La mitad más uno de los votos: ese es el objetivo que en La Pampa tienen este domingo tanto el peronismo como La Libertad Avanza para hacer su aporte a la recolección nacional que deposite en la presidencia a Sergio Massa o a Javier Milei.
Las dos fuerzas reconocen que ese es su horizonte soñado, después de los sorprendentes resultados de las PASO y de la elección general: a grandes rasgos, es una nueva disputa entre los aparatos y las nuevas formas de proselitismo, una pelea que en la provincia ya se dio varias veces en el año, con resultados diversos.
¿Hay más por remontar?
El 22 de octubre Unión por la Patria cosechó en La Pampa el 34,02% de los sufragios, con 80.611 votos. Fue el espacio más votado (en las PASO había salido tercero) y superó las expectativas. En el análisis oficialista, la primera mirada es por eso una mochila: la remontada fue tanta entre el 13 de agosto y ese día -unos 25 mil votos- que es una real intriga qué olla rascar para obtener más adhesiones.
El comando de campaña del peronismo, que está invicto en elecciones ejecutivas provinciales desde el regreso de la democracia, pero perdió en las legislativas de 2021, hace fuerza para cosechar con la palanca de otros aparatos que no se pusieron en juego en octubre.
Para las generales, el gobernador Sergio Ziliotto se puso la campaña al hombro y movilizó a fondo al Estado y al partido. En esta nueva disputa, el oficialismo espera que cale más hondo el discurso de que a la provincia y a los municipios les conviene el triunfo de Massa. Ese ha sido también el planteo de numerosas intendencias del radicalismo, algunas en voz muy alta, otras por debajo de la mesa.
Hubo aparatos locales que en las elecciones previas hicieron su juego en favor de Juntos por el Cambio, ya fuera en la interna de agosto o en la general de octubre, cuando el espacio de Patricia Bullrich obtuvo en la provincia el 21,5% (50.640 votos). Es una incógnita hasta qué punto las jefaturas comunales pueden influenciar a sus electores, pero el oficialismo no dejó nada librado al azar, forzó cumbres de “unidad”, gestó fotos de Massa con intendentes de las ciudades más pobladas que gobierna la oposición y promovió encuentros multipartidarios de diversos sectores.
Los jerarcas provinciales de la UCR, en cambio, se corrieron: quedaron afincados en la “neutralidad” o el silencio el diputado saliente Martín Berhongaray, el diputado provincial Francisco Torroba, el senador Daniel Kroneberger y el exsenador Juan Carlos Marino.
Respecto de la fiscalización, el peronismo no tiene problemas en absoluto: es una maquinaria aceitadísima, con enorme experiencia y ramificada en toda la provincia. La jefa de campaña, Elsa Labegorra, fue elogiada en pleno escenario por Massa, el día que el ministro visitó la provincia para pedir “un último esfuerzo” a esa militancia.
No es desechable el caudal electoral que al PJ pampeano se le fue por la canaleta del cordobesismo: Juan Schiaretti obtuvo en octubre 17.195 votos (7,3%). En general, la figura de Schiaretti ha sido elegida por espacios y electores refractarios al kirchnerismo, pero asociados al peronismo clásico. De ahí que uno de los tópicos oficialistas en el tramo final haya sido separar la figura de Massa de los K y hacer hincapié en la necesidad de reivindicar el federalismo representado por la “unidad nacional” y no por la motosierra que viene a cortar la coparticipación.
La aspiración de máxima del peronismo tiene un número concreto: en mayo, para la elección provincial, Ziliotto cosechó 97.198 votos. Parece un horizonte lejano, pero deseado.
El fantasma de la fiscalización
La Libertad Avanza sacó el 33,6% en octubre, 77.000 votos. También sueña con acercarse a los 100.000, ese número mágico que viene siendo la zanahoria de las fuerzas pampeanas desde hace por lo menos dos años. Para ilusionarse con esa cifra, las huestes de Milei refrescan que la oposición sacó 101.259 votos con el diputado del PRO Martín Maquieyra como cabeza de lista en 2021. Aspiran a manotear la mayoría de los "votos sueltos" de Bullrich (más de 50 mil) y a "compartir" los de Schiaretti (17 mil).
En agosto LLA dio una sorpresa rotunda: fue la fuerza más votada, incluso en parajes pampeanos que están en medio del desierto, con escasas decenas de habitantes, y con ausencia de fiscalización en varios puntos de la ciudad.
Milei no tuvo postulantes a la Cámara de Diputados por una cuestión de papeles, pero además sus referentes en la provincia eran (son) absolutos desconocidos para el mundo de la política: dieron la primera conferencia de prensa de su historia hace un par de semanas, para justificar el arreglo de Milei con la casta macrista.
Los jóvenes dirigentes les bajan los decibeles a la incidencia real que puedan tener las simpatías de los jefes territoriales de la UCR: el mejor ejemplo es General Acha, la ciudad más poblada del sur, donde gobierna uno de los nuevos hombres fuertes de la UCR, Abel Sabarots, a quien en mayo más del 80% reeligió como intendente. Aunque Sabarots hace tiempo que milita diciendo que su “límite” es Milei, el “libertario” arrasó en su ciudad no sólo en las PASO sino también en la primera vuelta.
La fiscalización es un punto que tiene sus dudas para LLA: la debilidad quedó marcada en las instancias previas y para esta ocasión se palpitan internas y falta de coordinación. Se acumulan recelos y desconfianzas: los ruidos que hay en ese sentido a nivel nacional derraman a La Pampa, donde uno de los líderes del macrismo, Carlos Mac Allister, maneja la batuta de los aportes del PRO. Además, hubo otro acuerdo forzado con una fuerza local, Comunidad Organizada, comandada por el exministro Juan Carlos Tierno, quien tiene con Bullrich una relación que va y viene entre los coqueteos y el resentimiento.
Evaluando pisos y techos, pros y contras, los soldados de Massa y de Milei afinan el lápiz y miran, pero como si les quedara lejano, esos números soñados: el 50% más uno, o los 100.000 votos redondos.