Durante el debate de aspirantes a la vicepresidencia que compartió con Agustín Rossi camino al ballotage entre Sergio Massa y Javier Milei del 19 de noviembre, Victoria Villarruel volvió a levantar las banderas del negacionismo al reivindicar al represor Juan Daniel Amelong, quien tiene tres condenas perpetuas por crímenes de lesa humanidad y es uno de los genocidas al que la Justicia le revocó la prisión domiciliaria.
Hace casi 20 años que Amelong está en prisión por su participación activa en delitos violatorios de los derechos humanos durante la última dictadura militar. Compartió pabellón en Marcos Paz con el dictador Jorge Rafael Videla, jugó tenis en la cárcel vip de Campo de Mayo y fue visitado al menos diez veces en sus lugares de reclusión por la candidata vicepresidencial de La Libertad Avanza.
En el debate de candidatos a la vicepresidencia que se llevó a cabo este miércoles por TN, Villarruel puso a Amelong como ejemplo de “víctimas del terrorismo que no tienen derechos humanos” y volvió a apelar a un discurso que pretende presentar el genocidio de la dictadura como un enfrentamiento entre dos bandos equiparables.
“Es una persona cuyo padre, ingeniero civil, padre de 11 hijos, fue asesinado por Montoneros en democracia y está preso por delitos de lesa humanidad”, planteó la candidata negacionista y preguntó: “Por qué no están presos los asesinos del ingeniero Amelong".
El “teniente Daniel”, como lo llamaban sus colegas del Ejército y lo sufrían sus víctimas, fue una de las figuras centrales de la patota del Destacamento de Inteligencia 121 del Ejército; núcleo de la represión ilegal en Rosario durante la dictadura y donde se diagramaba y se ejecutaba el plan sistemático en la zona.
Un genocida y provocador
Amelong respondía al teniente mayor Jorge Fariña y al jefe de la estructura represiva Pascual Guerrieri. Los tres, junto a los agentes retirados Walter Pagano y Eduardo Costanzo, fueron los primeros cinco represores juzgados por violaciones a los derechos humanos durante el genocidio en esa ciudad santafesina, entre 2009 y 2010.
En ese primer juicio que se sustanció en Rosario tras la nulidad de las leyes de impunidad, los cinco represores estaban acusados de secuestro, tortura, asesinato, desaparición de personas y robo de bebés. En ese escenario judicial, Amelong también se mostró como un provocador. En medio de la primera audiencia, se puso una vincha que decía “legalidad” y, a la hora de escuchar la sentencia, probó con otra con la leyenda “preso político”. Cuando el presidente del Tribunal le ordenó que se la sacara; se negó y terminó siendo echado de la sala.
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El genocida Juan Amelong durante la audiencia de un juicio en su contra
En otro audiencia, cuando se relataba el caso de un hombre al que represores habían prendido fuego, dijo: “Hace falta un poco de benzina acá”. Durante su indagatoria en el reciente juicio Guerrieri IV, cuando se lo acusó por secuestro y torturas a niños y niñas, en su mayoría hijos e hijas de militantes desaparecidos, dio su explicación: “¿Al final qué quieren? Si los entregábamos a alguien estaba mal, si los dejábamos abandonados, estaba mal. Eran hijos de subversivos”, soltó ante el tribunal.
Represor con múltiples condenas
En 2010, Amelong fue condenado a prisión perpetua en el marco del primer juicio por la megacausa Guerrieri. Luego recibió otras dos condenas por los tramos III y IV de la esa megacausa que investigó delitos perpetrados en el centro clandestino que funcionó en el Batallón de Comunicaciones 121 y en otros bajo la órbita de la estructura de Inteligencia del Ejército: la Fábrica Militar de Armas Domingo Mathew, el Servicio de Informaciones de la Policía de Santa Fe, La Calamita, la Quinta de Funes y La Intermedia, como se llama la casa de fin de semana que todavía pertenece a la familia del represor.
Amelong en persona fue quien aportó la propiedad familiar para esconder a un grupo de 14 militantes políticos que la patota del Batallón mantenía detenidos en la Quinta de Funes; el centro clandestino que debieron vaciar luego de la denuncia del dirigente montonero Tulio “Tucho” Valenzuela en México. “Es ahí, en La Intermedia, donde matan a cada uno, los suben a un camión y, según el relato de Costanzo, los tiran a la Bahía de Samborombón”, resumió Nadia Schujman, abogada de H.I.J.O.S. Rosario.
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“Entre esos militantes ultimados estaba mi padre”, señaló a Letra P el diputado Eduardo Toniolli. “Amelong y otros tres represores fueron los encargados de asesinarlos y de desaparecer sus cuerpos. Él, el amigo de Villarruel, sabe dónde está el cuerpo de mi padre y yo no lo sé”, completó.
Amelong también recibió condenas a 10 y a 13 años de cárcel. Una de ellas en el marco de la causa “Hospital Militar de Paraná”, que investigó la apropiación de los mellizos Valenzuela Negro. Raquel Negro, compañera de Tucho, permaneció cautiva en la Quinta de Funes y parió a sus bebés en ese hospital.
Hace pocos días, Amelong fue obligado a dejar la comodidad del encierro domiciliario y regresar a la cárcel vip de Campo de Mayo, de donde intentó salir desde que llegó hace casi 20 años. Durante los primeros años post nulidad de las leyes de impunidad, pasó por el batallón de Comunicaciones 121 de Rosario, de donde lo trasladaron tras una denuncia de H.I.J.O.S. por festejar allí el cumpleaños de uno de sus hijos.