A horas de la asunción de Javier Milei, la ministra Patricia Bullrich, ya tuvo su primer roce con su par Mariano Cúneo Libarona. El detonante fue que la trasferencia de la subsecretaría de Políticas Penitenciarias de la órbita de Justicia a la cartera de Seguridad. Se le ofreció esa silla a Emiliano Blanco, extitular del Servicio Penitenciario Federal (SPF), que frente a este cortocircuito, según pudo saber Letra P, ahora está evaluando declinar la invitación porque considera un “manoseo” el cambio.
Bullrich, que siempre tuvo una excelente relación con Blanco entre 2015 y 2019 cuando ocupó el mismo cargo, quiere convencer al especialista en política penitenciaria por su conocimiento del sistema y porque puede servirle para un enviar un mensaje cifrado: se trata de un exfuncionario despedido y denunciado por el entorno de la exvicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En los albores de la gestión de Alberto Fernández, Blanco había acordado con la entonces ministra de Justicia, Marcela Losardo, dejar el SPF para hacerse cargo de la subsecretaría de Políticas Penitenciarias. Sin embargo, el núcleo duro K tenía otros planes y arrancó con una avanzada que culminó con su desplazamiento y con el nombramiento de la excamarista María Laura Garrigós De Rébori. No quedó ahí: el epílogo fue denunciar a Blanco en la Justicia acusado de ser parte de una red de espionaje ilegal en el penal de Ezeiza, un expediente en el que fue sobreseído tiempo después.
Después de la victoria de Milei en el ballotage, Cúneo Libarona sondeó a Blanco para saber si estaba dispuesto a ocupar el cargo al que arañó durante la administración de Fernández. La idea le entusiasmó al punto de empezar a armar equipo pensando en una subsecretaría o una dirección nacional, que está un escalafón por debajo. Cuando todo estaba listo para rubricar su firma, el exfuncionario se desayunó con el traspaso a Seguridad de su futuro despacho. Ese "manoseo" estancó las negociaciones.
La situación de Blanco, por ahora, es un episodio puntual, aclararon fuentes oficiales, lo que quiere implica que todavía no existe una interna a cielo abierto entre Bullrich y Cúneo Libarona. La relación entre ellos es más que cordial, según explicó una voz de la Casa Rosada que está al tanto de las negociaciones.
Distinto es el caso de la ministra de Seguridad con su par de la Ciudad, Waldo Wolff. La titular del PRO ya tuvo un encontronazo con el funcionario porteño por el botellazo que le arrojaron al Presidente el día de su asunción. Bullrich le recriminó su colega que difundieran el nombre del agresor, por lo que supo que había sido identificado y eso le permitió estar un día prófugo. Este martes, al final, se entregó.