Sergio Massa dijo a sus colaboradores directos que el acto en Club General Paz Juniors “fue el mejor de la campaña”. Probablemente lo haya sido, producto de una expectativa inicial moderada. Este lunes, el ministro de Economía y candidato presidencial oficialista inició su gira provincial con un pedido de “perdón” por las décadas de desencuentro con el gobierno de Córdoba y cerró la jornada con un despliegue de militancia como hacía tiempo no se veía en la provincia.
Como la organización del acto, Massa tampoco podía calibrar de antemano los efectos de la ruptura de la neutralidad por parte de Juan Schiaretti, que no cesó en sus hostilidades antes, durante y después de la gira proselitista del aspirante presidencial de Unión por la Patria (UP). Pasadas las 22, cuando terminó su discurso de unidad nacional y envió un contundente mensaje al gobernador electo, Martín Llaryora, Massa comprobó que la masividad del acto fue el único objetivo cumplido. No pudo exhibir el abanico de la nueva dirigencia cordobesista. Tampoco logró medio guiño del próximo titular del Panal pese a las señales enviadas. Experimentó el verticalismo del justicialismo provincial en toda su expresión.
Massa cambiará la estrategia en el sprint final, especialmente con Llaryora, quien avaló las cáusticas expresiones de Schiaretti sobre el juicio político a la Corte que impulsa “el gobierno kirchnerista de Massa”, conforme a las expresiones del mandatario hasta el 10 de diciembre.
En primer lugar, terminó la temporada de pesca de figuras de la dirigencia cordobesista. Una estrategia similar a la que implementó Néstor Kirchner en sus tiempos de expansión política marcó la agenda del debate político de los últimos días, pero no terminó en esa rebelión imaginada contra la neutralidad funcional al libertario Javier Milei. Es probable que voten por Massa, pero Schiaretti todavía logra tener la cadena corta. Quedó demostrado anoche en el club ubicado a la vera del río Suquía y en el massismo aseguran que, también, a través del tuit “cuidado” de Llaryora.
En las gradas del estadio deportivo se ubicó la militancia de las organizaciones y sindicatos que estuvieron siempre alineados con el peronismo nacional. En la privilegiada primera fila que rodeaba el escenario tampoco sobresalieron rostros nuevos. Para colmo, el remate llegó a la mañana siguiente con Llaryora avalando la línea discursiva histórica.
“Llaryora no es amigo”, titulan los campañistas de Massa el nuevo plan. La relación será institucional, con todo lo que eso implica.
El ministro-candidato ya no hablará de dirigentes, tampoco insistirá con Llaryora. Esto no significa que exista un repliegue en el territorio clave por la cantidad de votos disponibles que quedaron con la salida de la carrera de Schiaretti.
No sabe, no contesta
Ante la consulta de Letra P sobre el diálogo con el sanfrancisqueño, con quien compartió militancia y proyectos comunes, Massa no negó ni confirmó los contactos. Sin embargo, dejó entrever que la base de la gobernabilidad tiene asiento en la unidad.
“Si hubiese tomado contacto personal en privado, es privado; pero si lo hubiésemos querido hacer público, lo hubiésemos hecho los dos. Me parece que esta cosa de manosear a los dirigentes por los medios no es buena. De hecho, terminan en escándalos como el de anoche en la reunión de Milei con diez diputados menos de los que le votó la gente hace 20 días por enterarse por los diarios de reuniones privadas”, introdujo la nueva fase de la jugada que implica evitar el tironeo dirigencial explícito con el peronismo local y marca una distancia con uno de los caciques locales.
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Sin embargo, estas fisuras no serán inocuas. La diferencia con el ballotage entre Mauricio Macri y Daniel Scioli es llamativa. La libertad de acción se aplicó en cada extremo de Hacemos por Córdoba, Schiaretti se adjudicó con su "neutralidad" el sentir social de aquel momento que apostaba por el hombre del PRO. El excandidato presidencial tomó, esta vez, una postura más radical que impacta desde Llaryora y hacia abajo.
Como viene contando este medio, hay descontento en el PJ cordobés por una estrategia que llevó al extremo la transversalidad y, centralmente, reproches por un juego que de neutral tiene poco. De hecho, parte de la dirigencia delasotista planteó esas contradicciones a Schiaretti y sumó voces como la de Natalia de la Sota o Topo Rodríguez en Diputados, que mostraron un juego filomassista, varias veces a contrapelo de los planteos del schiarettismo.
“Hay una idea de poner el foco en el peronismo, pero nosotros hemos sido sinónimo de orden y del otro lado lo que apareció es rejuntados, peleas, bloques que se rompen, dirigentes que dicen cosas distintas y eso hace a la gobernabilidad”, alertó Massa sobre los efectos de las tensiones subterráneas que, se sabe, el cordobesismo y Juntos por el Cambio transitan rumbo al ballotage.