerado igual de inconducente.
Este fin de semana, varios funcionarios estallaron de furia cuando Serenellini posteo en redes sociales: “Nosotros en Casa Rosada, con el presidente Milei, TRABAJAMOS”, escribió así con mayúsculas, en referencia a los videos de la panelista Tamara Petinatto en el sillón de Rivadavia durante el gobierno de Alberto Fernández. “¿Justo este vago habla de trabajo? Para él trabaja, usa el Estado para sus negocios”, dice una fuente, indignada.
La Casa Rosada, en llamas
En Balcarce 50 apuntan a Serenellini porque tiene a su servicio 40 personas sin roles asignados y sostienen que 30 de ellas están en un edificio fuera de Casa de Gobierno para no ser detectadas: no fichan ni se controla su asistencia, no se sabe qué hacen y ni siquiera se conoce si asisten a trabajar. “Nosotros reducimos áreas sustanciales porque había que achicar, no hay plata, pero este vago tiene un ejército a disposición sin ningún fin”, dice otro funcionario.
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Como si fuera poco, en los pasillos gubernamentales le achacan al secretario de Prensa “negocios personales” relacionados con figuras del empresariado que solventaron su carrera. Durante los meses de enero y febrero de este año, múltiples hombres de negocios sin ninguna relación con los medios de comunicación lo visitaron en su despacho de la Casa Rosada. A varios les armó reuniones con el ministro de Economía, Luis Caputo, que los atendió de muy mala gana.
Uno de ellos fue Alfredo González, presidente de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que ha sido de los principales auspiciantes de los espacios que Serenellini fue adquiriendo en los medios en sus años en el periodismo. “Eduardo no es un periodista cotizado, nadie lo contrata para trabajar, él va y compra un espacio con el respaldo de empresarios”, dicen en el ambiente de los medios. González ya visitó al menos dos veces la Casa Rosada.
Otro personaje relacionado al secretario de Prensa que provoca rechazos en el Gobierno es Pablo Fiusa, presidente de la Cámara de Empresarios del Software (CESSI). Serenellini armó y fomentó durante años un Foro Empresario, FOEMA. Su secretario era Fabio Licenblat, empresario del software y ceo del grupo CLC, que a su vez integraba el llamado Polo It. El presidente de dicho polo era Fiusa, antes de llegar a la presidencia del CESSI. Cuando asumió su nuevo cargo, en un posteo en Linkedin, le agradece su apoyo a Serenellini y a Licenblat. Las sospechas acerca de promesas de negocios con el Estado están a la orden del día.
Un hecho reciente parece sintetizar la situación de Serenellini. El periodista español Javier Negre, acreditado en Gobierno y muy cercano a las ideas libertarias, señaló al secretario de Prensa luego de una polémica con colegas, porque le pidió ayuda al funcionario y éste lo ignoró. “No sé a qué se dedica este hombre”, afirmó Negre, ratificando que Serenellini no tiene un solo amigo dentro del gobierno libertario. Dicen que incluso el Presidente, que era su único anclaje, lo evita en los últimos tiempos.