La clamorosa ausencia del PRO en los primeros planos de las elecciones provinciales realizadas hasta el momento, advertida este lunes por Letra P, activó un mecanismo de supervivencia en el partido amarillo. En un rato, Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal consiguieron, no sin reproches cruzados, lo que había sido imposible en incontables juntadas anteriores: pergeñar un esquema de unidad para encarar las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El peligro era latente: con dos precandidatos –el macrista Jorge Macri y el larretista Fernán Quirós –, se hacía más probable que Martín Lousteau se convirtiera en el más votado de esa interna y que la UCR le arrebatara al PRO su gran bastión capitalino.
Tras el acuerdo, la cúpula partidaria definirá –encuestas en mano– quién mide mejor y si el hombre de consenso será el intendente de Vicente López en uso de licencia o el ministro de Salud porteño. No habrá lugar para dos y, de hecho, quedó desactivado el “plan V”.
Tras las votaciones en Neuquén, Río Negro, La Rioja, Misiones, Salta y –parcialmente– San Juan, quedó claro que a Juntos por el Cambio (JxC) le está costando dar la talla. Ante el tenor de la crisis económica en curso, sería dable esperar que el próximo presidente o la próxima presidenta surgiera de las PASO de la principal alianza opositora. El problema es que el posmacrismo no despega.
La excepción, claro, fue Jujuy –el único triunfo de JxC– y La Pampa, donde el desempeño fue destacable. El detalle es que en ambos territorios el protagonismo se lo llevó la UCR y que, dividido, el PRO se arriesgaba hasta a cederle la Ciudad a su socio-rival.
¿Del maullido al rugido?
Es evidente que JxC paga no solo por sus reyertas del presente –las encuestas marcan una correlación clara entre las peleas de Larreta y Bullrich con los momentos de caída–, sino también la memoria de su fracasada gestión de 2015 a 2019. Hay, con todo, otro elemento que fragiliza la alianza: el factor libertario, uno que tampoco ha aparecido demasiado en los comicios provinciales, pero que persiste en los sondeos nacionales cada vez que aparece el nombre de Javier Milei.
“¿A quién le saca votos Milei?”, se preguntó Letra P, buscando respuestas con datos y números. Y se responde: “El libertario ‘pesca en todas las peceras’”. Con todo, se comprueba que la presa principal del león es la intención de voto del centroderecha.
Envalentonado por los resultados provinciales y sin terminar de advertir que los desdoblamientos posponen el efecto bronca, pero no lo anulan, el Frente de Todos se siente vigorizado.
"Estamos en un momento en el que toda la prédica es que estamos muertos, que no tenemos ninguna posibilidad de ganar. Ha aparecido un personaje que dice barrabasadas, quiere privatizar las calles de las ciudades, dar libertad a cada uno para vender sus órganos y vivir de ese dinero, que dice que hay que derrumbar el Banco Central y dolarizar la economía", dijo Alberto Fernández en La Pampa.
El Presidente se lanzó contra todos, desde los agoreros de su propio espacio –¿la de a ratos ultrapesimista Cristina Fernández de Kirchner?– hasta el minarquista que también le roe votos al peronismo. No deja de ser un detalle que deba aclarar que el frente que gira, aunque no le guste, alrededor de su gestión, disfruta todavía del don de la vida.
A su modo, todos los sectores le temen a Milei, cuyo valor en las urnas está aún por probarse. El oficialismo lo eleva, asumiendo que la operación le genera bajas propias, pero menores que las que le causa al rival. Mientras, las cajas de resonancia del Círculo Rojo empresarial –que le teme al populismo, pero más a la ingobernabilidad– ya no saben con qué tirarle para bajarle el copete.
El tiempo dirá cuánto mide en verdad la rabia.
Tiempo de definiciones
En tanto, el Congreso Nacional del Partido Justicialista pondrá en marcha este martes en Ferro el proceso para la definición de su estrategia electoral y de su oferta de candidaturas. Tiempo al tiempo.
Mientras, CFK mira y mira sus cartas, sin hacer público si cederá al clamor por su candidatura o si mantendrá su decisión de excluirse. También evalúa si impone un presidenciable “de consenso” como Sergio Massa o si le da rienda suelta a su pesimismo y busca afianzar su núcleo duro en torno a una postulación “leal” como la de Eduardo de Pedro o la de Axel Kicillof, quien no quiere saber nada con eso, pero no dejaría de acatar a la jefa. En ese sentido, De Pedro, Agustín Rossi y Daniel Scioli persisten en en reclamar que la síntesis se produzca a través de una competencia en las PASO.