En su aparición en el foro de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham), Sergio Massa sugirió por primera vez con cierta claridad que está dispuesto a ser candidato presidencial del Frente de Todos, pero que lo haría solo si concurriera sin competencia a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Hablaba, claro, de sí mismo, ya que señalar que con Cristina Fernández de Kirchner en la cancha no debería haber disputa sería una obviedad. No es nada que no se haya anticipado en Letra P, pero realmente vale la confirmación.
La interpretación de esa condición apunta en tres direcciones:
- Una interna competitiva en las PASO desangraría a Todos más de lo que ya está, exponiendo diferencias ideológicas acaso insalvables sobre lo que se debe hacer con la economía.
- Asimismo, ese espectáculo bochornoso complicaría más el frente cambiario.
- Por último, porque una pelea entre pesos mosca en las PASO le regalaría a Javier Milei la chance de ser, en tanto precandidato sin oposición en su espacio, el más votado en agosto, algo que supondría un enorme golpe de efecto para lo sucesivo.
El asunto comienza a poner en negro sobre blanco la endiablada interna del panperonismo. Massa ya convierte en cruzada la idea de que las PASO sean apenas un requisito legal –en beneficio propio– y se entregó con Axel Kicillof al juego de los discursos supuestamente antagónicos, pero que en verdad son complementarios para pescar todo lo posible con el mediomundo más grande imaginable.
¿Ya está, entonces? ¿"Massa 2023"?
No tan pronto. El ministro de Economía, que como también anticipó este medio, ya no habla de la "incompatibilidad" de ostentar ese cargo y ser a la vez candidato, se guardó la carta del rechazo familiar por si las cosas no salieran como quisiera. Y son varios los factores que podrían discurrir de un modo contrario a su deseo.
Medidas e intervenciones mediante, los tipos de cambio le están regalando jornadas de tregua, pero la dolarización de carteras volverá, fatalmente, conforme se acerque la apertura de las urnas. Además, siempre está la posibilidad de que el Presidente porfíe con su idea de unas internas competitivas en las PASO, a gusto de Daniel Scioli y acaso alguna figura más, de modo de cobrarle a Massa algunas de las reyertas recientes.
Por otro lado, cuando se busca "consenso", en el diccionario del Frente de Todos, se lee: "Dícese de la posición que expresa CFK y que es obedecida, con mayor o menor rechazo silencioso, por el conjunto de la alianza". Así lo dicen cerca de Massa: "La palabra de Cristina es totalmente determinante”.
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Ahora, ¿por qué CFK podría eludir la bendición de Massa?
Por un lado, porque pesa en la memoria colectiva y en la suya propia el fracaso de la estrategia del frontman moderado, de patas cortísimas cuando éste se la cree y comienza a componer canciones sin consultar a la banda. ¿Confiaría la sociedad, escaldada por los resultados deplorables de la fórmula Fernández-Fernández, en una reedición de dicho método?
Segundo, porque la vice, que no deja de ver cómo la Justicia federal la acorrala más y más, todavía tiene que convencerse de que "hay 2023". Cuentan muchas voces que la frecuentan que es bastante pesimista respecto de la posibilidad de victoria, lo que la hace bascular entre dos ideas: ¿jugar a ganador, con un armado amplio y liderado por un moderado, o abroquelarse en torno al núcleo duro a la espera de tiempos mejores? La posibilidad, aún latente, de un desdoblamiento de las elecciones bonaerenses se afianza en el segundo de esos polos. Si este último temperamento predominara en Cristina y en el cristinismo, la idea de las PASO competitivas podría hacerla coincidir con su enemigo íntimo presidencial y llevarla a esgrimir, presuntamente, la carta del entusiasta Eduardo "Wado" de Pedro. Eso, claro, heriría de muerte el proyecto Massa.
Tercero, la exmandataria pondera que el aval silencioso que presta al ajuste fiscal que lleva adelante el ministro es difícil de vender en su base, ese núcleo duro que, junto con la provincia de Buenos Aires, es lo último que puede darse el lujo de perder. El plan Massa podría obligarla a un esfuerzo de persuasión desmesurado.
Haciendo los palotes
Mientras espera y deja que madure la posibilidad de su candidatura, el jefe del Palacio de Hacienda no para de tejer.
Después de haber mimado a la niña de sus ojos, la clase media trabajadora, con un alivio del impuesto a las Ganancias, atendió a otro de sus nichos electorales al anunciar un refuerzo adicional a lo que surge de la fórmula de movilidad jubilatoria. Así, al incremento por ley del 20,92%, se añadirán refuerzos para la mínima de 15.000 pesos en junio, 17.000 en julio y 20.000 en agosto, el mes de las PASO.
"Nuestra responsabilidad es garantizar la vigencia de la fórmula y fortalecer el ingreso para mejorar la situación de los jubilados y trabajadores. En ese sentido, a lo largo del año, el aumento para los jubilados de la mínima ha sido del 130% y, en términos reales, la recuperación del ingreso fue del 7%", dijo Massa.
Mientras, este fue invitado por el embajador chino, Zou Xiaoli, a la reunión que realizará a fin de mes en Shanghái el nuevo banco de los BRICS, de donde podría traer promesas relevantes de fortalecimiento de las reservas del Banco Central. Si consiguiera eso, podría blindar en una medida no desdeñable su proyecto político.
Por último, un poco de magia. El INDEC informó que los salarios le ganaron en marzo a la inflación por primera vez en el año: 10,1% contra 7,7%. El balance da levemente positivo también en el primer trimestre, pero no así en los 12 meses previos.
Las reaperturas de paritarias y los alivios en Ganancias son parte de la magia de la estadística, una eminentemente contable ya que es prácticamente imposible que los ingresos superen a los precios en un régimen inflacionario como el que el Gobierno no logra modificar y que se dispone a desplegar nuevas funciones.
Ah… Este viernes sale el IPC de abril…